Con un gesto de su mano Mikhail le pidió a Ana que lo acompañe a tomar asiento, y ella lo hizo manteniendo el agarre de las manos, hasta que se tornó incómodo y tuvieron que deshacerlo, no sin antes causar un sonrojo en la joven bailarina. En ese momento Mikhail deseó que Ana pudiera leer su mente y conocer todos los bonitos pensamientos que aparecían en su cabeza por y para ella, así le sería más fácil poder iniciar el cortejo, ya que a sus treinta y un años recién cumplidos estaba completamente seguro que ella era la mujer que quería para unirse en matrimonio y formar una familia. Ana quería saber todo de él, así que se animó a preguntarle por su edad, ya que le pareció que no era tan joven como ella. -Disculpe, Señor Belyayev, ¿puedo hacerle una pregunta? –dijo con notoria timidez la j