Alfredo y Juliana se sobresaltaron, enseguida él reaccionó, la cubrió con su cuerpo. —Perdón, patrón, no sabía que estaba ocupado. —¿Qué ocurre? ¿Por qué entras sin tocar? —recriminó Alfredo a uno de sus empleados. Lo fulminó con la mirada. —Tenemos problemas, se han escapado cuatro caballos, queríamos avisarle. Alfredo soltó un gruñido. —Pon a los vaqueros a buscarlo, en unos minutos me reúno con ustedes —ordenó con firmeza. El hombre asintió y salió. Alfredo volvió su rostro hacia Juliana. —Lo lamento, no imaginé que nuestra primera cita se vería interrumpida por un acontecimiento de este tipo. —Le acarició la mejilla—, voy a ir a organizar a los hombres y averiguar cómo escaparon esos caballos. Juliana asintió. —No te preocupes, son cosas que suelen pasar. ¿Deseas que te acomp