CAPÍTULO 3
No solo me quedé a desayunar ese día, si no que pase el resto del mismo en sus brazos, nunca fui tan arriesgada y él se veía tan guapo y sexy y mentiría si dijera que no me gustaba esa actitud tan posesiva y medio cavernícola; además, yo estaba tan sola y necesitada y mi corazón tan roto... tuvimos sexo apasionado y un poco salvaje un par de veces más, cuando por fin estábamos saciados, pidió comida china para supuestamente recuperar energías, así que comimos desnudos en el piso de la sala y extrañamente no me sentí incómoda o avergonzada, solo en paz y tranquilidad, una tranquilidad que creí nunca volvería a recuperar.
— ¿Cómo es que me conoces y yo no a ti? — Pregunté mientras me llevaba un gran bocado de delicioso chow mein a la boca, estaba muy hambrienta, pero necesitaba saber como supo de mi existencia.
— Tal vez te lo cuente algún día. — Respondió misterioso.
— Quiero que me lo digas ahora. — Exigí molesta, negó con esa sonrisa suya de medio lado y me miro a los ojos antes de hablar.
—Volví a casa del desierto hace unos años a visitar a mis padres, era la fiesta de aniversario de mis tíos, trabajabas como camarera en el restaurante de la calle 11 y yo pasaba por ahí por pura casualidad porque iba a verme con mi madre para elegir lo que íbamos a regalarle a mis tíos. — Recordé ese lugar con una sonrisa, hacía pocos años que había dejado mi empleo como camarera, pero aun hoy día no olvido ese maravilloso lugar, aparto los pensamientos y le presto atención a su historia. — Miré por el gran ventanal porque algo llamó mi atención, eso eras tú, solo te vi y pensé que había visto un ángel, no podía apartar mis ojos de ti, le sonreíste a un anciano al que le serviste café y mi mundo se ilumino con tu sonrisa, estaba hechizado y te miré desde la calle por un buen rato, quería entrar y conocerte, pero iba muy retrasado a la cita con mi madre y por eso me fui sin hacer nada. — Él me había dejado muda, no podía creer que estuvo parado mirándome y ni siquiera lo noté.
— Estoy impresionada...— No quería que me gustara, pero fue casi imposible que eso sucediera.
— Planeaba ir al lugar después y tratar de sonsacarte tu número de teléfono, pero luego te vi en la fiesta de mis tíos, Benjamín te abrazaba y lo mirabas como si el fuera todo tu mundo, sentí una gran decepción y tuve que olvidarme de mis planes para verte. — No podía creer como él estuvo cerca de mí y yo ni siquiera lo noté por andar ciega por el bastardo infeliz de mi ex.
— No te vi ese día. —Dije con pesar.
—Me escabullí y me fui sin que lo notaras, Benjamín me vio y me siguió, me rogó que no me fuera porque iba a presentarme a la mujer de su vida y fue como un golpe en el estómago, me invente una excusa para largarme del lugar, no podía quedarme y verte con él así que solo me fui casa, dos días más tarde volví al desierto y me negué a pensar en ti de nuevo, hasta hace unos pocos meses que me di de baja y volví a casa, ahora la vida sola se encargó de ponerte en mi camino. — No creía en el destino o el universo o en un ser superior que moviera los hilos del mundo, había perdido mi fe.
—¿Cómo supiste que estaba en ese bar? — Me preocupaba que hubiera estado acosándome.
—No lo sabía, solo estaba estresado y necesitaba un trago, sabía que no estaban juntos porque de un día para otro me enteré que Ben se casó con la rubia demoniaca hija de los Roberts y solo no podía creer que fuera tan estúpido como para dejarte por alguien más. — Cada vez que me nombran a la mujer esa, siento que mi sangre hierve de la ira.
—Prefirió el dinero antes que a mí. — Escupí las palabras con mucho resentimiento.
— Creo que su padre lo manipuló, él tiene complejo de Superman y cree que siempre debe hacer lo que se supone es lo correcto.— Quiero gritarle que lo correcto habría sido que se quedara con la mujer que amaba por encima de cualquier obstáculo, pero recuerdo que hay algo más importante que quiero saber ahora.
— ¿Por qué tus padres no le dieron el dinero? — Es muy extraño, esa familia está tapada en dinero, por qué el padre de Ben simplemente no le pidió el dinero a su hermano.
—Sospecho que le convenía mucho más ese matrimonio, aman a la chica Roberts como su propia hija. — Creía en ese entonces que los padres de Ben fueron parte del plan de la roba novios, pero hoy en día estoy totalmente segura.
— La odio con toda mi alma.— Nunca palabras más sinceras había salido de mi boca.
—Madi, él no era la persona correcta para ti, debía suceder de esa manera. — Ruedo los ojos, nada me hará sentir mejor.
—Era el amor de mi vida. — Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensarlo.
— ¿Estás segura de eso? — No entendía por qué ponía en duda mi amor por Ben.
— Claro que sí. — ¿cómo se atrevía ese rubio ridículo a hacerme esa pregunta? pensé muy irritada.
— No lo creo. — Me habría encantado darle un bofetón, esa conversación me tenía muy incómoda.
— No sabes de lo que hablas, ¿Por qué estás tan seguro de eso?.— Quería vestirme, de pronto me sentí demasiado expuesta.
—Porque yo soy el maldito hombre de tu vida, te prometo que me vas a amar de una manera tan fuerte que todo lo que pasó en tu mundo antes de mí, solo será un recuerdo borroso. — Casi me atraganté con la soda que comenzaba a beber, ese hombre estaba muy pagado de sí mismo.
—Estás muy seguro de ti. — Nunca había conocido un hombre como ese.
—Voy a luchar por ti Madison, puedo llegar a ser muy persuasivo. — Sonreí halagada de que ese gran espécimen de hombre estuviera tan interesado en mí.
— Me doy cuenta de eso...
Esa tarde cuando me llevó a casa, se despidió de mí con un beso y se marchó no sin antes grabar su número en mi teléfono y guardar el mío en el suyo.
— Llámame, no importa la hora, si me necesitas estaré aquí para ti en el momento que sea.
Casi lloro con sus palabras, estaba tan sola y desamparada y este hermoso desconocido solo me ofreció su apoyo sin pedir nada, me sentía tan confundida, estaba locamente enamorada de Ben, estaba despechada por él, pero mi corazón latía a mil por hora por un hombre que había conocido hacía menos de 24 horas, necesitaba tiempo y espacio para procesar todo lo que estaba sucediendo.
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La mañana siguiente tuve que ir al hospital donde mi madre estaba recluida desde hacía ya un par de meses, debido a su condición no podía tenerla en casa, tendría que pagar una enfermera a tiempo completo y el dinero apenas si me alcanzaba para pagar los gastos médicos, el seguro nos ayudaba con una parte, pero debía hacerme cargo del resto y las facturas se acumulaban, pesé en un momento dado que no podría terminar mi carrera de diseño porque necesitaba el dinero para ayudar a mi madre, estaba tan delgada y su cuerpo consumido, temía lo peor, creía que debía prepararme para perderla en cualquier momento, La enfermera me informó que pasó una mala noche y que debía estar sedada así que no puede hablar con ella, solo acompañarla y decirle que la amaba, besé sus manos y su frente y le dije que seguiría luchando para que pudiera estar conmigo más tiempo, lloré desconsolada al darme cuenta que todo mi mundo se derrumbó de un momento a otro, un día tenía todo lo que una chica podía desear y al siguiente mi madre estaba en el hospital yéndose poco a poco, mi novio se casaba con otra y debía pensar seriamente en dejar mis estudios para poder sobrevivir, cuando pensaba en Emma Roberts, no podía evitar arrugar la cara con desprecio, quien la viera con su carita de yo no fui, un demonio pareciendo un hermoso y duce querubín, no era más que una bruja endemoniada y llena de maldad, la odiaba y no podía dejar de hacerlo, ella me robó mi felicidad y nunca iba a perdonarla por eso, ¡maldita rubia demoniaca!.
Cuando salí del hospital, llore por un largo rato sentada en el andén del estacionamiento, estando ahí recordé su promesa y lo llamé en un impulso, contestó en el segundo timbre y me acobardé, quería colgar porque no sabía que decirle, no sabía ni para que lo había llamado, pero inmediatamente escuché su voz comencé a llorar de nuevo.
— Madi, ¿qué sucede?, ¿estás bien?. — No le conteste nada porque el llanto se apoderó de mí y ninguna palabra salía de mi garganta.— Dime que está mal para poder arreglarlo. — Nadie podía ayudarme en aquel entonces más que yo misma.
— Mi madre...— Mi voz se quebró cuando comencé a hablar al fin.
—Madi, dime donde estás. — Recuerdo haberle dado la dirección del hospital y 15 minutos después aparcaba su gran camioneta cerca de donde estaba sentada.
—¿Qué sucedió?, que haces aquí tirada en el suelo. — Dijo agachándose frente a mí y llevándome a su pecho musculoso en un cálido abrazo.
— Mi madre está internada en este lugar hace un tiempo, no pude hablar con ella porque pasó una muy mala noche, voy a perderla y a quedarme totalmente sola. — Me quejaba en su pecho.
— Ey mírame.— Me apartó de su cuerpo y me tomó de la cara con sus dos manos, entonces me miró directo a los ojos mientras habló.— No estás sola, de ahora en adelante voy a cuidar de ti y de todo lo que amas. — No quería la caridad de nadie.
—No necesito que nadie me cuide. —Respondí tratando de separarme de él, pero no me lo permitió, me beso tiernamente y luego aseguró:
— Lo haré de todas formas, cuando dije que iba a pelear por ti, lo dije en serio, llegué para quedarme en tu vida para siempre, nunca más mientras yo exista vas a volver a estar sola. — Sentí una opresión en el corazón por su declaración.
—¿Lo prometes? — Quería creerle.
— Lo juro por mi vida. — Y entonces tomé una decisión que iba a cambiarlo todo, decidí que iba a dejarlo que se quedara a mi lado hasta que la vida nos permitiera estar juntos.