—¿Ese mismo grupo? —abre los ojos sorprendida, y asustada. —Sí, los vampiros que nos atacaron en el bar no eran los únicos del grupo al parecer. Los habían enviado a buscarme, pero seguirán viniendo hasta obtener lo que quieren. —Oh, Dios… —empieza a hiperventilar, y veo en sus ojos como destellan sus pensamientos a mil por hora— ¿Eso quiere decir…? —en un momento se quiebra con sus palabras, y no me gusta el rumbo que toma la conversación. ¿Le diré que me siento culpable? ¿Qué quizá la podríamos haber salvado, o muerto con ella?—, que ellos pudieron haber matado a mi madre? El silencio se hizo ruidoso, mientras nos miramos la una a la otra. No tengo las fuerzas para decirle que sí, y tampoco para mentirle. Por lo que el silencio responde por mí. Sus lágrimas caen rendidas en la agonía