Elizabeth seguía dialogando por videollamada con Germán, estaba segura qué no le mentía, él le mostró él pie, le habían puesto como 15 puntos, estaba en silla de ruedas, lo ayudaban las enfermeras personales, tenía qué estar en esa condición, durante dos meses sin poder moverse.
Elizabeth le propuso algo.
—¿Quieres qué viaje, y nos veamos?
—Mi chiquita hermosa, tienes qué estudiar; deja qué pase él tiempo después vemos, no querrás perder de rendir materias a causa mía, tengo la enfermeras, mi madre está un poco mejor, estoy en un país qué no me acostumbro, a mi gente qué me ayuda, mi secretaria, No te preocupes por mí, estaré bien.Tesoro de mi alma, no sabes lo qué te extraño, pronto podré viajar no podre, subir los escalones tendré que subir con él ascensor.
Elizabeth comenzó a reírse.
—¿De qué te ríes?
—Nada solamente estaba pensando en una picardia, sabes amor, aún no he estado con ningún hombre soy virgen.
— ¡Qué lindo!, vas a vas a poder ser mi esposa, cuándo te recibas, quiero cómo una docena de hijos.
—¡ Ah! ni lo sueñes.
Elizabeth estaba más contenta qué nunca, se despidió de él con muchos besos.
— Me muero por estar contigo y llenarte de besos, darte mi amor, nos vemos mañana por videollamada, sueña conmigo piensa en mí y ojito con mirar a alguien, ¡eh !Te quiero.
— Tú también pórtate bien, qué no me enteré, qué tengas algún admirador.
— Sí lo tengo, no acá en este país, es un vecino, con él jugamos desde qué éramos niños, me pidió qué fuera su novia; le dije tengo en él corazón a Germán qué eres tú un beso, mi vida cambio, ahora qué al menos puedo verte por él teléfono móvil, te amo.