Tu Ausencia me atormenta

** Solo faltaba algo **

Estaban todos sentados en la mesa del comedor, Elizabeth, sus abuelos, Lucia su madre, Danilo y Joel.

Clarisa, la cocinera de la casa se acercó hacia ellos con gran entusiasmo.

— ¡Está lista la cena!, solo había quedado un espacio vacío, él del padre de Elizabeth, aquella comida tenía un aroma especial, cenaban pollo al horno con papas y ensalada de tomate con lechuga, la cena había quedado deliciosa, entre charlas, risas él abuelo de Elizabeth, siempre con sus chistes y anécdotas, se sentía mucha calidez de hogar.Elizabeth estaba cenando, se dió cuenta qué su madre estaba muy delgada, no comía nada.

—!Mamá estás muy delgada!

La abuela comienza a retar a Lucía, de pronto alguien toca a la puerta, suena él timbre, Elizabeth se levanta atender no deja qué Clarisa se acerque a la puerta, al abrir se sorprendió, era su amiga Paula.

—¡Qué alegría verte!

Habían estado siempre juntas, desde niñas, pasando navidades, los paseos, en todo momento.

—Pasa Paula, toma asiento Clarisa a preparado pollo al horno está, riquísimo.

Clarisa, prepara él plato y la copa para qué ella comenzara a cenar. Paula abrazó a Elizabeth.

— Te tengo tantas novedades, qué contar amiga, muchísimas ¿Te acuerdas de aquel muchacho qué andaba atrás tuyo?

— Sí recuerdo, ese qué andaba en bicicleta, de ojos claros.

—¡Preguntó por ti!, no sabes ha puesto un negocio de productos artesanales. ¿Qué te parece si nos juntamos mañana?— Preguntó Paula.

— Me encantaría, me hace falta distraerme un poco, esta casa me atormenta; hay dos ausencias la de mi padre, si te contara bueno.

De pronto la abuela de Elizabeth les llama la atención.

—¡Chicas coman!, dejen de hablar, se enfría la comida.

Después de probar un rico postre, de leche con maicena y caramelo ellas se van al living esperando un café, luego suben a la habitación de Elizabeth.

— Te tengo qué contar algo maravilloso, no sabes algo magnífico estoy de novia.

—!Cuánto me alegro ! ¿Quién es él afortunado?

—¿A qué no sabes quién?, te acuerdas, cuándo nos juntábamos con ellos y jugábamos, éramos niños, Mauricio se llama, ¿Lo tuyo cómo anda con Germán?

— Muy mal, en un año lo he visto dos veces... Siempre está ausente, o tiene qué viajar, tiene un pero, me cansé voy a renunciar a él.

Elizabeth, sentía un nudo en la garganta, de pronto comenzó a llorar.

—Calma amiga todo pasa por algo.