Las sucias palabras de Oriana hicieron que su ira contra ella creciera y decidiera darle lo que quería, pero con dolor. Tomó de los brazos a la italiana y la llevó hacia su escritorio, en donde hizo que quedara enfrente de este, apoyando sus manos sobre él. Bajó el cierre de su pantalón y sacó su sexo, el cual introdujo en el de la italiana sin ningún juego previo que la preparara a recibir con placer su grueso m*****o viril. Cada embestida que daba Mikhail iba cargada de asco. Esa era la primera vez que se veía obligado a sucumbir a las bajas pasiones de una mujer descarada, por lo que se prohibió a siquiera sentir el más mínimo placer. Oriana se quejaba de dolor, pero poco a poco este se tornó en placer. Mikhail apuraba el momento moviéndose más rápido, ya que quería terminar de una bue