Luciana miraba las marcas de su muñeca, eran los dedos de Juan Daniel pintados en un rojo que por partes se estaba poniendo morado, acaricio su piel y su mente quedo en blanco, se miro al espejo y sus ojos que estaban algo hinchados por las lágrimas, le decían a gritos que se detuviera allí. Sin embargo frente al espejo del baño fijó su atención en los muslos, su tez blanca dejaba al descubierto las otras marcas que también había dejado su esposo. Todo en una misma noche, dolor y placer. —Hola —era Juan Daniel que la estaba llamando desde la oficina. —¿Cómo… Cómo te sientes? —Me dejaste dormir demasiado. —Se que no reconciliaste bien el sueño así que creí que era lo mejor. —Gracias. —Lamento lo que hizo mamá. “¿Por qué la detuviste?” Esa era la pregunta correcta y ese era el mom