94. No volveré Annie Mi bebé se está recuperando rápidamente, y ahora que la fiebre ha bajado, descansa tranquilo en la cuna del hospital. Estoy sentada a su lado, tomando su pequeña manita. Es tan chiquito. Ya ha aprendido a decir “ma” y mientras lloraba de dolor, me llamaba con gritos lastimeros. Veo que Liam ingresa a la habitación y se coloca del otro lado de la cuna. No puedo negar el inmenso amor que le tiene a nuestro hijo. —¿Está más tranquilo? –me pregunta y le digo que si con un movimiento de cabeza. Es nuestra primera crisis como padres. –Deberías ir a descansar, yo lo cuidaré esta noche. –cuando me dice eso, me provoca ternura. Es un excelente padre y estoy segura de que Angelito estará muy orgulloso de él cuando sea mayor. Se ha convertido en un hombre amable