Matrimonio de infierno

CAPÍTULO 5

En estos momentos me encontraba en mi habitación, preparándome para la gala. Mis padres no van a ir porque han quedado con unas personas en un restaurante, así que estaré sola con Lukas.

Terminé de rizar mi largo cabello n***o en grandes rizos sueltos y finalicé mi maquillaje pintándome los labios de rojo. Miré la hora y Rona vino a ayudarme a ponerme el vestido.

Rona lleva años trabajando para nosotros. Sandra solo tenía dos. Pero pronto dejará de trabajar para nosotros. Va a cumplir 65 años dentro de un par de meses y mi padre cree que será mejor que deje de trabajar y se centre en su familia y sus nietos.

Luego me puse los pendientes y fui a mirarme en el gran espejo.

—Estás preciosa, cariño —dijo Rona, besando mi mejilla.

—Gracias, Rona —le dije, sonriéndole. Ojalá Sandra estuviera aquí. Sé lo mucho que le gustan este tipo de fiestas.

Justo entonces sonó el timbre de la puerta. Suspiré.

—Debe ser él. Vamos —dijo dirigiéndose a la puerta.

—Vale, vale. Dame un segundo —suspiré de nuevo mientras ella salía de la habitación. Miré mi reflejo. —Coraje —me susurré.

Salí de mi habitación nerviosa y bajé las escaleras. ¿Le gustará mi vestido? Dios mío, ¿por qué estoy tan nerviosa con él?

Entré en el salón y lo vi delante de las grandes puertas de cristal, mirando al jardín. Solo podía verle la espalda. No me vio, así que no sabía qué hacer.

Me aclaré la garganta y se dio la vuelta.

Estaba muy guapo con su esmoquin n***o. ¿Cómo puede ser tan guapo? Solo quería correr a sus brazos ahora mismo. Aclaré mi mente y lo miré.

—Te ves maravillosa, Sarahí —dijo, caminando hacia mí con una sonrisa satisfecha. Me agarró de la cintura con un brazo y me acercó a él. Me miró a los ojos, pasando sus nudillos por mi mejilla suavemente. Entonces sus ojos se movieron a mis labios pintados de rojo.

—No sabes las ganas que tengo de besarte —dijo, mirándome a los ojos y luego a los labios de nuevo, tirando de mí aún más cerca.

¿Puedo morir ahora mismo?

¿No?

De acuerdo.

—Vamos. Vamos —dijo, soltándome y poniendo su mano en la parte baja de mi espalda mientras nos dirigíamos al coche.

El viaje fue silencioso. Bajé la mirada hacia mi anillo de compromiso. Miranda me lo había regalado hacía dos días, pero fue Lukas quien lo compró. Era un gran anillo de diamantes, precioso. Pero seguía decepcionada de que no fuera por amor.

—Sabes, nuestro matrimonio tal vez fue arreglado, pero no creas que no significa nada. Como dije antes, no estaría aquí si no quisiera casarme contigo, porque soy un hombre y ya he estado casado —dijo, mientras yo lo miraba sorprendida.

¿Ya ha estado casado? ¿Con quién? ¿Por qué ya no están juntos?

—Y porque este sea un matrimonio arreglado no será una razón para que te engañe —dijo, mirándome a los ojos—. El adulterio nunca será parte de los errores que cometeré.

Lo miré y asentí, sonriéndole. Él me devolvió la sonrisa. Dios mío, sonrió. Una sonrisa de verdad.

Tomé su mano entre las mías, apretándola ligeramente, y le sonreí.

—Entonces ya somos dos —volví a sonreírle mientras el coche se detenía.

Se bajó y me cogió de la mano mientras entrábamos. Me rodeó la cintura con el brazo y tiró de mí.

—¡Lonsing! —dijo alguien en voz alta. Nos giramos para ver a un hombre de unos cuarenta años con una chica que parecía llevar una máscara debido a su maquillaje tan cargado. Llevaba un vestido que no cubría mucho. Se acercaron a nosotros.

—Jones —Lukas le saludó, estrechándole la mano. Su fría mirada había vuelto y solo mostraba su aspecto intimidatorio. Jones se limitó a asentir y sus ojos se posaron en mí, mirándome con admiración.

—¿Y quién es esta hermosa dama? —dijo, sin dejar de mirarme, mientras Lukas me sujetaba con más fuerza por la cintura.

—Esta es Sarahí Dantes, mi futura esposa —Lukas dijo con tono duro.

A la chica que estaba con Jones no pareció gustarle, ya que pude notar cómo me fulminaba con la mirada. Pero no me importaba. Ni siquiera la conocía.

—Encantado de conocerte, Sarahí, y enhorabuena —dijo, mirando a Lukas de nuevo mientras se tensaba. Parecía intimidado por Lukas. Miré a Lukas, que tenía la mandíbula apretada.

—Si nos disculpa, me gustaría enseñarle los cuadros de Suárez a mi prometida —asintió con la cabeza y echó a andar sin esperar respuesta de Jones.

¿Muy grosero?

Entramos en una gran sala donde había muchos cuadros y pinturas. Había algunas personas. Algunos nos miraban con cara de asombro. Algunas mujeres miraban boquiabiertas a Lukas o me lanzaban miradas. Me limité a ignorarlos a todos.

Los cuadros eran todos tan bonitos. Los miré con asombro. Vi un cuadro del Taj Mahal. Jadeé y me acerqué, dejando atrás inconscientemente a Lukas. Siempre quise ir a la India solo para verlo. Entonces sentí que Lukas estaba cerca de mí.

—¿Te gusta? —me preguntó mientras podía sentir su cálido aliento en mi cuello.

—Me encanta. Este sitio es precioso —suspiré, mirándolo de nuevo. Parece tan irreal.

—¿Has estado alguna vez allí? —me preguntó mientras sentía sus brazos rodeando mi cintura.

—No. Pero espero tener la oportunidad de hacerlo. Me encanta este sitio —dije mientras se movía a mi lado. Me besó la mejilla.

—Vamos. Deberíamos unirnos a nuestra mesa ahora —dijo mientras yo asentía.

—Lukas —alguien llamó. Lukas se tensó a mi lado. Me giré y vi a una hermosa mujer de pelo rubio y ojos color avellana. Llevaba un vestido de satén azul. Era preciosa. Me miró con frialdad y yo le devolví la mirada, sin sentirme intimidada por ella.

—¿Quién eres? —preguntó, mirándome. Estaba a punto de responder cuando Lukas me interrumpió.

—Ella no necesita responder a su pregunta. Ahora, si me disculpan, nos gustaría ir a nuestra mesa —dijo, dándose la vuelta. ¿Quién es esta mujer?

—No creas que no he visto el anillo de compromiso y a todo el mundo hablando de la prometida de Lukas Lonsing —soltó, acercándose—. Así es como me saludan. Me has superado muy rápido —dijo, mirando mi cara de confusión y de nuevo a Lukas con una sonrisa de satisfacción—. Después de todo, llevamos casados cinco años —dijo, mirándome de nuevo. Me di cuenta al mirar a Lukas que tenía la mandíbula desencajada y apenas miraba a su exmujer.