✧─═ Megan ═─✧
Salgo de la cocina, encontrándome con Ray, quien me frunce el ceño.
—Creí que estarías con Mike —rebate apurado.
—No me digas que papá te envió a “salvarme” —Hago las comillas imaginarias y le frunzo el ceño, por lo que sólo me da una sonrisa acusatoria y se encoje de hombros—. Ustedes dos son terribles —bufo caminando hacia la sala, donde mamá estaba regañando a mi padre.
El resto de la velada, Mike fue abducido por mi padre y Ray, que lo mantuvieron lo más alejado posible de mí, cosa que nos tenía a todas muy molestas.
Los niños ya estaban profundamente dormidos y cuando dieron las doce de la noche, nos entregamos los obsequios, por lo que las miraditas con Mike no se hicieron esperar, ya que, al abrir su regalo, leyó la tarjeta y me aniquiló con la mirada.
—Gracias por el regalo, me encantó —dice sonriente—. ¿Cómo supiste que es uno de mis autos favoritos? —cuestiona.
—Pensé en ti cuando lo compré. Lo vi como te veo a ti —explico coqueta.
—¿Puedo saber cómo es que me ves? —pregunta y el carraspeo de mi padre, nos hace separar, ya que estábamos hablando muy de cerca.
—Creo que, lo mejor será contestar a tu pregunta cuando nos veamos en Miami —¡Bien jugado, Megan!
Terminamos de abrir los regalos, conversar entre todos, mientras disfrutábamos del rico ponche de mi madre y algunas galletas, pero el cansancio comenzaba a hacerse evidente, así que Mike se levantó para irse, agradeciendo la invitación y despidiéndose de cada uno.
—Espero que tengas un excelente vuelo —dice, al despedirse de mí—. Esperaré ansioso vernos en Miami y me des esa respuesta que ha quedado en el aire —Mi piel se eriza por completo y las piernas me flaquean, cuando me deja un beso en la comisura de los labios.
—Gracias por todo, Mike —susurro y me sonríe.
—Gracias a ti.
Lo veo caminar hacia mi madre, de quien se despide con un abrazo y de Susan, de igual forma. Luego desaparece por la puerta con Ray, mientras sigo clavada mirando hacia allá.
—Recoge la baba, Meg —bromea Susan, haciendo reír a mi madre y refunfuñar a papá.
—No estaría mal incorporarlo a la familia, ¿verdad, papito? —cuestiono, haciéndolo atorar, mientras bebía del ponche, lo que nos hace reír a todas.
Al día siguiente, volvimos a almorzar con mi hermano y disfrutar de los pequeños, que estaban felices con los regalos que les dejó Santa.
Tuve una conversación con Susan, a quién le conté lo que soñé con Kyle, después de todo, nos habíamos vuelto muy amigas con los años y daba excelentes consejos.
“Si soñaste cosas como esa con él, debe significar algo. No creo que debas tomarlo a la ligera y aunque la realidad sea muy diferente a tu sueño, deberías averiguar qué hay detrás de tanta frialdad” —Había dicho y la odié por eso, porque ahora me había mentalizado en saber qué había detrás de esa fachada tan soberbia.
El domingo, descansé y dormí mucho. Las maletas las había dejado listas y aprovecharía la instancia para disfrutar a mis padres, antes de volver a la cruda realidad.
Por la noche, después de haber cenado, me estoy cambiando de ropa, cuando un mensaje a mi teléfono me sorprende gratamente,
“¿Me concederías el honor de acompañarte hasta el aeropuerto?”
Sonrío como adolescente y pienso en lo que podrían decir mis padres al respecto. Mi padre se enojaría, pero tendrá que entender que su nenita ya es una mujer y mi madre, posiblemente sea la más feliz.
“Me encantaría”
Su respuesta no tarda en llegar.
“Paso por ti en media hora. Nos vemos, Meg”
Termino de cambiarme de ropa, para bajar y comunicarles a mis padres, que me iría al aeropuerto con Mike.
—James, cariño, no seas infantil —Mi padre bufa, mientras mi madre lo regaña—. ¿No sería lindo que alguien a quien ya conocemos, esté con nuestra hija? —cuestiona y hasta yo quedo sorprendida por su pregunta.
—Tampoco es que nos vayamos a casar, sólo hemos salido una vez y tenemos que conocernos más —respondo—. Además, entiendo que está recién divorciado, no creo que quiera algo serio tan pronto —Mi padre asiente, dándome la razón.
—Me alegro que lo tengas claro, hija…
—Tampoco es que yo busque formalismos, papito. Ya no soy una niña, por favor —respondo.
—Ya, ya… Ve a prepararte, para que Mike te lleve al aeropuerto —Mi madre me guiña el ojo, cuando subo a buscar mis cosas y terminar de arreglarme un poco.
Bajo con mis cosas y comienzo a despedirme de mis padres, abrazándolos y besándolos mucho. Por supuesto mi madre me mandó con algunas botellas del ponche, para Thomas y Patty, además de algunos presentes para ellos.
El timbre suena y a pesar del ceño fruncido de mi padre, me tuerce una sonrisa, deseándome lo mejor.
Al abrir, Mike me sonríe, haciéndome temblar las piernas y me pregunto cuándo dejará de ocurrirme eso con él, cada vez que lo veo.
—Buenas noches, señores Wilson —Saluda, dándole un abrazo a mi madre y un apretón cariñoso, en la mano a mi padre.
—Gracias por llevarla, Mike —dice mi madre.
—Es un placer, señora Wilson.
Caminamos hasta afuera, donde todos nos siguen al auto. Los vuelvo a abrazar y Mike me ayuda a subir.
—¡Los amo, papitos! —exclamo al bajar el vidrio. Mike se sube y pone en marcha el motor, por lo que les hago adiós a mis padres con la mano y ellos hacen lo mismo.
—No recordaba ver a tu padre tan gruñón —dice Mike, a mi lado.
—Está muerto de los celos —confieso.
—¿Y por qué?, ¿por mí? —Hago un sonido afirmativo y le sonrío.
—Ray y mi padre, siempre me han celado por todo —contesto—. No quieren ver que ya soy una mujer, no una niña.
—Y una muy hermosa, por cierto —Me halaga, haciéndome sonrojar.
El viaje realmente se me hace corto con Mike, ya que continuamos conversando de mis padres y de algunas escenas que me habían hecho Ray y mi padre, cuando estaba en la universidad.
Hago mi registro y nos sentamos a esperar el llamado del vuelo.
—Debo decir que estos últimos días, te he pensado mucho, Meg —confiesa, dejándome con un cosquilleo en el estómago—. Pero, vengo recién saliendo de una larga relación…
—Lo sé, Mike. No te preocupes —Lo interrumpo—. Sin presiones —Me sonríe—. Además, debemos conocernos bien, porque, por muy mejor amigo que seas de mi hermano, no te conozco como hombre, ni tu a mí como mujer —Le guiño un ojo y vuelve a sonreír.
—Gracias por entenderlo —Me toma la mano y la acuna entre las suyas—. Pero quiero conocerte, así que no pienses que esto es todo, porque cuando viaje a Miami, espero que podamos vernos y salir —Asiento y tuerzo una sonrisa.
“American Airlines anuncia la llamada del vuelo seiscientos uno, con servicio directo al aeropuerto de Miami. Embarque por la puerta dos”.
—Ese es mi vuelo —digo, por lo que ambos nos ponemos de pie y como el caballero que es, lleva las maletas por mí—. De verdad, Mike, muchas gracias por conseguirme este vuelo —Me detengo en seco y lo abrazo unos pasos antes de pasar por el primer control.
—Me alegra que no hayas pasado Navidad sola y separada de tus padres, Meg —responde—. Si podía hacer algo para evitar aquello, lo haría a como dé lugar —Se escucha que vuelven a llamar, por lo que le dejo un rápido y fugaz beso en los labios, dándome la vuelta para dirigirme al control, donde pasan mis maletas y hago el ingreso.
Cuando volteo, está sonriéndome ampliamente, por lo que le hago adiós con la mano y sigo mi camino, hasta entregarle el pasaje a la aeromoza que está en la entrada.
Jamás se me hubiese ocurrido que el pasaje que me había conseguido era para primera clase, por lo que dormí todo el viaje en una cómoda butaca, con unas suaves almohadas, cosa que agradecí muchísimo, porque al llegar a Miami, no sentí el cuerpo cortado por el viaje.
Llegué cerca de las cuatro de la mañana a mi apartamento, donde caí como saco de papas sobre la cama, quedándome profundamente dormida.
Beep, beep, beep, beep.
Apago la alarma del celular, mirando con un ojo la hora y cuando veo que son las siete y treinta, me levanto de un salto.
—¡Mierda! —exclamo, ya que no podía ser que me quedara tan profundamente dormida.
Me olvido de mis ejercicios matutinos y me doy una ducha exprés. Me visto lo más rápido que puedo, eligiendo una blusa blanca muy femenina con botones en el frente, los pantalones son azules de tiro alto, con una cinta anudada en la cintura y termino el conjunto con unos Stilettos de color beige, al igual que mi bolsa.
Decido hacerme una cola alta, dejándome algunos mechones en el frente y me maquillo natural.
Casi una hora después…
Llego corriendo al área del ascensor. Subo al cuarto piso y me llama la atención no ver a nadie en su puesto, por lo que voy a la sala de reuniones y veo que están el señor Little y el señor Morgan, hablando con mis compañeros. Me acerco un poco para escuchar lo que sea que estén diciendo.
“Esperaremos las propuestas hasta el quince de enero, así que desde ahora pueden comenzar con sus proyectos, para quienes estén interesados” —dice Kyle, en un tono muy autoritario y verlo ahí, hace que mis piernas flaqueen.
¿¡Qué te pasa, Megan, que te tiemblan las piernas con todos los hombres!? —Me reprendo mentalmente.
Llega un mensaje a mi celular, por lo que el señor Little y Kyle, voltean a mirar, consiguiendo con eso llamar la atención de todos en la sala.
¡Trágame tierra! —Trago el nudo que se ha formado en mi garganta y me resigno a ser regañada en público.
—Parece que es usual en usted llegar tarde e interrumpir, señorita Wilson —bufa Kyle, pero no pienso verme débil ante él, por lo que le mantengo la mirada.
—Por favor, prosigan, no quise interrumpir —respondo, dándole mi mejor sonrisa de labios apretados. Bufa.
—Creo que ya habíamos acabado, señorita Wilson, no se preocupe —dice mi jefe, dándome apoyo moral.
—Buenos días a todos y suerte —Se despide Kyle, acercándose a la puerta y bloqueándome el paso. Su aroma varonil entra por mis fosas nasales, haciéndome recordar nuestro furtivo encuentro en ese baño, lo que me hace estremecer—. ¿Me va a dejar pasar o se piensa quedar ahí, señorita Wilson? —gruñe—. Yo sí tengo ganas de trabajar —agrega, por lo que evito poner mis ojos en blanco.
—Adelante, su majestad —murmuro esto último, casi imperceptible. Le hago un ademán para que pase y tuerce una pequeña sonrisa la que desaparece al instante, cuando consigue pasar.
¡Lo odio!