—¿Entonces soy tu novio? —Santiago llegó por la espalda y besó el cuello de Fernanda, ella estaba preparando una infusión para su padre ya la noche cubría el cielo, hacía un frío extraño, porque realmente no se sentían a la deriva había una calidez en esa casa que no dejaba permear lo de afuera. —No considere prudente decirle a tu amiga que el niño que ella tanto admira prácticamente me ha secuestrado, sacado del trabajo y llevado a una casa que es perfecta, para luego meterte en mi cabeza. —¿Sólo en tu cabeza? —Santiago dejó su barbilla sobre el hombro de Fernanda y mantuvo los ojos cerrados. —No, estás progresando rápidamente —ella estaba perdida por él, pero era más fácil engañarse. —Aún no me respondes. —Si —el cuerpo de Santiago se puso rígido y el corazón de Fernanda desafora