Capítulo 10

1547 Words
NO TE DEJES LLEVAR, SOLO TIENES QUE LUCHAR Cuando salgo de la casa de mis abuelos y tengo intenciones de ir a la mía, me percato de algo. El mismo hombre está frente a mi puerta. El mismo de ayer y hoy. El tipo vestido de n***o. Brandon dijo que era un condenado y que probablemente me busque a mi para llevarme a la oscuridad. Me escondí detrás de los rosales de Gertrudis para que no me viera. ¿Que hacía aquí? ¿Como supo que vivía aquí? Ahora no estaría a salvo ni en mi propia casa. —Sé que estás allí, Sam, puedes salir —dijo el chico. Fruncí el ceño de inmediato y me llené de terror, ¿que había dicho? ¿Y como sabía mi nombre? Al parecer estuvo averiguando mucho. Me pongo erguida y me dejo ver, manteniendo mi distancia por si habría necesidad de correr, claro está. El chico es alto, sigue vistiendo de n***o y usaba su gorra negra. Teniéndolo cerca es bastante atractivo la verdad. Pero ese no era el caso. —¿Quien eres tú? —La pregunta aquí es: ¿quien eres tú? —Yo pregunté primero. El chico lo pensó un poco, su mirada me recorría de pies a cabeza hasta detenerse en mis ojos. Eran tan penetrantes que solo pude mantenerle la mirada unos cuantos segundos. —Es mejor que entremos —dijo, pero notó que dudé— relájate, yo no muerdo —dicho esto, traspasó la puerta de mi casa. ¿Podíamos hacer eso? Dudé un poco de si entrar o no, pero estaría a salvo en mi casa, hasta donde yo sé, los condenados no pueden arrastrarte a la oscuridad si estás en el punto en donde moriste. Me acerqué a la puerta, cerré los ojos y caminé recto, esperando no golpearme con alguna pared. Cuando los abrí, estaba dentro de mi casa. El chico estaba recostado en la pared, mirándome expectante. —¿Por qué estás aquí? —quise saber, cruzándome de brazos. —Lo mismo te pregunto a ti Reí. —¿No es obvio? Estoy muerta y por favor deja de evadir mis preguntas y contéstame de una vez porque la verdad no tengo tiempo para esto. Dime lo que sea que me vayas a decir y por favor vete. La verdad no tenía tiempo para pláticas extrañas con este tipo. Apenas estaba aceptando que estoy muerta y que no volveré a ver a mamá o a Jay, si los veré pero ellos no a mi, pero el punto es que no tengo tiempo de hablar con este tipo. —Es extraño —se acerca sigiloso, como un animal hambriento quien observa cada movimiento de su presa. En ese momento me sentía como una presa. Siendo sincera el chico era tan oscuro e intimidante. —No pareces alguien que esté muerta. Rodé los ojos. Ya estaba como la abuela Tina. —¿Y? ¿Cual es el punto de esta conversación? Habla claro por favor. —Tranquila, todo a su tiempo, solo quise tenerte así de cerca para comprobar que era cierto. —¿Que era cierto qué? —Ya lo sabrás en su momento —es lo único que dice para acercarse a la puerta, pero antes de salir me mira —Ah y... tu novio está cerca. Se fue. ¿Está cerca de que? Cuando salgo también para preguntarle sobre eso no está más. No hay rastros de él, al único que noto es a Jay frente a la casa, mirándola con algo de nostalgia. Me acerco a él con pasos lentos sin dejar de mirarlo. Quisiera abrazarlo. Quisiera besarlo. Quisiera que todo volviera a ser como antes. Pero nada era igual. Tenía su rostro muy cerca, tan cerca que podía unir mis labios con los suyos, no importaba si lo traspasaba. Jay cerró los ojos, imaginando algo o pensando cualquier cosa. Puse mis manos en su hombros, me acerqué más y cerré mis ojos, uniendo mis labios con los de él. Para mi sorpresa no lo traspasé, los sentí. Sentí sus labios, pero Jay no sintió los míos. Cuando abro los ojos, Jay también lo hace, se queda un momento un poco confundido pero se normaliza. Saca unas llaves de su pantalón y avanza a la casa. Viene a mi casa. Era la primera vez que venía... ¿como consiguió las llaves? ¿Acaso mamá se las dio? Si es así, entonces ahora sé que ellos dos han hablado... y no estuve allí para ver la reacción de ambos. Aún así nada tiene importancia ahora, todo está acabado. Jay cierra la puerta y se gira, observando cada centímetro de mi casa, tiene algo en su mirada, una especia de... tristeza. No me gustaba verlo así, odiaba cuando Jay estaba triste... no quería que lo estuviera. Si Jay estaba triste yo también lo estaba. Así éramos. Jay suspira y se dirige a las escaleras, directo a mi cuarto. Lo sigo todo el tiempo. Si tan solo pudiera verme... si tan solo esto hubiera pasado cuando estaba viva. ¿Por qué nunca quise que viniera a mi casa? ¿Por qué actuaba tan inmadura? ¿Por qué siempre complicaba todo? Fui tan tonta. Cuando Jay entra a mi cuarto se queda un momento de pie, observándolo nada más. No era nada del otro mundo: una cama con edredones blancos y almohadas blancas, un ropero, un espejo, un escritorio con mis cosas, un sofá al fondo y una mesita de noche a la par de mi cama en donde había una lámpara pequeña y un libro. Jay avanza a la cama y se sienta, acariciando las sábanas. Se me partía el corazón con esta situación. Jay estaba devastado, se notaba, lo sabía en mi corazón. Y no me quedaron dudas de que él me amaba, que no importaba quien estuvo antes de mi o cuanto haya sentido por ella, lo que importaba es que sentía en mi corazón que él en realidad me amaba, no sólo lo sentía, lo comprobé este tiempo que no estuve. Él siempre pensó en mi, intentó buscarme. Jay me amaba de verdad, no tenía dudas ahora. ¿Pero de que servía darse cuenta ahora si ya nada podía hacer? Ya no puedo regresar el tiempo y dejar de sentirme triste por creer que Jay aún sentía algo por su ex novia. No podía volver y dejar de sentirme insegura. —Sam, desearía que estuvieras aquí. Conmigo. Estuviéramos acostados en esta cama viendo alguna película o platicando de cualquier cosa. Te extraño. Estos días sin ti han sido como meses. Me hace daño estar sin ti, me siento tan vacío, me siento incompleto si no estás conmigo —dice— ¿recuerdas cuando me contaste de tus miedos? Bueno, ahora me siento impotente por no poder hacer nada. Me los contaste y prometí estar siempre para ti para protegerte. Sabía de lo que hablaba, uno de mis mayores miedos. Y es que tenía varios. A veces tenía parálisis del sueño, era horrible no poder moverte, sentía que me quedaría atrapada. Le conté a Jay sobre eso, recuerdo bien lo que le dije: Tengo miedo de quedarme atrapada en uno de mis sueños... es decir, en una de mis pesadillas.  Tengo miedo de dormir y no despertar después. Tengo miedo de no saber si estoy viviendo una relalidad o todo es producto de mi imaginación. Tengo muchos miedos.  Cuando tengo pesadillas suelo despertar muy asustada, veo a mi lado y no tengo a nadie a quien aferrarme o a quien abrazar mientras me tranquilizo.  Así que lloro. Y me pellizco.  Tengo muchos miedos. —Ahora que estás dormida... que tu pesadilla se hizo real yo... me siento un imbecil por no cumplir mi promesa de protegerte. No sé cómo estarás en el lugar en el que estás, si estarás sufriendo... si te están haciendo daño. Me imagino que estás muy asustada, sin saber que hacer o a donde ir. Sin respuestas. Desearía estar allí contigo para protegerte de tus monstruos. Habían muchos monstruos, si. —Si me escuchas quiero que seas fuerte, que luches y que no tengas miedo. Confía en ti, Sam. No dejes que tus miedos y los monstruos que te atormentan te hagan sentir pequeña y débil, recuerda que ellos no pueden hacerte daño, solo te asustan con el hecho de que lo pueden hacer. Tengo la esperanza de que volverás, cariño, sé que sí. Eso es lo único que me mantiene aferrado a la vida por ahora. Te amo, S. Las palabras de Jay me daban aliento para seguir, me daban una pequeña esperanza de volver a estar con él, pero el pensamiento de que estoy muerta es una realidad, porque lo estoy, ¿no? Aunque siempre me parece raro que Jay no lo quiera aceptar. Es triste. —Lucharé contra mis miedos, Jay, lo haré por ti —me acerqué y me senté a un lado frente a él— Te prometo que mis monstruos no me vencerán. Me di cuenta de que lo que dijo sí era verdad, había muerto dormida, uno de mis miedos era dormir y quedarme atrapada en una de mis pesadillas, sin saber qué era real o no. Esto que estaba viviendo era como una pesadilla muy mala. Y habían monstruos acechando: La muerte, almas condenadas y sabrá Dios qué cosas más estaré por describir. Érase una vez una chica que se quedó atrapada en una pesadilla con muchos monstruos por enfrentar, Érase una vez una chica que tenía miedo a la oscuridad, los demonios estaban por cruzar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD