Cuando se gira por decima vez suspiro diciéndome que estoy loca por hacer esto pero siento que debo hacerlo y así intentar de que me crea todo lo que digo.
—Soy Ester Meza. —miro hacia el techo poniendo mi mano en mi vientre—. Tengo veinticinco años... Vivo sola en una casita que estoy terminando. —por su respiración sé que me está prestando atención a lo que digo—. Soy hija de padres separados y la mayor de cinco hermanos... Trabajo de empleada domestica en dos casas... Una en la mañana y otra en la tarde. —no se mueve para nada, pero sigo—. Una tarde cuando iba a mi trabajo que tenia en la tarde llegó un auto a mi casa bajando un policía con una vestimenta rara, como si fuera un alto mando o algo por el estilo porque no recuerdo a ver visto a nadie así vestido de esa forma... Me dijo que necesitaban que me presente de forma urgente al juzgado al día siguiente y que si no me presentaba iba a estar en problemas legales, eso me asustó mucho, lo que menos quería y quiero es tener problemas con la ley así que fuí, me hablaron de Pablo... Me mostraron fotos mías donde me iba a trabajar o limpiando mi casa, hasta había una donde me estaba bañando... Él me vigilaba íntimamente. —me cubro con un brazo los ojos con mis lágrimas cayendo en cantidad—. Me dijeron que este hombre Pablo estaba obsesionado conmigo y yo me reí porque para mi era como que me estaban jugando una broma realmente, no sabia quien era ese tal Pablo ni como había conseguido esas fotos, pero fue hasta que me dijeron que un informante sacó las fotos y este hombre le contó que yo hace unos dos años lo había ayudado con unas heridas que se hizo en un accidente que presencié... Yo lo único que hice fue ayudar pero este tipo creyó cualquier cosa todo por ayudarlo a levantarse del suelo y decirle que no se mueva... El tema es que la policía me amenazó con que debía dejarme conquistar por él y robar información... Que debía hacer lo que sea ya que era muy importante y que no podía negarme ya que mi papá iba a ir preso por cosas que hizo en su juventud. —me seco las lágrimas con las dos manos negando porque recuerdo esos momentos y me da asco—. Acepté, pero no tenía idea de como iba a conquistarlo o mejor dicho hacer que él se me acerque ya que nunca tuve novio y no sé coquetear con un hombre, entonces que debía hacer me decía... ¿Cómo le hago? porque me dieron un ultimátum. —se gira poniéndose boca arriba totalmente Mudo—. Una mañana cuando iba a mi trabajo recibí un golpe en mi cabeza... Caí de la bici y recuerdo que lo vi... venia hacia mi sonriendo y diciendo que por fin me iba a tener, se sobaba las manos y... —arrugo las sabanas con fuerza y mis lágrimas vuelven a caen con más fuerzas y bronca—. Cuando desperté estaba desnuda en una cama, adolorida y sangrando.
—¿Qué?. —enciende la luz y cuando me mira cierro los ojos con vergüenza—. ¿Te violo?. —asiento tapándome la boca y me tiembla todo.
—Fui al baño y me metí los dedos, como no tenía semen miré en el tacho de la basura, había un preservativo usado y yo temblando y adolorida y magullada, porque me golpeó mientras estaba inconsciente... Entré en un estado de pánico... Esa noche él quería... Quería... Y no dejé que este ni a diez metros mío que gritaba como loca y lloraba... Me prometió que hasta que no este cómoda no me iba a tocar... Pero cada noche entraba y yo me hacia la dormida... Me tocaba toda y me besaba. —tiemblo sintiendo sus manos peludas y asquerosas tocándome—. Me decía cosas asquerosas y repugnantes que me iba a hacer y según él las iba a disfrutar. —tomo coraje para girarme a mirarlo—. Cuando él me violó no lo recuerdo, pero yo era virgen. —frunce las cejas, nos miramos a los ojos sabiendo que es algo serio—. Y yo sé y tú también sabes que si él me encuentra me va a forzar y no quiero recordar mi primera vez así... No quiero porque si aceptas vas a ser mi primer hombre y sé que no me vas a maltratar. —intento usar la psicología con él así no es malo y acepta de buena gana—. Y sé que tus compañeros van a aprovechar cualquier cosa para... —me acerco un poco y él respira con fuerza—. Si no me quieres tocar esta bien, hago todo yo, no hace falta que me toques... Pero quiero al menos recordar que mi primera vez fue con un hombre que elegí y que me va a tratar bien, sin violencia, solo con ternura.
—¿Cómo sabes que voy a ser tierno?.
—Simplemente lo sé.
No dice nada, solo me mira haciéndome sentir una boluda por lo que le pedí, se pone boca arriba sintiéndome aún mas miserable y estúpida porque no dice nada, ni si, ni no, pero sonrío cuando se destapa y se baja el bóxer hasta los muslos, me arrodillo en la cama y el silencio es tétrico entre los dos, me saco la ropa de abajo con mis manos temblorosas, cruzo las piernas por su cadera mordiendo mis labios, por primera vez voy a estar arriba de un hombre y se siente dos cosas, terror y a las vez empoderamiento. Saca las manos poniéndolas debajo de la almohada y me digo, ¿me va a dejar hacer todo realmente? ¿Realmente no va a hacer nada mas que dejar las manos debajo de la almohada? ¿O es que le repugno tanto que no desea tocarme?.
Temblando agarro su pene que esta semi erecto, lo acaricio un poco sintiendo el calor y suavidad que tiene, nunca habia tocado ni visto un pene y este si que es lindo, me rio mentalmente por encontrarlo lindo, ¿todos los p***s son iguales? Porque este tiene una cabeza grande, morada y brillante, también venas gruesas, la verdad que no lo sé, cuando lo termino de inspeccionar lo guio a mi v****a, pongo una mano en su pecho para sostenerme de algo y no darme un sentón que sé que me va a doler. Le entierro las uñas cuando lo quiero llevar dentro de mi pero no puedo, no hay caso, no entra en mi v****a y realmente duele al hacer fuerza.
—Así no funciona. —lo miro frunciendo las cejas por como sale su voz, es como si a él también le doliera y debe ser así donde presiono demasiado—. Debes estar mojada o no va a entrar.
—¿Y cómo? Ayúdame no sé que hacer. —saca los brazos de debajo de la almohada, en todo momento me mira como esperando a que le diga algo, pero como no digo nada pone sus manos en mis piernas con suavidad, solo las apoya hasta que lleva una mano a mi v****a, dejo mis manos duras en sus brazos mientras lo siento tocarme, ¿en qué momento lo agarré?—. Oogggg... Dios santo que bien se siente. —siento sus dedos recorrerme con calma, pero ese gesto simple y delicado me gusta demasiado, muevo mis caderas intentando seguir su dedo que lo mueve en diferentes partes y cada vez mas rápido—. Oohhh... Ahí... Ahí. —su otra mano va a mi cadera apretando mi carne para que deje de moverme—. Dios santo. —siento que estoy en la gloria y que voy a explotar, pero de golpe deja de tocarme, abro gigante los ojos viendo que se guía dentro de mi.
—Tranquila. —aprieto todo mis músculos sintiéndolo entrar en mi, aun duele y cuesta—. Relájate o no va a funcionar. —me relajo a la fuerza, respiro hondo liberándome y así poder terminar, pero sentirlo de golpe en mi interior hace que entierre las uñas en su pecho, cierro los ojos procesando el momento—. Con un carajo que estas apretada Ester. —sus dos manos están en mis caderas apretándome y temblando, sonrío por hacerlo sentir así y me encanta, mi instinto me dice que suba y baje así que lo hago.
—Aaagggg. —empiezo con cuidado y explorando las nuevas sensaciones, me muevo hasta que me tira a su pecho, sus manos van a mis nalgas y comienza a moverse con fuerza, escondo mi cara en su cuello, me aprieto en su pecho mientras sus brazos me rodean y me aprieta fuerte manteniéndome en el lugar, estoy indefensa pero con este hombre no me da miedo, sino que me excita aun mas—. OOOGGGG... Ogggggg... Mmmjjj... Mjjmmjjjj...
—OOOGJJJJJ. —me llega a despegar las rodillas de la cama de lo fuerte que enviste, llorisqueo sintiendo mi cuerpo sacudirse de una corriente que me deja tiesa y siento su semen en mi interior, sus brazos me aprietan aún mas fuerte cuando deja de moverse, sonrío sin parar, fue alucinante.
—¿Estas casado?.
—No. —eso me relaja mucho, no puedo creer que me acosté con él sin saber si estaba en pareja—. No tengo mujer ni novia, o no habría pasado esto.
—Gracias.
—¿Por?. —seguimos en la misma pose, yo apretadísima en sus brazos y pegajosos de sudor.
—Por crearme un buen recuerdo. —mi alegría y placer se esfuma al saber lo que viene cuando Pablo me encuentre y si que lo va a hacer—. Cuando él me encuentre voy a recordar este momento lo juro.
—Ey. —me alza de las axilas, me siento una nena caprichosa por como me alza haciendo que lo mire—. Quiero dos cosas tuyas ¿Me las das?.
—¿Qué?. —cargo mis manos a los lados de su cabeza mirándolo, sus manos suben y por debajo de la remera pasándolas por mis costillas y bordes de mis pechos.
—Primero un beso. —alzo las cejas hasta que sonrío y me guío a su boca lentamente.
—Un beso, vas a ser mi primer besos ¿sabias?.
—Dios santo. —no sé que se hace pero apoyo mis labios sobre los de él, sus manos van a mi espalda rodeándome de nuevo en un abrazo demoledor mientras nos empezamos a besar como si nos quisiéramos comer, me alejo por falta de aire y él soba mis nalgas, ahí siento que su pene aún esta dentro de mí empezando a ponerse duro una vez mas.
—¿Y qué es lo segundo?. —acaricio su cara con suavidad, es un acto reflejo y que él disfruta porque cierra los ojos sintiendo mi mano y besos por su cara.
—Quiero arriba. —jadea cuando llego a su cuello, paro al oír lo que dice—. ¿Me dejas arriba?. —me mira a la espera de mi respuesta, asiento dándole alivio claramente, nos gira de golpe y me besa mientras ingresa en mi ya que en la girada su pene se salió de mi v****a.
—OOOOGGGG DIIIOOSSSSS.... AAAAAAAAAA. —alza mis rodillas y más adentro no creo que llegue, no deja de besarme, llevo mis manos a su cuello intentando sostenerme de lo duro que me cabalga.
—Ooojjj... Oojjjjj... Oojjjj carajo... Mierda. —tira la cabeza hacia atrás gimiendo, lo aprieto ya que siento que estoy llegando a la cumbre pero me aleja, sale de adentro de mi viniéndose en mi vientre, de inmediato me siento y lo miro como aprieta su pene tirando la cabeza hacia atrás, se sienta en sus talones y la imagen es irreal, un hombre musculoso y sudoroso apretándose el m*****o y disfrutando el orgasmo—. Mierda me dejé llevar.
—¿Eh?. —lo miro a los ojos.
—Debimos cuidarnos. —mis lágrimas empiezan a salir por eso, realmente me dolió—. ¡Cómo se me pasó mierda!. —se va al baño azotando la puerta y yo quedo en la cama sin saber que hacer, al rato vuelve encontrándome en la misma pose, sentada con mis piernas abiertas, me hace acostar tapándome—. Discúlpame... Necesitamos dormir.
—Si. —me giro dándole la espalda con mis lágrimas a ful.
—Perdón.
—¿Por?.
—Por lo que pasó. —me muerdo los nudillos para no soltar un llanto doloroso—. No debió pasar así, perdón.
A la mañana me levanto primera, bueno, más bien no dormí nada de lo nerviosa y avergonzada que estaba, me cambio rapidito y sin hacer ruido para que no despierte, bajo a hacer el desayuno para mi sola porque ninguno se levanta aún, aunque dejo la paba llena de agua y en fuego mínimo para que se vaya calentando y tostadas hechas por si alguno se levanta.
Cuando Mudo aparece no puedo verlo a la cara, me carcome la vergüenza pero él actúa como si nada, solo que esta vez se sienta en la mesa conmigo, no como las otras veces en las que se iba al sillón con su taza con café y tostadas, ¿me lo quiere poner difícil acaso?.
Los dos miramos la taza mientras estamos en silencio, no creo que pueda decir nada, es mi primera vez y él ya es un hombre con experiencia, debe estar acostumbrado a estas situaciones de levantarse y hablar con quien tuvo sexo.
—¿Estas arrepentida?. —salto en la silla porque habló de golpe, lo miro y niego.
—No... No estoy arrepentida para nada. —asiente mirándome a los ojos.
—Yo tampoco. —me sube el calor y él suspira tirándose hacia atrás en la silla—. ¿Te resulta incómodo?.
—Si. —juego con la cuchara, de golpe se volvió mas entretenida verla—. Es mi... Primera vez, no sé que hacer. —lo miro sonriendo sabiendo que estoy mas roja que un tomate—. Hasta mirarte me da vergüenza. —se ríe negando.
—No hay que actuar así, no es para tanto. —muerdo mis labios ya que eso me dolió, para mi si es para tanto y debe ser donde no soy activa y debo verlo como algo más de lo que debería—. Hay que seguir normal... Fue un favor y ya.
—Si. —suspiro recobrando fuerzas y volverme de piedra tal como él está—. Y te lo voy a compensar.
—Eso espero.
—¿Qué esperas?. —aparece Malo sin remera y somnoliento.
—Nada.
—¿Vas a desayunar?.
—Si. —se sienta con nosotros y eso me deja más sorprendida—. Estoy muerto... Estuve con dos minitas súper ricas.
—Nadie te preguntó. —sonrío dándoles la espalda mientras le preparo el desayuno.
—Amargado... Seguro estas así porque te tuviste que quedar.
—No me interesa salir así, ya sabes.
—Cambiando de tema... ¿Está semana empieza a dormir conmigo no?. —eso me deja mirando hacia la alacena escuchando.
—Va a seguir conmigo... Creo que es mejor así. —eso me relaja notablemente y viene un alivio grande a mi cuerpo.
—¿Hay algún problema que vaya conmigo?. —pongo las cosas frente a él sentándome, de reojo veo que mira a Mudo pero él sigue desayunando.
—Soy el jefe acá y se hace lo que digo... Va a seguir conmigo y punto.
—Bien bien. —aparece Bueno y yo aprieto mis manos abajo de la mesa.
—Vas... —tomo coraje y lo miro a la cara con asco—. ¿Te hago el desayuno?.
—Si por favor. —le armo rapidito pasándoselo y estoy muy incómoda con él acá—. Gracias.
—Hay que picar leña. —Mudo los mira turnándose—. Ya piqué toda la semana, le toca a uno de ustedes.
—Yo voy. —habla Bueno—. Así saco un poco el estrés.
—Deberías hacerlo más seguido.
—¿A qué viene eso?.
—Bueno... Eemmm. —se miran muy mal, no me prestan nada de atención—. ¿Hay ropa para lavar?.
—¿Dime a qué viene eso? ¿Qué carajo te importa lo que le pase a esta puta?.
—Sinceramente me importa un carajo... Pero es nuestro trabajo y debemos entregarla entera... Y otra cosa. —lo apunta ahora y yo estoy temblando mientras Malo sigue comiendo como si nada—. Violadores no somos... Una más y sales de está misión... Sé hombre con un carajo, acepta un no... No importa lo que haga con su vida o con cuantos tipos este, si te dice no es no.
—¿Qué pasó que no me enteré?.
—Nada. —dicen los dos volviendo a comer como bestias.
—Bueno. —Malo me mira sonriendo de diversión—. ¿Me sirves más café Ester?.
—Si.
Me paso la tarde en la habitación con un libro que encontré en un cajón de la lavandería, ¿Qué hacia ahí? no tengo la menor idea, pero lo leo metiéndome en él, no oigo nada solo estoy centrada en mi libro que resulta esta buenísimo.
Miro la ventana y me doy cuenta que ya es de noche, me giro asustada cuando me tocan el brazo.
—Perdón. —es Mudo que me mira intrigado—. Pero ya son las nueve.
—No me di cuenta... ¿Todo el día estuve encerrada acá?.
—Si... Cada vez que vine a verte estabas en la misma posición. —muevo el cuello gimiendo de dolor, me paro estirándome haciendo que todos los huesos me crujan.
—Me voy a dar un baño y me voy a dormir.
—Emmm... ¿No vas a cocinar?.
—Antes envenenaba la comida ¿ahora no?. —sin decir nada bajamos, los otros dos están en el living mirando boxeo.
—¿Qué vas a cocinar Ester?.
—Ahí me fijo. —hago unas hamburguesas y un arroz con una ensalada, pongo la mesa para los tres y sirvo todo—. Ya está, vengan. —Bueno llega primero y mira la mesa donde esta todo servido para ellos tres.
—¿No comes?.
—Tengo mucho sueño. —Mudo se sienta empezando a comer—. ¿Cuándo terminen pueden dejar los platos en la pileta?.
—Si, no te hagas drama.
—Y póngale un poco de agua. —subo corriendo y me acuesto, intento dormir pero no puedo de los nervios, recuerdo lo de anoche y me rio como tonta, pero se corta todo cuando entra asiéndome temblar.
—No hacia falta que no comas. —estoy dándole la espalda pero siento cuando se sienta en la cama y suspira—. No va a pasar nada Ester.
—Ya lo sé. —muerdo mis dedos mirando hacia afuera—. Gracias por lo de anoche.
—Ya deja de darme las gracias.
—Es que sé que no soy una mujer atractiva, y te he visto como me miras.
—¿Y cómo lo hago?. —esta sin moverse.
—Con asco.
—Yo no te miro con asco.
—Es lo que siento. —se acuesta y yo sigo en mi rinconcito.
—Me sentí bien anoche... Demasiado bien, pero no debe volver a pasar, eres mi trabajo no está bien.
—Entiendo. —siento su mirada en mi espalda.
—¿Querías que volviera a pasar?. —alzo los hombros y sonrío.
—Me gustó... No me iba a enojar si volvía a pasar.
—Por ahora no... Menos si mis compañeros están en la casa. —acomodo la almohada pensando.
—¿Qué edad tienes?.
—Diez mas que tú.
—Bien... Al menos sé algo de ti.
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