Pilar
La ciudad me recibe con un ajetreo que se siente como un latido constante. Nueva York no es una ciudad que duerma, o al menos eso dicen.
Para mí, todo es tan inmenso que parece un sueño imposible de descifrar. Estoy aquí por Brandon, para verlo jugar, compartir un tiempo con él, pero también estoy aquí por algo más que aún no logro descifrar. Una búsqueda interna que no tiene nombre, pero que me lleva a moverme constantemente, cambiando de carrera, buscando eso que me llene.
Lo había decidido mientras viajaba.
La familia entro como si nada, obviando el hecho de que yo seguía afuera y dejándome completamente sola, a la deriva con los guardias observando desde lejos porque sabían que no me gustaba que se acercaran.
Maldije cuando no pude moverme como quería.
— Claro, dejemos a Pilar sola.
Entre como pude con todas mis valijas, porque me quedaría un poco más de tiempo aquí que los demás. Afuera el día era agradable, tenía todo para que mi humor fuese el mejor, pero tenía un problema, no podía con mis cosas y eso me desesperaba.
Uno de los bolsos se cayó y me queje. Mi mano lo tomó intentando pasar por puerta. Mi trasero empujo con fuerza la puerta de vidrio, el chico de recepción se había ido con mi familia y claro, ahora no había ayuda para mí.
Empuje de nuevo mi trasero contra la puerta, la maleta se incrusto en el borde mi mano se resbalo y vi como mi cuerpo se iba directo al suelo de espaldas, algo que no paso cuando unas manos me sostuvieron.
Mis ojos se quedaron en ellas, observando como se aferraban a mi tórax mientras me levantaba de a poco.
— ¿Te encuentras bien?
Su voz ronca me encrespo la nuca, lo que no tenía lógica porque no lo había observado, era como esas voces seductoras que ponen para despertarte y motivarte, algo así como Alexa en versión masculina y sexy.
— Podría estar peor —me coloque sobre mis dos pies.
— No lo dudo, sobre todo si tratas de levantar más peso del que puedes —arquee una ceja.
— ¿Eso es eufemismo? —giré para verlo.
Belleza, sensualidad y pecado. El sujeto frente a mi era sin duda era… ¿Qué viene después de sexy? ¿Super ardiente? Lo sublime resultaba algo insulso comparado con tan bello espécimen.
— ¿Sabes lo que es eso? —arqueo una ceja.
Pero era un imbécil.
— Es tu forma de buscar el significado, tal vez deba usar algún termino prehistórico —sonreí con malicia —. Uga, uga ¿Eso es suficiente para ti?
Su risa ronca lleno el lugar causando una especie de corriente en todo mi cuerpo. Me mantuve serena esperando que se corriera para pasar.
— Bien, tú ganas —levantó las manos.
— Si, bueno —moví la mano —, me das permiso, necesito entrar y todos tus esteroides ocupan el paso.
Moví la mano resaltando la zona, su ceja se arqueo y ladeo su rostro, sus brazos se curvaron y más músculos se marcaron.
Tenía la certeza de que podías estudiar anatomía con él, al menos la parte muscular. No sabíamos si la reproducción podía ser un hecho.
— ¿Esteroides? —sonrió mostrando sus dientes.
— Esteroides ¿Te afectaron la audición o es la edad? —negó divertido y volvió a mirarme.
— Eres la melliza de Pride —entrecerré mis ojos.
— No es tu asunto.
— Se parecen un poco —estiro la mano —. Joshua, lamento lo de recién, pensé que eras más chica y recién me doy cuenta que eres su melliza.
— Aja, permiso.
Pasaban dos cosas, por lo general la gente me hablaba por mi apellido, otros solo por ser la hermana de o sobrina de, querían autógrafos, descuentos, un teléfono móvil.
— Me estoy disculpando.
Eso no cambiaba que hubiese actuado como un idiota.
— Me imagino, ahora tengo que subir.
— Todavía no baja el ascensor —señalo el lugar —, tu familia lo ha ocupado —sí y me dejaron.
— Esperare en la puerta.
Tomé la valija de nuevo, esta vez con más seguridad, al menos eso parecía y el cosmo se ve que me quería porque se movió conmigo.
Joshua no dijo nada, solo se corrió.
Camine a paso seguro directo al ascensor. Espere que la puerta se abriera y pase, la valija de nuevo se trabo y maldije por lo bajo.
Tiré de ella con fuerza, la primera no se movió, las puertas se comenzaron a cerrar y observé aquello con pánico, tire de nuevo de esta molesta y su voz volvió.
— ¿Necesitas ayuda con eso?
El tinto seco de su voz me hizo rechinar los dientes. Las puertas se abrieron y Joshua apareció de nuevo frente a mí.
— No, estoy bien.
Tire de nuevo de mi valija y está salió. Agradecí mentalmente que eso ocurriera, porque no lo quería cerca, sobre todo porque mis ganas de golpearlo igualaban las de querer seguir interactuando.
— Nos vemos —hablo de nuevo.
— No lo haremos —sonreí con mi mejor cara de púdrete.
Subí observando los números, cada uno de ellos paso lento hasta que las puertas se abrieron. Aarón apareció con el gesto contrariado junto a mi hermano.
— ¿Dónde estabas?
— ¿Ahora se preocupan? —los observé molesta —, casi muero allí abajo y ustedes me dejaron sola —mis padres abrieron sus ojos.
— ¿Qué?
— Lo que escuchan, se trabo mi maleta, me caí —no iba a decir que un idiota me ayudo —, luego se me trabo en el ascensor.
Observé como todos apretaron sus labios, arqueé mi ceja y negué antes de ignorarlos por completo. Volvieron a tocar el timbre, pero Brandon no respondió.
— Seguro duerme, tiene el juego, le gusta descansar —dije lo obvio y mis padres pusieron el dedo en la cerradura.
Todos teníamos esto en nuestras casas, sistemas de seguridad sofisticados. Los padres de cada uno ponían su huella en caso de emergencia.
Una vez pregunte si funcionaba si te arrancaban el dedo para entrar. Mamá me observó horrorizada, pero podía pasar, tal vez nos secuestraban, arrancaban nuestro dedo y entraban en las casas a matar a todos.
— Solo funciona con calor —fue la aclaración de mi tío Oli.
Entramos dejando las cosas en la sala, el lugar era demasiado pequeño para toda la familia, pero era una parada técnica hasta que pudiesen ir a los hoteles.
Sin embargo, hablan de comprar casas por la zona.
Mi mamá comenzó a caminar por el pasillo y nosotros la seguimos, solo los Pride. Ben fue el primero en acompañarla y pasar.
Sus manos se cruzaron por encima de su pecho y sonrió.
— Entonces… sabes dormir sin ponerla —papá le pegó en la nuca a Ben —, esto debe ser una anomalía, estamos delirando.
Mis ojos se desviaron a la chica a su lado, mi hermano nunca salía con mujeres feas, pero ella se me hacía extrañamente familiar.
Más que eso, creo que la conocía, lo que no tenía lógica, Bran no repetía.
— Creo que lo más raro de todo esto es que ella está vestida y él también, completamente vestidos, ellos no han tenido actividad s****l —Hilary habló —. No, no la ha tenido —la confusión baño el rostro de mi mellizo y Jared rio.
— Claro que no, no viste la erección que tiene entre medio de sus piernas.
Lo malo de ser curiosa es que cuando alguien dice que no mires, yo miro con mucha más energía, sobre todo si señalan. Golpee a Ben.
— Idiota me hiciste mirar, es asqueroso.
Ben levantó las manos y comenzó a reir, todos lo hacían, pero yo quería quejarme, no me interesaba ver las erecciones de mis hermanos, eso era asqueroso.
— No tenías que mirar —Ben dijo aquello como si fuera obvio.
— Ni tinias qui mirir.
— ¿Qué te pasó ahí? —todos nos callamos, las risas se cortaron cuando mamá señaló el enorme hematoma que casi estaba desapareciendo en el costado de su cadera —¿Alguien te hizo daño?
Empujó a Brandon y pasó directo hasta llegar al lado de ella, levantó su ropa. Papá chasqueó los dedos, era la señal de salida para los hombres.
— Saldré para que hagan esto tranquilas —Brandon comenzó a caminar.
— No, no —se sentó —, señora no es nada… —balbuceo.
Sus ojos se abrieron alarmados, mis ojos seguían en ella, fue cuando recordé quién era, ella iba al mismo colegio que nosotros.
— ¿Kathy? —hablo mientras abro la boca grande —. Joder, es ella —la había encontrado —, estás… —miro su cuerpo —¿Quién te hizo algo? —Hilary abrió la boca con mis palabras.
— Ella es… —la señalo —...es la chica —de la que está enamorado, sí —. La hermana de tu amigo.
Arreglo al final y mis ojos fueron a Brandon, todavía no llegaba a esa parte de la relación, lo que me hacía pensar en todo lo que pasaba.
— No les digan que estoy acá —se alarmó.
Oh, interesante. Mi hermano estaba eligiendo y el imbécil de su amigo no ganaba.
— Tranquila, por favor —su pecho se agito y mamá acaricio su cabello —. No diremos nada cariño, respira, por favor, respira —acaricio su mejilla —, así es mi niña, eso es…
Mis ojos fueron a mamá, sabía quien era, al menos la trataba como alguien conocido. Pero eso no era importante, ella se veía perturbada, su color se perdía cada vez un poco más y no pude evitar sentirme mal por ella.
— No diremos nada, Kathy —me acerqué —, esté es un lugar seguro —sus ojos dieron conmigo.
— ¿Cómo me reconocieron? —parecía alarmada.
— No pasas desapercibida.
Me apure a responder, sus ojos me analizaron como si estuviese diciendo una mentira, que no estaba lejos de la realidad, pero no importaba.
— Ellos no pueden saber que estoy acá, por favor, no pueden decirle.
— No le diremos nada tranquila.
Lo que paso después fue más que interesante, mientras todos se debatían que comeríamos y donde, escuche que ponían los deportes, pero me concentre en acomodar mi ropa.
— Pilar, debes ir a comprar —mi sobrino hablo y salió corriendo.
Arrugue la nariz y salí por el pasillo donde todos estaban concentrados en sus cosas.
— ¿Por qué yo? —inquirí.
— No estabas para votar y todos decidimos que ganabas —simplifico Hilary y arquee una ceja.
— Me parece un poco injusto, deberíamos votar de nuevo.
— ¿Quién va a comprar? —Ben hablo mirando la televisión.
— ¡Pilar! —respondieron todos y rodé mis ojos.
— Bien, voy a comprar —tomé mi bolso —, espero que no me pase nada.
— Tienes guardias —dijo mi madre.
— Ojala no me atropellen —seguí.
— El super esta a la vuelta, no debes cruzar nada —Brandon festejo una jugada —ese sujeto tiene la mejor técnica.
— Eso es traición —me queje y movió la mano.
— Lo superaras.
Salí sin mirarlos, apenas se cerraron las puertas del ascensor me di cuenta que no había preguntado que debía comprar.
Estaba por llamar cuando un mensaje de mi padre llegó. Hice una mueca y suspire, eran varias cosas y a la vez absurdas. ¿Cómo era posible que no tuviese queso? Estaba segura de que mamá tenía la compra programada.
El aire fresco de Nueva York golpeó mi cara cuando salí a la calle. Caminar por esta ciudad siempre me había dado esa extraña mezcla de libertad y soledad, como si fuera una más entre millones, sin destacar.
No éramos muy conocidos por aquí, la gente no me miraba, no pedían notas ni preguntaban sobre mi vida amorosa. Aunque no me molestaba, solo me parecían absurdas sus consultas.
Llegué a una pequeña tienda de la esquina, justo danto vuelta la manzana. Era como un minisúper de barrio donde podías encontrar de todo, desde una botella de agua hasta el mejor café en lata.
Paseé entre los estantes, distraída, agarrando cosas al azar: café, un par de dulces, agua, mis golosinas, compre el queso, tomé las bebidas vegetales que usaba para desayunar.
No era nada de lo que realmente necesitara, al menos creí, porque solo me pusieron, queso, huevos y frutas. Ahora tenía suficiente para llenar dos bolsas.
Mientras me dirigía a la caja, todavía sumergida en mis pensamientos, doblé la esquina de uno de los pasillos y choqué con alguien.
— ¡Mierda! —el impacto hizo que todo lo que llevaba en las manos cayera al suelo.
— Entonces dices palabrotas —reconocía —, también deberías mirar por dónde caminas —su voz profunda y un tanto burlona llenó la atmosfera donde me encontraba.
Levanté la vista y ahí estaba él. Joshua. El sujeto que había visto al llegar, el mismo que evito que me cayera y que ahora sabía que tenía del pecho duro como acero.
Su mirada era intensa, como si estuviera evaluándote sin que te dieras cuenta. El cabello desordenado y la mandíbula afilada le daban ese aire de chico malo que parecía sacado de una película de acción.
Mi pulso se aceleró de manera inevitable.
Maldito idiota, sexy.
— Lo siento —hable tratando de sonar despreocupada, pero mi tono me traicionó.
Mi voz salió más aguda de lo que esperaba.
Joshua sonrió de lado, una sonrisa tan discreta como desarmante. Parpadee aturdida y me agache para recoger las cosas sin mirarlo. Sus rodillas se flexionaron, observé sus manos moverse para ayudarme a recoger las cosas que se habían desperdigado por el suelo.
Cuando nuestras manos rozaron al tomar la botella de agua al mismo tiempo, sentí una descarga de electricidad que me recorrió entera. Ridículo, pensé.
No podía ser tan obvia, pero mi cuerpo tenía otras ideas.
— Eres la hermana de Brandon, ¿no?
Insistió, al parecer no se daba por vencido, porque seguía aquí, hurgando en mi vida.
— Sí, Pilar.
Fingí seguridad mientras me levantaba con las cosas en los brazos. Su toque me había dejado ansiosa y no podía permitir que este sujeto me jodiera la cabeza más de lo que ya lo había hecho.
— Se parecen un poco —susurró.
— Ajam.
Nos quedamos de pie uno frente al otro por un segundo que se sintió como una eternidad.
Joshua era alto, mucho más que yo, tenía presencia, de esas que llenan todo el espacio. Su camiseta negra ajustada dejaba entrever el cuerpo trabajado, pero no era su físico lo que más me impactaba; era su actitud, como si el mundo le debiera algo y él estuviera ahí para reclamarlo.
— Joshua.
Repitió como si fuese una tonta que no podía recordar el hombre de una persona, porque al parecer tenía ese aspecto.
— Lo recuerdo —camine a la caja y me siguió.
— Pensé que no lo hacías —deje las cosas y sus ojos fueron a las golosinas.
— Tal vez tu problema es ese, pensar de más —lo observé.
Llevaba los lentes en la frente, como un adorno, cuando parecían ser de lectura. Se vestía relajado pero me recordaba a Ron y Aarón.
— Veo que no te caigo bien —me reí.
— No te conozco, no puedo decir que me caes mal si no te conozco.
— Pero tienes una opinión de mí.
La chica comenzó a marcar las cosas, espere que marcara todo y pase mi tarjeta para pagar. Ahora tenía dos bolsas que llevar.
— Muchas gracias, que tenga buenos días —salude y comencé a caminar.
Salí del lugar ignorando la charla, solo comencé a caminar a la casa.
— Pilar —tomé aire.
— ¿No te cansas? —hable molesta.
— No te hice nada para que estés tan agresiva conmigo —me observó —, además donde está tanta agresividad, eres minúscula —sonreí.
— ¿Ahora opinas sobre mi peso? —me frené —¿Qué diablos te pasa?
— No fue una opinión sobre tu cuerpo —me observó de arriba abajo —¸ no puedo decir nada malo de él.
Le parecía atractiva y eso me resultaba gracioso, pero no respondí solo seguí caminado y él lo hizo a mi lado manteniendo algo de distancia.
Podía sentir su mirada sobre mí, como si estuviera midiendo cada uno de mis movimientos. Mi piel se erizó sin que pudiera evitarlo.
La tensión entre nosotros era palpable, y aunque apenas lo conocía, algo en su cercanía me inquietaba de la mejor manera posible.
No puedo ir por ahí, no debía ir por ahí, algo me decía que él no era la mejor opción para esto.
— Brandon me habló de ti.
Dijo de repente, rompiendo el silencio, su tono tenía esa mezcla de interés y curiosidad, pero había algo que no cerraba. Brandon no hablaba de mí, no le gustaba que me miraran.
— Que bien —seguí —, no me interesa.
— No lo parece.
Murmuró y giré para verlo, no sabía que significaba eso. Me sorprendió ver que su sonrisa se amplió ligeramente. Parecía divertido, como si estuviera jugando un juego que yo aún no entendía.
— ¿Qué cosa? —subió sus hombros.
— No, nada.
— Idiota.
Entre en el edificio toque el ascensor, el chico de la recepción me observaba y Joshua a él, apenas las puertas se abrieron entro conmigo y se detuvo a un par de pasos.
Demasiado cerca.
Su proximidad me ponía los nervios de punta, pero al mismo tiempo, una parte de mí disfrutaba de esa adrenalina inexplicable que su presencia generaba.
— ¿Siempre te haces la difícil o es algo especial para mí? —preguntó de repente.
Su tono era bajo, cargado de una chispa que hizo que mi corazón se detuviera por un segundo. Lo miré, sorprendida por su descaro, pero también por el hecho de que mi cuerpo reaccionaba de una forma que no podía controlar.
Una parte de mí quería responderle con el mismo nivel, pero otra… por una causa desconocida, no estaba preparada para enfrentarse de esa manera.
Me sentía algo vulnerable.
— Depende de quién pregunte —respondí finalmente, intentando devolverle el juego, aunque mi voz salió más débil de lo que quería.
Joshua soltó una pequeña risa, una de esas risas que no hacen ruido, pero se sienten en el pecho.
Dio un paso hacia atrás, como si decidiera darme espacio, pero sin dejar de observarme.
— Nos vemos luego, Pilar.
Hablo en el momento exacto que las puertas se abrieron. Lo observé mientras se alejaba, mi cuerpo se movió y entro en el departamento frente al de Brandon.
Sentí una sacudida en el estómago. ¿Qué acababa de pasar? Había algo en él, algo oscuro y cautivador, que me hacía querer saber más.
Sin embargo, mi instinto básico de supervivencia me decía que adentrarme en su mundo sería peligroso. Aun así, no podía evitar sentir la tentación de hacerlo.
Negué y camine a la puerta para abrirla y entrar. Mi familia observó las bolsas y arrugo la nariz, eran más cosas de las que me pedían.