Las primeras luces del amanecer comenzaban a iluminar el cielo. Malú se despertó inquieta pensó que Juliana ya había regresado, fue a la habitación de su hija, y al ver la cama vacía, sintió una punzada de preocupación. —Abel, Juliana no ha vuelto —avisó Malú con voz temblorosa, volviendo a su habitación. Abel, que aún estaba medio dormido, se incorporó de inmediato. —¿Qué quieres decir con que no ha vuelto? —preguntó, frotándose los ojos. —¿No salió con sus amigos anoche? —cuestionó frunciendo el ceño. —Sí, pero no ha contestado mis mensajes ni llamadas —respondió Malú, mostrando su teléfono—. No se llevó el auto. Abel se levantó rápidamente, sintiendo cómo la preocupación se transformaba en urgencia. —Vamos, tenemos que encontrarla. Bajaron al gran salón. Llamaron a varios amigos