Soledad se quedó en la casa, triste y preocupada, su amiga estaba enojada con ella y tenía razón para estarlo, no debió ocultarle algo tan importante como aquello, aunque eso era un arma de doble filo, pues si Cristian se enteraba de que ella había hablado de más, también habría puesto en riesgo a Clara. Pensaba en sus posibilidades. No sabía qué hacer. No quería que Cristian se saliera con la suya, pero si se exponía, podría ser muy peligroso para ella y para su amiga. Ese hombre jamás creería que Clara no tenía idea de quién era Soledad ni lo que hacía en el pasado. Cerró los ojos y su mente trajo los recuerdos de su vida como Alicia Cárdenas, la novia de Diego Méndez, el hijo menor de la familia más grande de narcotraficantes de Chile y una de las más grandes de Sudamérica. Era la r