“Déjame entrar.” Escuchaba en su oído, una voz muy suave y que parecía de una niña. Repetía constantemente eso.
Sus manos temblaban, no hacía frío, pero sus manos estaban temblando mucho. No ha dicho ni una sola palabra desde lo sucedido. Natalia volvió con él una vez terminó de ver el cuerpo de Sara, él la miró como si buscara una pista sobre cómo la vio. Pero la tristeza que reflejaba el rostro y la mirada de Natalia le dijeron más que suficiente.
Natalia lo tomó de la mano, su mano tenía sangre seca, pero no le importo. Llevándolo de la mano, lo sacó del manicomio. Ya habían pasado 24 horas de lo sucedido y Dante no se había ni siquiera movido de su lugar. Las voces en su cabeza se lo impedían.
El silencio en el auto era asfixiante.
Natalia, Henry y Dante se mantenían absortos en
