Capitulo 1
—Cállate de una vez. —siento el sacudón violento que me da.
—Solo estaba cantando. —me sale adolorida la voz ya que me hizo golpearme el hombro con algo punzante.
—Déjala en paz. —escucho al otro que habla y su voz es suave y calmada, no como el Malo que siempre me reta y golpea.
—Pone la radio mejor. —me quedo en silencio un rato intentando mantener la cordura, pero no puedo, y más que ellos no dicen nada.
—¿Les puedo pedir un favor?.
—¿Qué?.
—¿Podrían atarme las manos adelante? Es que me estoy empezando a desesperar.
—No. —respiro hondo intentando calmarme pero no puedo, ya no puedo más.
—¡Señor Jesús!. —mis lágrimas empiezan a salir—. Por favor ya no puedo ir así.
—CIERRA LA MALDITA BOCA. —empiezo a patear el auto y a gritar como loca haciendo que discutan, pero no sé que dicen ya que mis gritos son más fuertes que los de ellos, frenan de golpe llevándome hacia los asientos traceros cuando escucho que abren las puertas y luego el baul— Vuelve a patear dale. —lo hago y me da un golpe con fuerza.
—SUÉLTAME, YA NO PUEDO MÁS IR ASÍ, ME ESTOY VOLVIENDO LOCA... NO VOY A ESCAPAR PERO SUELTENME.
—Te voy a girar así te suelto.
—¿Estas loco? Va a querer escapar.
—Tiene razón, no puede estar mas de está manera, ya hace horas que esta con los brazos hacia atrás. —sus manos van con suavidad mientras me suelta, pero gimo de dolor dejando mis brazos estirados a mis costados.
—Gracias.
—Vuelve a girarte. —mis brazos y piernas no responden para nada y es muy doloroso si los fuerzo.
—Me duelen mucho no los puedo mover. —me giran y atan mis manos adelante, ya no están apretadas las sogas sino es más que nada para que me mantenga quieta.
—No intentes nada o te volvemos a poner los brazos atrás.
—No voy a hace nada.
—Sigamos.
No sé quienes son, solo los reconozco por la voz porque mis ojos están vendados y sé que son dos, el Malo y el Bueno, el Malo tiene su voz gruesa y es muy rudo conmigo, cada vez que me toca me duele ya que me golpea, en cambio Bueno es todo lo contrario, me habla con calma y respeto.
Al tener mis manos adelante puedo moverme para acomodarme, me giro y me acomodo intentando dormirme, pero siento una voz y una mano que me toca con suavidad, aprieto las piernas y me quedo quieta para ver si así se va y no me quiere tocar y se aleja pero sigue sobre mi, me hago bolita y la mano me toca el hombro, baja un poco y eso me desespera porque me da la sensación que me va a tocar los pechos por eso me revuelvo desesperada y asustada.
—Tranquila voy a desatarte. —es el Bueno, él jamás me tocó así.
—¿Por qué me vas a desatar?. —intento escuchar algo, hay muchos ruidos de autos pero no de personas.
—Supongo que quieres ir al baño.
—Si... Si por favor. —me desata las manos y me hace sentar a la orilla con las piernas colgando.
—Bueno, pero atada y vendada no puedes ir. —dirige sus manos a mi cabeza—. Esto lo voy a decir una sola vez... Intentas algo, te matamos.
—No voy a hacer nada lo juro.
—Bien. —me saca la cinta con cuidado y me cuesta abrir los ojos—. Dame la mano.
—Es de noche. —digo de la nada, le doy la mano y tiemblo de frío, miercales que esta helando en este lugar—. Hace mucho frio.
—Toma, ponte. —me da su campera ya que estoy en pijama diminuto.
—Gracias. —estamos en una estación de servicio, vamos al baño en silencio, no me animo a mirar hacia atrás a ver si el Malo nos sigue, pero lo que si veo de reojo es que Bueno mira para todos lados.
—Entra. —entra atrás mío y apunta el inodoro—. Me doy vuelta.
—Gracias. —cuando termino hace él, juego con mis manos esperando y en silencio.
—Vamos al auto en silencio y no mires a ningún lado.
—Si. —cuando volvemos al auto veo que hay otro hombre y yo solo oí a dos.
—Vamos a pasar la noche en el motel que hay mas adelante. —su voz es potente y electrizante, es alto y sumamente corpulento, su cara muy varonil y su pelo al rape con un rastro de barba y ojos cansados, como si no durmiera bien hace días.
—No doy más de cansancio. —cuando llegamos al motel el Malo me mira riendo.
—Debes estar acostumbrada a estos lugares. —lo miro sin entender y mas se ríe—. Hacete la desentendida.
—Ella duerme conmigo. —miro al gigante que no había estado hablando o que se nos unió en la estación de servicio, y me agarra del brazo.
—La quería conmigo. —el Malo se ríe y yo solo camino, llegamos a la recepción los cuatro y la mujer nos mira, Dios, debe pensar que voy a estar en una orgía con estos tres.
—Tres habitaciones matrimoniales. —sonrío aliviada cuando sus ojos vuelven a la normalidad, les da las llaves y salimos, quedo de pie apretando mis manos cuando entramos a la habitación— Yo del lado de la puerta. —rodeo la cama en silencio y la abro—. No actúes así, no voy hacerte nada. —se sienta hundiendo la cama con fuerza, se saca las botas gimiendo—. A no ser que quieras escapar... Ahí si te voy a dar un tiro justo en tus piernas. —veo como deja el arma abajo de la almohada, se acomoda vestido y con una mano abajo de la almohada—. Acuéstate que a penas salga el sol salimos.
—Si.
Me acuesto a la orilla y dándole la espalda, me tapo hasta el cuello sintiendo al fin un poco de tibieza después de muchas horas, estoy casi desnuda sin contar que soy muy friolenta, cierro los ojos comenzando a recordar lo que pasó. Estaba durmiendo cuando oí que la puerta se abría, pensé que era él que iba como cada noche a sentarse en la orilla de la cama a acariciar mi cuerpo pensando que yo no lo sentía o oía, pero esta vez una mano tapó mi boca y una pistola en mi cabeza me dejó de piedra, me levantaron poniéndome enseguida una cinta en la boca y una voz me susurro que no intente nada o me volaban los cesos, corrimos un buen rato hasta que me subieron a un auto, anduvimos un poco y ellos no emitieron sonido hasta que pedí ir al baño, para más humillación tuve que orinar a la orilla de la rueda con ellos mirando y riendo por lo que estaba haciendo, los odié porque ellos me tienen secuestrada sin ni una explicación y se reían, desgraciados mal nacidos, después me ataron y me acostaron en el baúl hasta que me volví loca.
—¡Ey arriba!. —me sacude y salto del susto, lo miro que ya esta listo.
—Si, ¿Ya vamos?.
—Si necesitas el baño es ahora porque no vamos a parar. —me lavo la cara y me enjuago la boca, me acomodo el pelo viendo las marcas que tengo, mi hombro esta morado del golpe y mis ojos rojos, de reojo veo que revisa el arma y luego me mira atento que es lo que hago—. ¿Ya terminas?.
—Lista. —me agarra la mano como si fuéramos pareja y salimos, hay gente entrando y saliendo, llegamos al auto y nos subimos los dos atrás ya que los otros ya están arriba.
—Andando.
—¿No la vas a vendar?.
—Ya no es necesario.
—Va a ver los carteles.
—Ya estamos cerca. —agarra una calle de piedra y llena de árboles a los costados dando la sensación de una pelicula de terror, vamos unos minutos y dobla hacia otra calle peor que la anterior, luego de la nada estamos en campo pelado por un tiempo, andamos como tres horas haciendo que me de muchísimo sueño, me apollo en la puerta doblándome toda para cubrirme hasta los pies con la campera y miro el paisaje sin ánimos hasta que llegamos a un pueblo.
—Al fin llegamos... Viaje de mierda. —el Malo va al volante, sigue metiéndose como en una chacra hasta que veo una casa.
—No doy más por una ducha. —bajamos y el Mudo me empuja al caminar.
—Camina.
—Pero no me empujes. —furiosa me giro fulminandolo con la mirada—. Dímelo y lo hago pero no me empujes. —cuando entramos está todo sucio y hace mucho frío, ya está oscureciendo otra vez donde es invierno.
—Voy a picar leña. —el Mudo sale y yo quedo en el lugar en donde me dejaron mirándolos.
—No es como el palacio donde estabas viviendo. —los miro que se ríen mientras acomodan unas cosas.
—De hecho es mejor. —miro el techo y las paredes mientras el Mudo hace fuego y se calientan mientras yo, tirito no dando más, estoy descalza y ya no siento mis pies, es como si el frío subiera por mis pies, de ahí sube por mis piernas dándome un dolor inmenso—. ¿Tendrían algo de ropa? Me estoy congelando.
—¿Cuántas habitaciones hay?. —dice el Bueno sin darme cinco de boliya a lo que digo.
—Tres.
—¿Cómo hacemos?.
—Ella duerme conmigo. —el Mudo habla de inmediato.
—Mejor, quiero dormir bien, no estar alerta toda la noche. —el Mudo me apunta las escaleras.
—Ven conmigo. —lo sigo hasta una habitación, agarra un bolso poniéndolo en la cama—. Acá hay ropa que sacamos de tu casa... Ahí esta el baño, dúchate si quieres
—Si.
Abro el bolso y es toda ropa reveladora, saco una remera y una calza, me doy una ducha nerviosa, él esta ahí sentado en el inodoro esperando, me dijo que me bañe si quería pero en ningún momento dijo que iba a entrar conmigo a controlar no sé qué ya que me voy a duchar, no voy a sacar un arma de mi v****a. Cuando termino quedo detrás de la cortina sin saber que hacer, ¿Acaso espera a que salga desnuda y ahí secarme al natural? pero lo descarto cuando me tiende una bata, me envuelvo bien saliendo.
—Vístete
—Pero... —miro hacia todos lados nerviosa—. ¿Puedes salir?.
—Ahora. —sigue sentado mirándome muy feo, me doy vuelta y me seco con mis lágrimas saliendo, me pongo la parte de abajo primero y ahí lo de arriba, esto es muy incómodo y humillante—. No entiendo tu actitud.
—¿Sobre qué?. —abre la puerta y apunta afuera.
—Sal que me quiero bañar.
—Bueno... Voy a limpiar un poco. —sacudo la cama y la tiendo, paro el colchón sacudiendolo, si voy a dormir acá quiero que no tenga polvo ni olor, sino que al menos quiero descansar bien, abro la puerta y bajo en silencio, casi ni ruido hago, y no es que sea la intención, pero al estar descalza genero eso, como no hay nadie voy a la cocina a ver si encuentro cosas de limpieza, caigo al suelo cuando me dan un golpe terrible en la espalda y se suben arriba mío—. AAAGGG.
—¿A dónde mierda ibas?.
—¿Eh?. —aprieta mi cabeza contra el piso y me duele mucho—. Busco una escoba. —presiona más y mis lágrimas caen—. Busco una escoba no me escapaba lo juro. —me alza de los pelos y subimos las escaleras a las corridas, cuando llegamos a la habitación me tira a la cama, me giro parándome como un rayo y alejándome de la cama viendo que cierra con llave— ¿Que... No por favor.
—¿De qué mierda hablas?. —me enrollo toda agachada en el suelo mirándolo, Dios por favor, espero no tenga otras intenciones, o como lo paro si es gigante—. No me mires así. —miro la cama con terror, da vueltas enfurecido—. ¿A dónde querías escapar?.
—No quería escapar. —se friega la cabeza sin dejar de dar vueltas.
—¡No me mientas con un carajo!. —me hace temblar verlo enojado—. La próxima vez te voy a disparar... Lo voy a hacer te lo juro, no busques que te lastime.
—Quería una escoba para limpiar el piso nada más. —me mira parando la caminata intensa e incontrolable que tenia—. Solo eso.
—Acuéstate que es tarde. —rodea la cama por el lado de la puerta, se sienta en silencio mirándome, me paro y voy al que seria mi lugar—. Duerme y no intentes escapar o ya sabes lo que va a pasar.
Me giro dándole la espalda y lloro en silencio por mi situación, mierda, no puede ser que la policía me metiera en todo esto y solo soy la marioneta de todo el mundo, ahora estoy enredada en esta mierda y no sé que va a pasar ni como va terminar, pero solo espero que en mi casa con mi vida normal y todo mi cuerpo tal como está, y más que nada mi mente.
Me despierto cuando me mueven, no es bruto ni suave, me mueven lo justo para que me despierte y lo agradezco porque no es lindo que te sacudan como queriendo sacarte la cabeza del cuerpo como hizo Malo en el auto, me giro asustada y es el Mudo ya vestido, me estiro desperezándome.
—A desayunar.
—Si... Me voy a lavar la cara.
—Te espero acá. —hay un cepillo celeste y uno rosa, me lavo y me peino con los dedos al no haber peine, y anoche hice lo que pude con el pelo mojado que ahora es un nido de pajaros, cuando salgo me mira poniéndome incómoda, su mirada me barre entera de arriba abajo mientras frunce las cejas—. ¿Toda tu ropa es así?.
—Es lo que hay en el bolso. —cruzo los brazos intentando taparme los pechos y el vientre descubierto.
—Es lo que tenías en tu ropero. —la calza es corta y la remera muy escotada y hasta las costillas, a mi parecer es una media remera—. Vamos.
—¿Me prestarías medias?. —ahí creo que repara en que no pusieron ni un calzado ni medias, abre un cajón sacando un par de medias dandomelas, me las pongo gimiendo de alivio al sentir que me calientan mis pies helados—. ¿Y un suéter o campera fina?. —me tira un pulóver y contenta me lo pongo, me llega por debajo de mis nalgas haciendo que me sienta más relajada—. Gracias. —cuando bajamos están comiendo en la mesa, pero cuando me siento se paran y el Mudo va con ellos, una vez que termino me pongo a limpiar mientras canto.
—¿No tienes miedo a que se te caigan las uñas?.
—¿Eh?. —me las miro y niego—. No... ¿Por qué se me caerían?. —el Bueno se sienta en la mesa y los otros se van a sillón—. No me voy a escapar.
—Pero debo vigilar que no te guardes un cuchillo y degolles a mi compañero. —me agacho sacando lo que hay bajo la mesada enojada por el comentario.
—Muy chistoso.
Canto mientras limpio, parece una casa de familia ya que hay vasos de niños y cosas para pequeños, ¿será la casa de alguno de los tres? ¿O la alquilan y está equipada para quien sea que venga? Cuando abro la heladera me dan ganas de vomitar, hay comida podrida y esta todo asqueroso y con olor, saco todo manteniéndolo lejos de mi mientras lo llevo a la pileta y así lavarlo. Si lo están alquilando la verdad que son unos dueños terribles ya que entregan una casa en este estado, está todo sucio, lleno de polvo y telas de araña por todos lados, eso me da escalofríos mal.
—¿Cómo es tu nombre real?.
—Ester. —estoy casi metida dentro de la heladera limpiando las paredes con una esponja de acero, me llegan a doler los brazos donde no sale la mugre maldita que esta recontra pegada y pongo todo de mi para sacar y fregar cada rincón de esta cosa.
—No... El real.
—Mi nombre real es Ester... Ester Meza. —voy a cambiar el agua y sé que me mira intrigado por lo que hago ya que no es normal que este actuando así mientras soy una secuestrada—. Tengo veinticinco... Vivo sola en un departamento que tengo en un terreno que me regaló mi papá hace unos años... No soy la mujer de Pablo.
—Entonces eres su puta. —me giro viendo que los tres me miran cruzados de brazos.
—No soy nada.
—¿Y cómo es que estabas ahí?.
—No puedo hablar de eso. —guardo las cosas y me pongo a limpiar la cocina, dejo las rejas en la pileta y las perillas en agua, le tiro agua a la cocina así lo quemado se va aflojando un poco y no me arranco las uñas al querer sacarlo—. Que mugre que hay acá ¿de quién es este lugar? ¿O está abandonado?.
—No podemos decirte eso. —dice el Malo riendo con burla.
—Bien... Ni me importa.
—¿Y por qué estuviste todo el día limpiando?.
—Porque si de acá sale la comida quiero que este limpia, no sé ustedes pero yo como con cosas limpias y con rico olor... Es muy asqueroso pretender guardar comida en la heladera en el estado en que estaba, todo podrido y con aaajjj... que asco... No me quiero imagina los baños Dios santo... Bueno, al que pasé de acá abajo estaba bien no sé los otros. —los miro sonriendo—. ¿Ustedes pasaron? ¿Están feos? ¿Muy sucios?.
—¿No nos tienes miedo?. —miro a al Bueno y alzo los hombros.
—Mientras no me violen no... Estoy tranquila.
—¿Y si te seducimos?. —miro al Malo que es el que habló y me rio negando por sus caras.
—Tu si que estas confundido conmigo... Muy confundido. —me cruzo de brazos mirándolo directo a los ojos como demostrándole que soy fuerte y no me afecta lo que dice, en realidad no lo hace pero me enoja que se crea que sabe todo de mi y que puede decir lo que quiera solo por lo que ve que es básicamente ropa diminuta nada más—. Y espero que cuando lo sepas me pidas disculpas. —lo apunto haciendo que se sorprenda por mi arrebato de coraje—. Por que vas a ver que no soy lo que tanto dices.
—¿Digo?.
—Uufff... Pero acuérdate de esto. —los tres me miran fijo y sorprendidos realmente—. Me van a pedir disculpas cada uno de ustedes.
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