OLIVIA SLOAN.
—¿Te sientes bien?—pregunta mi madre.
Me observa con el ceño fruncido mientras el coche continúa en movimiento.
—Si, no es nada—digo sonriendo.
No sé si eso la tranquiliza pero al menos por el resto del camino no menciona mi nombre ni me pregunta más cosas. Sin embargo mi hermano me observa por el espejo retrovisor y puedo ver en sus ojos que tiene mucho por decir, pero no lo hace.
El coche se mueve por la ciudad hasta las afueras donde ingresamos en el campo resguardado de mi familia. Los verdes campos a nuestro alrededor siempre me han traído paz y quisiera decirles que me bajen aquí mismo, que necesito correr como desquiciada por entre medio de todo el caos para aclarar mi mente pero observo a mi madre.
Siempre ha sido una mujer manipuladora y demasiado controla
