—Umm, está bien, quiero ayudarte, Princesa Alphine, pero hay un pequeño problema.— Ella me mira con curiosidad y levanto el otro brazo y lo sostengo frente a ella. Mira hacia abajo confundida por un momento antes de darse cuenta de lo que falta. Un gaspido escapa de sus labios morados. —¡Tu mano! ¿Qué pasó?— —Estoy volviendo a desvanecerme.— Sus ojos se encuentran con los míos. —¿No puedes controlarlo?— Niego con la cabeza y le cuento la verdad. —Tiene que ver con los genfines. Aparentemente, porque fueron las primeras hadas en hacer contacto piel con piel conmigo, también se convirtieron en mis anclas a este mundo. La magia con la que el príncipe Elphar me golpeó no era permanente, pero la magia se adhirió a los chicos y ahora puedo permanecer mientras esté cerca de ellos. Si estoy s