CAPÍTULO DIECISÉIS Sofía luchaba por soltarse de la cama de Ruperto mientras este se acercaba, pero atada como estaba, apenas podía moverse, y mucho menos escapar. En su mirada no había piedad, ninguna sensación de que pudiera cambiar de opinión sobre lo que iba a hacer, o darse cuenta de todo su horror. Se quitó la camisa con una lentitudque en Sebastián podría haber sido sensual, pero Sofía podía ver sus pensamientos y sabía que simplemente se estaba tomando su tiempo, disfrutando de su impotencia. En otro hombre, el torso musculado que dejó al descubierto podría haber sido un objeto de deseo, pero aquí, solo era una señal de que Sofía estaba un paso más cerca del momento en el que él haría todas las cosas que, por ahora, solo contenidos en sus pensamientos. Él estaba imaginando lo qu