Y ahí estaba. De pie junto a la ventana, mientras sacaba el humo de su cigarro. Todos tenían razón, de alguna manera esa mierda te sirve. Han pasado tres días pensaba que, como Jesús, alguien le diría que Sara estaba de pie hablando maravillas. Un estúpido sueño, pero algo reconfortante para él. Natalia le ha ayudado a arreglar lo del funeral, aún recuerda haberla visto en la funeraria la tarde anterior. Su cuello ahora estaba cosido con hilo transparente. No se puso a llorar, ni a gritar, ni se puso descontrolado. Era como si ya lo esperara. Como si deseara que pasara. A final de cuentas, sabía que su hermana acabaría como Irina. Parecía su destino final. Y ahora parece que el suyo será el de Nicolas. Tiró la colilla de su cigarro, se acomodó la corbata y amarró su cabello. —