Pasan unos días en los cuales me dedico a limpiar, los baños gracias a Dios no estaban tan mal como me imaginaba, la verdad que me esperaba no sé, que hasta hallan sapos dentro del inodoro, pero solo habia sarro y mucha tierra. Hay tres baños en toda la casa, uno abajo que la puerta da para el living, es un baño sin ducha, solo inodoro y lavamanos nada más, uno donde duermo que es el que más me gusta porque es inmenso y como se ve que es la habitación principal y matrimonial la bañera es grande y comoda, y el último en el pasillo de arriba que ese lo usan Bueno y Malo, son bastante ordenados y limpios ya que cuando voy a limpiar está todo en orden y nada sucio ni tirado.
Me levanto y me pongo el pulóver de Mudo que no se lo devolví más y no se lo pienso devolver, ya que todas las noches le doy una lavada a mano y lo dejo secando cerca del calefactor así cada día me lo pongo limpio y calentito, me dieron unas pantuflas que las trajeron cuando el Mudo y el Malo fueron al pueblo a comprar lo que hacia falta y ya no me paso de frio, aunque tampoco le devolví más las medias que me pasó, son medias largas que me llegan a las rodillas así que es muy poco lo que muestro de mis piernas.
—¿Podemos ir afuera?. —miro por la ventana con la ilusión de estar ahí afuera tranquila y disfrutar de esa naturaleza que hay.
—¿Ah?. —miro al Mudo que se está vistiendo.
—Quiero limpiar el patio.
—¿De verdad eres adicta a la limpieza o qué?. —hay un deje de burla pero lo dejo pasar sin decir ni hacer nada.
—Me gusta que este limpio nada mas.
—A la tarde si tengo ganas.
—Bien. —miro el cesto de la ropa y decido lavar así que bajo con el canasto—. Si tienen ropa tráiganla así la lavo. —meto a lavar lo mío y lo del Mudo y la ropa interior la lavo a mano, estoy fregando cuando los dos traen sus canastos, lavo casi a diario así que no se junta mucho, mas que nada lavo a diario para no aburrirme y hacer algo cada día o me muero del aburrimiento ya que no tengo la menor idea de que hacemos acá o que es lo que esperamos—. Bien ¿Los toallones y las sabanas?.
—Hubieras avisado.
—Si me dejaran limpiar sus habitaciones no habrían estos problemas.
—Ya los traigo.
Mientras traen las cosas voy lavando lo otro, cepillo y friego con toda mi calma ya que no tengo nada que hacer más que la comida, cuelgo adentro y miro que hay para cocinar, me pongo a hacer un guiso y recién me doy cuenta que tengo hambre, me siento en la mesa a picar las verduras y desde ahí los miro que están en el living mirando un partido de fútbol y sé que están pendientes de lo que hago, ya que al menor movimiento cambian de postura o tensan la mano o hacen cualquier movimiento.
Cuando ya está pongo la mesa, hice pan y está calentito, sonriendo voy al living a buscarlos para que coman.
—Ya está la comida, vengan a comer. —vienen los tres en silencio, agarro el cucharon para servirles pero el Mudo me lo saca sirviéndose solo—. Bueno... Siéntense está rico. —el Mudo se va con su plato y el pan, los otros se sirven haciendo lo mismo, se van con sus platos llenos sin siquiera decirme gracias por la comida, me siento y no puedo comer de la bronca me da esta situación, me paro a limpiar la mesa y cuando voy a la escalera escucho.
—¿A dónde vas?.
—A darme un baño. —me giro viendo que Mudo no mas me mira, está en un sillón individual y los otros solo siguen tal como están mientras comen.
—No tardes. —me ducho rápido para que cuando suba no me encuentre cambiándome, y bajo a seguir con la ropa.
—Estaba muy rico. —miro a Malo sorprendida por sus palabras ya que nunca me dice nada.
—Gracias. —voy doblando pasando mi mano ya que no tengo plancha y hago el intento de sacar la mayor arruga posible a cada prenda, pero el problema es que no sé de quién es cada cosa por eso pongo todo junto.
—Dime la verdad.
—¿Qué verdad?. —no lo miro, sigo en lo mío intentando de mantener la compostura y no mandarlo a la mierda, y si que me sobran las ganas de hacerlo.
—¿Eres la mujer de Pablo?.
—No.
—¿Por qué mientes?.
—¿Qué es lo que quieres?. —lo miro enojada—. Te estoy diciendo que no, y si quieres que te diga que si dímelo y te lo digo así eres felíz pero no me jodas... Te estoy diciendo que no.
—Y estas fotos. —Mudo aparece tirándolas en la mesa, las agarro mirandolas sorprendida, salgo con Pablo caminando de la mano mientras recorremos el shopping, esto quiere decir que nos seguian por eso de estas fotos.
—No dice nada. —las voy mirando de a una.
—Yo creo que estas jugando con nosotros.
—¿De qué forma?. —los miro a los tres y me da miedo realmente, le tengo mucho miedo a los golpes, a que crean que me pueden sacar información a los golpes cuando en realidad no sé nada
—No estas asustada cuando otra estaría aterrada. —Malo apunta hacia todos lados con sus brazos abiertos—. Te la pasas limpiando ¿cómo es posible?.
—¿Qué voy a hacer? ¿Estar llorando día y noche en un rincón? Ya pasé por eso y no sirve de nada. —agarro una remera y la tiro con fuerza en la mesa haciendo que los tres me miren sorprendidos—. Y está mierda que muestra todo... Odio esta ropa hija de puta... La odio. —me agacho tapando mi cara negándome a llorar, no quiero hacerlo más, ya estoy cansada de llorar por todo—. Bueno... —los miro que están serios y en el mismo lugar mirándome—. Pueden agarrar sus cosas porque no sé de quien es cada cosa.
—¿De verdad no nos tienes miedo?. —miro al Bueno riendo como demente y creo que ellos me ven así, como que estoy loca de remate por mis actitudes.
—¡Les tengo terror! ¿Acaso me creerían si me la paso llorando?.
Se van dejándome sola, furiosa agarro toda mi ropa y subo a la habitación guardándola, tengo todo prolijo lo mío y lo de Mudo, hay una cómoda con cinco cajones así que los dividí a la mitad, cuando lo acomodé el quedó de piedra ya que en el primer cajón está nuestra ropa interior, mitad del cajón la mia y la otra mitad de él, lo mismo con los otros, las remeras y camisetas en el segundo y pantalones en el tercero, obviamente no hay casi nada de ropa al ser una situación de fuga para ellos y secuestro para mi, y en el cuarto cajón los toallones, y sabanas y en el último su calzado, de esa forma no hay calzado en el suelo y todo queda libre.
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Llega el fin de semana y el Malo con el Mudo se preparan para salir, los miro con asco ya que se van a buscar mujeres para sacarse las ganas, bueno, eso es lo que dijo Malo mirándome a los ojos, niego comiendo sola como en cada comida.
Cuando se van miro mi plato pensando en la situación que estoy y si en algún momento esto va a cambiar, quiero mi cama, mi casa, mi baño, quiero mi vida de una vez por todas.
—Cuando termines ve a dormir.
—Ya sé lo que tengo que hacer. —lavo la loza y él se rie.
—Sigo sin entenderte.
—¿Y qué quieres que haga?. —me seco las manos y la mesada dejando todo limpio, me giro viéndolo sentado en una silla mirándome.
—Estas secuestrada y actúas como si fueras la mujer de la casa.
—¿Acaso no lo soy? Que yo sepa lavo tu ropa y cocino tu comida. —subo corriendo, pero paro cuando me dice.
—Te juro que si no fueras la mujer de un mafioso te cogería hasta que quede seco. —me giro lentamente fusilandolo con la mirada.
—Gracias por avisarme que trabe la puerta degenerado. —cuando avanza corro desesperada a la habitación y corro el mueble trabando la puerta, mueve la manija y me cargo en el mueble haciendo mas peso, es un hombre con fuerza y me saca sus buenos kilos, me derribaria sin problemas.
—No es para tanto, solo fue un comentario.
—Vete, no vas a conseguir nada conmigo.
—Vamos... Él no lo va a saber y de mi boca no va a salir.
—Vete, no me molestes. —sacude la puerta y me siento desesperada, miro hacia todos lados buscando algo con que golpearlo por si llega a entrar.
—Después de que te coja vas a ver que no vas a querer volver con él. —mi corazón parece que se me va a salir del miedo que tengo—. Vamos Ester... Dale abrí, no voy hacerte nada.
Paso la noche sentada en una esquina mirando la puerta, realmente me asustan estos tipos, intento ser amable con ellos haciendo las tareas del hogar para que ellos me crean útil y no me hagan nada, pero realmente tengo miedo, mucho miedo.
Me despierto asustada cuando sacuden la puerta, me paro temblando hasta que oigo a Mudo.
—Ester ¿Ester porqué tienes trabada la puerta? Abre.
—Ya abro. —corro el mueble y abro la puerta, desde el marco de la puerta mira todo.
—¿Qué pasó?.
—Nada. —voy a la cama y la abro, me acuesto y cierra la puerta entrando.
—¿No estabas en la cama? Dime qué pasó para que trabes la puerta y no hallas dormido.
—Nada, solo que no me sentía segura donde no estabas conmigo. —asiente y apunta el baño.
—Me voy a dar una ducha.
—Si... Ve tranquilo. —me siento y miro ansiosa la puerta aunque tengo la leve esperanza de que si Bueno o Malo intentan algo, Mudo va a defenderme.
—¿Por qué miras tanto la puerta? ¿Tienes miedo que entre?.
—No... Solo... Recuerdos.
—Si él entró a la fuerza es mejor que me lo digas.
—No no... No pasó nada de verdad. —me acuesto dándole la espalda y él se acuesta—. ¿Cómo fue tu noche?. —queda en silencio, me giro para ver si duerme pero me está mirando.
—Bien, me fue bien. —mira el techo suspirando—. Duerme algo... Te ves cansada.
Me duermo pero cualquier cosa me despierta, como cuando se mueve para acomodarse en la cama o estira las sabanas, o hasta un suspiro, esas cosas hacen que me siente mirando la puerta creyendo que es Bueno a insistir, cuando me quedo tranquila que nadie va a entrar me acomodo, Mudo duerme sin inmutarse de mis miedos que me generó la vida estos meses de no estar en mi casa sin miedo a que alguien entre a mi cuarto sin ser invitado.
Cuando Mudo se levanta lo hago tambien así salgo con él, voy a la cocina sacando pollo del frízer y lo meto al horno.
—Ester. —me giro asustada y lo miro, cuando da un paso me alejo mas de él—. Quería que hablemos de lo de anoche.
—No pasa nada... Yo lo tomé mal.
—Entiendo que te lo hallas tomado mal, no debí hacer ese comentario. —da otro paso y me tropiezo donde me voy para atrás—. Pero por favor no reacciones así, no soy un violador ni nada por el estilo. —apunta una silla—. Me voy a sentar para que estés más tranquila. —lo miro fijo mientras pienso en todas las posibilidades que tengo para escapar y realmente son pocas—. No voy a negar que eres una mujer muy atractiva... Y yo estaba... Necesito salir no sé si me entiendes a qué.
—Si, lo entiendo.
—Y si no salgo me.. Soy un hombre adulto y tú eres una mujer adulta...
—No me voy a acostar contigo.
—¿Tengo algo malo?.
—No... Pero no me voy a acostar contigo. —asiente serio.
—No quise que lo tomes a mal solo... —se friega la cara como con cansancio o irritado—. Solo creí que estando solos podíamos... Ya sabes, y que quede ahí, en sexo nada más. —trago duro negando—. ¿Ni una vez?.
—Nada... Ya te dije que no. —me mira en silencio y asiente.
—¿Qué debo hacer?.
—¿Para qué?.
—Para que aceptes. —ya me esta dando miedo y no sé que hacer, ¿no entiende un no este tipo?.
—Ya te dijo que no. —siento que puedo respirar cuando Mudo aparece, Bueno se para, aunque ya no me parece bueno para nada.
—Estaba hablando con Ester.
—¿Cuántas veces debe decirte que no para que entiendas?. —lo mira y como que saca pecho—. Sé hombre y acepta un no de una mujer que ya no sabe como decirte que no... A la primera que dice que no, respira hondo... Abróchate el pantalón y retírate hermano no insistas.
—Como dije... Estaba hablando con ella.
—Ester. —lo miro pero él sigue mirando a Bueno—. ¿Quieres acostarte con este?
—No.
—¿Segura?. —asiento efusivamente dándole a entender que afirmo rotundamente que estoy segura de lo que digo.
—Segurísima. —se mueve de la puerta.
—¿Vas a seguir insistiendo?. —se va y yo siento que respiro.
—¡Dios santo!. —me apoyo en la mesada tapándome la boca, cierro los ojos y mi cabeza da vueltas, salto del susto cuando me tocan el brazo—. Dios mío, perdón.
—Tranquila, sé que debes estar aterrada. —asiento mirándolo mientras hago puchero, frunce las cejas y no sabe que hacer.
—Perdón, voy a ver la comida.
Desde la cocina los veo comer en el living, hay como una tensión muy fuerte entre Bueno y Mudo, estoy a unos metros pero igual estoy incómoda, miran no sé qué porque no presto atención pero en otras comidas hacían comentarios de lo que veian y ahora solo habla Malo, porque entre Mudo y Bueno se dan miradas duras nada mas.
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Llega otro fin de semana y Mudo se queda conmigo, desde la ventana los veo irse y siento alivio realmente de que se vayan esos dos, no sé porque Mudo me inspira confianza, hasta hace una semana Bueno tenia ese efecto en mi pero ya no, sus palabras me helaron la sangre y mas cuando sentí que subía las escaleras atrás mío, Dios que fue un momento aterrador para mi y él no lo entiende o se hace la víctima ahora, porque es lo que creo que quiere hacer, hacerme quedar como loca y él que solo hizo un comentario inocente y yo lo di vuelta todo.
—¿Todavía despierta?.
—Esta fría la cama. —se acuesta en bóxer como siempre, solo que ahora no me molesta como en un principio, y su arma abajo de la almohada.
—Tienes razón, esta re fría. —nos quedamos en silencio un buen rato, cuando me estoy durmiendo habla.
—Dime la verdad Ester ¿Él quiso forzarte?. —niego suspirando.
—Me dijo que me cogería y yo me asusté... Subí corriendo y más me asusté cuando quiso entrar... Trabé la puerta pero seguía insistiendo en que abra y me acueste con él... Me dió terror, no sabia que hacer. —no dice nada ni escucho que respira, pongo mis manos en mi vientre pensando—. ¿Quienes son ustedes? ¿Ya se contactaron con Pablo?.
—¿Quieres volver con él?.
—Realmente no.
—¿Después de lo del fin de semana pasado igual?.
—Así es... Me siento segura acá. —aun no apaga la luz así que nos miramos fijo a los ojos—. Cuando estas a mi lado me siento segura. —me mira sorprendido mientras alza las cejas.
—¿Por qué niegas que eres su mujer?.
—Porque no lo soy. —me giro de costado frente a él así estoy más cómoda, y pienso en la situación en la que estamos—. ¿Te puedo preguntar algo?.
—Dime.
—¿Te parezco atractiva?. —frunce las cejas tirando la cabeza hacia atrás como que ni se lo esperaba, ni yo tampoco, me salió de la nada decirlo.
—¿Eso mismo le dijiste a mi compañero para que después piense que era un invitación?. —me mira entre medio enojado y medio sorprendido—. Porque yo lo estoy tomando de ese lado.
—A él no le dije nada. —y es toda la verdad, ni siquiera puede decir que coquetee con él porque no es así—. Y a tí si te estoy invitando.
—¿Y qué te hace creer que aceptaría?.
—¿Te parezco atractiva si o no? Solo eso.
—Si... Eres una mujer muy atractiva ¿contenta?.
—¿Me harías el amor?.
—¿Eh?. —estiro mi mano a su vientre pero me la agarra apretándome—. ¿A qué juegas? No me toques no te pases.
—Me dijiste que te parezco atractiva. —¿Dios, qué estoy haciendo?, jamás fui atrevida con los hombres ni menos encarar a ninguno que ahora desearía tener esa experiencia y no estar aterrada como lo estoy—. ¿Tienes mujer? ¿Es eso?
—No... No es eso, es que eres mi trabajo y no está bien. —me hace sentir que quiere pero no debe, y que si fuera otra la situación hubiera aceptado de una—. Es mejor que duermas. —se gira dándome la espalda, me muerdo los labios sin saber si seguir insistiendo o dejarlo ahí—. Necesitas descansar Ester.
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