Sus ojos los tenía como los míos, ese verde más claro. Él no despegó la mirada de mí por ningún momento, hasta dudé de que estaba pestañeando. — ¿Qué? —pregunté algo incómoda ya por su mirada. Él sonrió de lado. —Te amo. —esa palabra pegó como un relámpago en mi corazón, haciendo que le diera más energía y latiera alocadamente. Mi sonrisa se formó grande por ese motivo, sonrió por lo contagiosa que fue mi sonrisa. Me acerqué a sus labios y los besé lento, tierno y hasta quedar sin respiración. Me separé de él, me levanté de la cama y me puse mi ropa interior, que mi novio había tirado por alguna parte de esa habitación. Luego, me volví a poner la remera color blanca lisa, sin el short azul, miré hacia la cama y lo vi solo tapado viéndome con admiración. — ¿Y tú no te vas a vestir? —pr