Dante tenía una gran sonrisa mirando a las mujeres que ha querido toda su vida, se giró al ver que su padre estaba sirviendo más vino en la copa de los cuatro. — Haré un brindis – se levantó y levantó la copa – Familia me da gusto que estemos todos reunidos, Irina querida te ves hermosa – sonrió mirándola – Y Sara mi hermosa niña – suspiro y lo miro – Y Dante, hijo mío, por ti hago este brindis. No hay mejor hombre que él en esta familia, todos nos hemos suicidado y sigues de pie – soltó una risa divertida – Aunque no te libras del todo – le guiño - ¡Por Dante! — ¡Por Dante! – brindaron. Dante solo sonrió divertido, dejó su copa medio vacía en la mesa y tomó sus cubiertos. Aunque sentía que algo no estaba bien. Tal vez era porque estaba vestido de blanco o porque todos ellos estaban muy