CAPÍTULO CATORCE Sebastián intentaba parecer un príncipe en un lugar de simplemente otro soldado mareado mientras el barco que llevaba a su compañía cortaba las olas del Puñal-Agua. No era fácil, pues su estómago amenazaba con rebelarse a cada sacudida del barco, pero se forzaba a mantenerse fuerte con la determinación de no avergonzarse a sí mismo, a su familia o a la corona. Sospechaba que Ruperto hubiera hecho un mejor trabajo. Su hermano era el elegante, el soldado valiente con la reputación de tener destreza con las armas. Había comandado fuerzas, mientras que Sebastián estaba atascado como oficial subalterno, solo un hombre entre cientos. Había luchado en batallas contra rebeldes y mercenarios, enemigos en el extranjero y rivales en casa. Estaba a medio camino de ser un príncipe de