Isabel no era una mujer que gustara de los centros comerciales, mientras caminaba por delante de las dos jóvenes que le estaban causando dolores de cabeza, maldecía a Rosa, su amiga la que había sugerido ir a un lugar tan popular y desagradable. Cuando por sus ojos se cruzó un lugar que considero decente para tomar aquel café que había sugerido Luciana entró sin decirles nada. No estaba dispuesta a preguntarles si querían entrar allí o ir a otro lugar y las dos chicas no tenían intención de alargar el encuentro. ¿Qué podía pasar? En realidad, estaban en un lugar abierto y público, cualquier evento físico iba a ser visto por muchos y juzgado por todos, Isabel tenía que controlarse, además ella nunca se ensuciaba las manos. Luciana pido un capuchino, Fernanda pidió una malteada, Isabe