Elizabeth estaba en él cuarto de estudiantes, aquella mañana hacía frío, estaba por nevar, junto a ella se encontraba su compañera de cuarto.
—¿Me harías un favor? Me he dado cuenta qué Germán es una mentira, no atiende mis llamados, entonces decidí bloquearlo para siempre, cada mañana paso por allí, aquél lugar, dónde él trabaja.
—Amiga, quisiera qué vallas al lugar donde atiende Germán, me averigues su vida con una de sus secretarias.
—Deja de pensar en él, preocúpate más, por estudiar.
—Así lo estoy haciendo amiga.
Cada mañana Elizabeth pasaba, por ese mismo lugar, aquella puerta doble de madera parecía estar siempre cerrada, no había mucha gente qué ingresaba, a ella le resultaba mucha curiosidad, saber lo qué realmente era de German aunque lo había bloqueado para siempre, decidió continuar con sus estudios, le iba bien, todo él tiempo lo dedicaba a estudiar una o dos veces por semana se juntaba, con sus compañeras para aclarar algunas dudas, la vida para ella era solitaria, tenía amistades y trataba de mantenerse aislada, pasaron dos meses solo veía él entrar y salir de aquellas secretarias, qué trabajaban con él, en la facultad era muy querida por casi todos.