2

1085 Words
Desde ésta mañana veo como ángeles van y vienen por el cielo, antes cuando miraba las nubes solo veía eso; nubes, pero ahora veo criaturas que son invisibles a los ojos de las demás personas.  También en la Tierra suceden cosas extrañas, parece que los humanos de la ciudad estuvieran a merced de los demonios, últimamente hay mucho vandalismo, robo y asesinatos de manera que asusta, no es normal eso lo sé. Hace algunas semanas se reportó a un hombre que decían sufría de demencia, éste gritaba a todo el mundo que el fin del mundo estaba cerca. Qué Él había enviando a su mejor soldado para exterminar a quienes fueran impuros en su Reino, para cuando lograron apresarlo y le preguntaron quién le había dicho semejante tontería el pobre hombre sólo dijo: "Los demonios me lo están susurrando." Está demás decir que absolutamente nadie le creyó y terminó en un centro para personas con desórdenes psicológicos. Pero yo creo firmemente en lo que ese pobre hombre dijo, Merth y Zadkiel dijeron que debía olvidarlo pues nada estaba sucediendo, por alguna razón no les creo ni un poco. Mis vacaciones se aproximan, no sé qué haré estos tres meses ya que mi primo se va de campamento con sus amigos y su novia, aunque los conozco bien parece que a ellos no les agrado mucho que digamos, ellos son nefilims y yo... Yo soy... Yo. Y la verdad no los culpo, yo también tendría miedo de un ser al que no se le conoce por completo y no tiene antecesores algunos. —¿Ya has pensado que harás en tus vacaciones?— tía Marie entra a mi habitación de pronto. —Creo que me quedare aquí contigo tía— le sonrío. —Anael, aunque me encantaría que lo hicieras no podrás ya que tengo que viajar por asuntos importantes— me observa atenta  sentándose junto a mi. —¿Entonces? ¿Qué haré? ¿Puedo quedarme sola?— la miro preocupada y suplicante. —Te irás con Patrick— responde tranquila y yo suspiro. Desde aquel el incidente hace tres años que me convirtió en lo que soy ahora, ella no me ha dejado en paz. No permite que me quede sola bajo ninguna circunstancia, siempre está vigilando lo que hago y no me permite tocar mis libros de demonología. Creo que muy en el fondo la atemorizo y eso la hace ser una persona muy controladora y a veces un tanto molesta. —Sus amigos... A ellos no les caigo bien, ¡lo sabes!— espeto poniéndome de pie. —No tienes otra opción Anael— mi tía intenta salir de la habitación. —¡Claro que sí! ¡Tengo veintiún años, no soy una niña!— exclamo molesta.— No iré a ese campamento. En cuanto sentencio mi decisión los objetos y muebles de la habitación se sacuden con fuerza haciendo que mi tía retroceda algunos pasos. Me observa sorprendida y luego frunce el seño, parece querer decir algo pero lo evita y sale de mi cuarto. Suspiro, aún me pasan éstas cosas, si por algún motivo me inquieto de más tiendo a hacer desastres inoportunos; bajo las escaleras con rapidez, quiero disculparme con ella ya que no era mi intención asustarla o intimidarla. —Tía Marie...— en cuanto entro en la cocina quedo boquiabierta. Toda la habitación está cargada con una espesa niebla oscura, el aire es tan pesado que se me dificulta un poco la respiración, Marie levita en medio de ésta y parece haber perdido la consciencia.  Detrás de todo lo que veo hay una criatura, parece un hombre de unos veintiocho años, sus ojos amarillos en forma de gato me observan atentos y su sonrisa ladina me pone en alerta. —¿Quién eres?— pregunto con fuerza. No debo verme insegura. —Soy Barock, he venido hasta aquí por usted ama— me responde y me sorprendo. —¿Ama?— susurro — Yo no te invoque. —Claro que lo hizo, hace unos segundos. La verdad me sorprendió pero no pude negarme a venir, eres poderosa y la única que ha tenido la fuerza necesaria para abrir una brecha dimensional hasta mí. Aún cuando no te dieras cuenta— explica sonriendome. —Vete— ordeno rápidamente.— No quiero un sirviente. —No puedo irme, estoy solo en este patético mundo y tú me invitaste a venir. Soy tuyo ahora— me dice sonriendo. —No soy un demonio, no te obligo a seguirme— me cruzo de brazos. —No, no eres un demonio, eres aún mejor. Y por lo de seguirte o no es cosa de protocolos— añade meneando la cabeza—Es como una obligación seguir a quién te libera de las mazmorras. La niebla comienza a desaparecer poco a poco, Barock camina tranquilo hasta la isla de la cocina y toma asiento observandome. Mi mente va a toda prisa, no recuerdo poder hacer éstas cosas y la verdad es que a pesar de que he podido aprender bastante de mis habilidades nuevas y mi nueva condición de vida, aún me falta mucho por descubrir. —Supongo que nada puedo hacer por ahora— me acerco a él—¿Qué está sucediendo en el Cielo? —¿Acaso no lo sabe ama?— el muchacho me mira sorprendido.—Parece que ha resucitado. —¿Quién?— pregunto intrigada.—¿Quién ha resucitado? Antes de que pueda decir algo al respecto la puerta de entrada a la casa se abre, en un pestañear de ojos mi tía se encuentra en frente de mí algo aturdida y todo parece haber vuelto a la normalidad.  Patrick entra en la cocina seguido de Elena, su novia, ella también es nefilim y debo destacar que es muy buena con la daga y la espada. —Mamá tengo todo listo para el campamento— sonríe Patrick. Yo aún consternada por lo que pasó me sirvo un vaso con licuado e intento que mi cerebro trabaje a todo lo que puede para comprender lo que ese demonio dijo. ¿Resucitar? ¿Quién? Doy media vuelta para retirarme, no me interesa la vana conversación de mi primo y mi tía, Elena me observa con desdén, miedo y algo más que no soy capaz de entender, apenas clavo mi mirada en ella siento como la energía dentro de mi ser se prepara para salir, como si estuviera siendo atacada o en peligro. Soy más que consciente de que mis ojos brillan de un particular color dorado cuando tengo que usar mis poderes, la chica se sorprende y me cede el paso. Camino por la casa, subo las escaleras a paso lento pues me encuentro algo ausente en estos momentos, abro la puerta de mi habitación y al cerrarla detrás de mi surge la misma sensación que cuando Barock llegó hace unos momentos atrás. —Hola Anael— esa voz es inconfundible. Jamás la olvidaría. Subo la mirada esperando encontrarme con él, esperando que mis súplicas hayan sido escuchadas por alguien,  no es quién yo quiero, es alguien más; Lucifer.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD