-Préstame tu teléfono, por favor- Dijo ella, dándole un suave beso en los labios, esos labios que él quisiera devorar en un instante pero que se merecían delicadeza y ser admirados. Él se lo cedió sin pensarlo dos veces, ella marcó un número algo largo que se sabía a la perfección y esperó unos segundos —¿Hola?- La voz al otro lado del teléfono era de una mujer, el acento era inglés y, por la sonrisa en el rostro de Anabis, supo de inmediato que era su amiga Isabelle —Belle, soy yo, Anabis —¡¡¡Anabis!!!!- Un grito ensordecedor salió de ella y la nombrada no pudo más que carcajearse- Amiga, sabía que algún día llamarías, lo sabía. ¿Donde estás? ¿Es este tu número? —Sí amiga, resulta que tengo unos días libres, ¿Te molestaría mucho si voy a visitarte? —Por supuesto que me molestaría- hi