OLIVIA SLOAN Decir que estoy sorprendida es poca cosa. Cada maldita acción de parte de Travis es una maldita bomba a mi mente, tanto así que ni siquiera sé como actuar pues cuando me acostumbro a algo viene luego con otra cosa. Nuestra hija está sentada junto a mí, ambas miramos por la ventanilla del coche mientras nos movemos por la ciudad de Nueva York en busca de esa casa tan espectacular que Travis compró, según él. De mi parte no puedo esperar al momento en que me mande al diablo, seguramente me tendrá dos días y ya luego querrá que me largue de su casa porque últimamente no soporta verme ni en pintura. Sé que estoy embarazada, que él también lo sabe pero más que nada, sé que esto de vivir juntos se debe a que otro bebé viene en camino y quiere dejar en claro que tanto Jade como