No hablaron en todo el tiempo. Es la primera vez que alguno de ellos habla, y es para cuestionar lo primero que sale de mi boca: que soy una Celestina. Sylred toma la iniciativa primero. —Así que... moriste, probablemente como humano en este otro reino, y te convertiste en Celestina—. —Sí.— —Las Celestinas no son reales—, dice despacio, como si yo fuera tonta. Levanto las cejas y me señalo el cuerpo con la mano. —Evidentemente, eso es incorrecto. Te aseguro que somos muy reales. Todo lo que te he dicho es cierto—. —Nos cuesta hacernos a la idea—. —Entiendo. Las Celestinas siempre somos entidades invisibles. Existimos en el Velo. Nunca somos físicos. Lo que sea que el príncipe me hizo, me empujó fuera del Velo, y cuando caí en el mundo físico, me volví corpóreo—. —Por es