Capítulo 14

1822 Words
Por la mañana, Marco Antonio se levantó temprano y preparó las cosas que tenía que guardar. Anoche la pasó inquieto. Temprano habló con Julio César para que se fuera con ellos, aceptando de inmediato y que se quedó todo el tiempo pensando en María Elena, se le olvidó por completo. Cuando llegaron al hotel, Marco Antonio bajó del Volvo XC 90 y fue hasta su interior para ir a buscarla. María Elena al verle lo abrazó con fuerza, como si algo le hubiese pasado. Él sintió miedo en ese momento, pero no porque les pasara algo, sino, por no haber estado con ella. Una sensación de pérdida lo inundó y se molestó consigo mismo por haberle permitido ir a trabajar, pero ella era así y no había manera de hacerla cambiar de parecer. —Mari, amor ¿Te pasó algo?. Murmuró en su oído apretándola contra su pecho. —Ahora sí, necesitaba abrazarte. Respondió con la voz llena de agonía. Algo le decía que no era solo por eso, que en realidad sí que le pasó algo. —No me mientas. ¿Qué ha ocurrido?. Insistió. —Está bien. Suspiró separándose de él unos milímetros de su cuerpo. —Me sentí observada, como si me estuvieran espiando y claro, los mensajes no cesan. Volvió a apretarla contra su pecho, metiéndola en su interior, de donde nunca debió salir. —Ahora estás conmigo. No dejaré que te pase nada, amor. Aseguro Marco Antonio. —¿Has terminado? —Si, ya terminé —Entonces vamos, los niños están esperando en el auto con Julio César. Salieron del hotel y fueron hasta el auto donde María Elena, se sentó detrás con sus hijos y Marco Antonio se sentó en el lado del copiloto. Estaba deseando llegar a Nueva York y cuidar que nada le pasara a ninguno, eran su vida y si los perdía, él también moriría. Sentía una angustia en el pecho que no le dejaba respirar, aunque en su casa podría cuidar que nada les pasase, no podía dejar de sentir que allí estaban más expuestos al peligro. Pero no le quedaba otra que ir allí para arreglar el problema con Jannet y la única manera era ir a hablar con ella y ponerle las cosas claras, solo esperaba que no pasara nada, porque entonces sí que no le perdonará en la vida. María Elena seguía sintiendo ese miedo en su interior, pues la noche no la pasó nada bien, estaba segura de que alguien la observaba, de que alguien quería acercarse a ella, pero no lo hizo. Cuando acabó la jornada laboral, fue hasta el look a recoger su bolso, por un momento pensó que alguien estaba ahí con ella y entró su compañera Leticia. Tuvo una conversación con ella donde pensó que se iba a Nueva York con Alberto y ahí tuvo que sincerarse con Leticia y contarle la verdad sobre Marco Antonio, sobre su hija y por supuesto, dejando claro de que ya no estaba con Alberto. Entonces, antes de que Marco Antonio llegase, recibió un mensaje. No quiso enseñárselo a él, pues sabía que se pondría como un loco, así que le dijo que seguía recibiendo, pero omitiendo lo que ponía. "—Desconocido: Casi nos vemos hoy, pero entró tu compañera y te dió tremendo susto. Tranquila, que estoy muy cerca. Ella le respondió, pensando que, si lo hacía la dejaría en paz, pero no fue el caso. —María Elena: Déjame en paz. ¿Qué quieres de mí? ¿Quién eres? —Desconocido: Jajaja ¿Asustada? Eso es lo que quiero, hacerte la vida imposible, ya nos veremos las caras pronto. Mientras iban de camino al aeropuerto, leyó de nuevo los mensajes que no se atrevía a borrar para enseñárselos a Marco Antonio cuando tuviese las fuerzas suficientes de aceptar de que alguien quería matarla. Aun le costaba creer que eso pudiera pasar. Cuando llegaron al aeropuerto, eran cari las ocho de la mañana. Estarían en Nueva York sobre las tres y esta vez, se quedarían en casa de Elizabeth fue algo que Marco Antonio le dijo de camino, pues pensó que sería mejor que no estuvieran solos en ningún momento y con su hermana no lo estarían. Subieron al avión, Francisco estaba despierto, pero Susana seguía dormida. Era raro en ella, seguramente estaría incubando algo, no solía dormir tanto. Se sentaron cada uno en su asiento y María Elena se puso los audífonos para escuchar música, era lo único que le relajaba y necesitaba descansar. Con la música de Ricardo Montaner, se quedó dormida. El tiempo pasaba volando, nunca mejor dicho y el llanto de su pequeña la despertó. María Elena abrió los ojos y Marco Antonio la tenía en brazos. —¿Qué te pasa mi cielo?. Preguntó mirando a la niña. —No sé, tiene fiebre. Respondió Tony preocupado. —No te preocupes, cariño, le daré un medicamento y cuando lleguemos la llevamos al médico ¿Si? —Ya estamos llegando, falta muy poco . Anunció provocando en Francisco nerviosismo. María Elena miró a su hijo y sonrió, pues sabía lo que le pasaba, fue igual que la vez que fueron a ver a Elizabeth, él se puso tan nervioso que no fue capaz de saludar a Anlhy sin titubear. Tomo su mano y él la miró avergonzando. "Ay mi niño y su primer amor, pero qué lindo es ", pensó ella divertida. —Tranquilo cielo, ahora pasaremos unos días en su casa y estarás con ella más tiempo. Expresó su madre con cariño. —¿Nos quedaremos en su casa? . Preguntó incrédulo. —Claro campeón, pensé que te gustaría la idea, por eso lo hice. Inervino Marco Antonio a la vez que los altavoces sonaron anunciando de que estaban a punto de aterrizar. Una vez el avión aterrizó, todos bajaron del mismo y caminaron apresurados, pues estaban tan cansados que se morían de ganas por llegar a casa y poder descansar. Al menos María Elena se sentía agotada. Tomaron las maletas y fueron hasta la salida de los pasajeros. Ella no esperaba ver a nadie, pero se equivocó, pues al otro lado estaba Elizabeth y Carmen Rosa. No se lo podía creer, su amiga había ido a recogerla. Salió corriendo a su encuentro y cuando llegó hasta ellas, las abrazó con cariño. —Pero bueno, mira qué hermosa estás Mari. Expresó Carmen Rosa. Al separarse, Elizabeth no podía más, necesitaba ver a su sobrina. —¿Dónde está mi sobrina?. Preguntó ansiosa. —Ya no eres importante María Elena. ¿por qué no me dijiste que tenías una hija?. La regaño, tenía razón. —Lo siento, Elizabeth, pero tú sabes las razones. Sé que tenía que habértelo dicho, pero estaba segura de que se lo dirías a tu hermano. —No te preocupes. Sabes que te quiero mucho. Volvió a abrazarla. Entonces llegó Marco Antonio hasta ella y se quedó mirando a su hermana y a la mujer de su vida. Era en estos momentos en los que se daba cuenta de que María Elena era esa otra pieza del clave en su vida, parte de su corazón era de ella y no podía amarla más. Elizabeth al percatarse de la presencia de su hermano, se separó de su cuñada para después clavar los ojos en la niña. —Oh, por dios ¿Ella es?. Sus lágrimas no la dejaron hablar más. —Hola hermanita, te presento a Susana, tu sobrina. Mencionó Marco Antonio risueño. —Dile hola a la tía Elizabeth princesa. Estaban viviendo un momento precioso, su hija le echó los brazos a su tía y esta la abrazó con fuerza a la vez que le daba besos y Susy también le dió besos Aslhy y aha se dieron cuenta de que había sido amor a primera vista. Es que su princesa era un amor y la niña más perfecta que hayan llegado a pensar que tendrían. —Es preciosa, me recuerda tanto a Aslhy, aunque ella es rubia como nosotros. Salieron del aeropuerto y fueron a casa de Elizabeth, allí los esperaba Carmen la madre de Marco Antonio junto con Aslhy estaban locas por conocer a Susana, aunque la pequeña, se moría de ganas por ver a Frank. Tras un viaje un poco largo desde el aeropuerto a casa de su cuñada, llegaron y Carmen salió a su encuentro. Enseguida le dio un fuerte abrazo a María Elena, diciéndole lo feliz que estaba de que estuviera de vuelta y, sobre todo, con su hijo y saber que tenía una nieta, era algo que hizo que esa mujer volviese a sonreír después de todos los desastres que dejó su difunto esposo. En cuanto vio a la niña, se enamoró de ella y su hija le decía vita, pues no sabía cómo decirle abuelita, así que se quedó en vita. Su suegra solo lloraba con la niña en brazos. —Mamá, yo también estoy aquí. Dijo irónico Marco Antonio —Ay hijo, si es que esta niña me sorprendió. pero qué preciosa es. — ¡Frank, Frank! Por fin llegaste. Grito Aslhy corriendo hasta llegar a Frank y lo abrazó. Estaba muy grande para nueve años que tenía. Su hijo solo con verla, se le iluminó la cara. Se sentía feliz ahora que estaba rodeada de personas que, sí la quería de verdad, era una sensación extraña que, en otro momento, no sintió y que, ahora, era mucho más fácil, pues, al fin y al cabo, su amor fue lo que ha conseguido que en este momento estén así, juntos. Pensó que era momento de respirar con normalidad, hasta que le llegó un mensaje, paralizándola por completo. "—Desconocido: Pero mira qué estampa más bonita, toda la familia junta. Los reencuentros son lo mejor, menos mal que ya no está el viejo Rodríguez para hacerte la vida imposible, pero no te preocupes, que ya estoy yo aquí. Sí, aquí muy cerca de ti. ¿Creías que viniendo a Nueva York te ibas a escapar? Estabas equivocada, estoy mucho más cerca. Nos veremos más pronto de lo que crees. " Dios, ¿Quién será? Pensó que era Rolando, pero él estaba en Lima y ahora, ella estaba allí y seguía recibiendo los mensajes. Estaba asustada de verdad su presentimiento estaba en lo cierto, tenía que tener los ojos muy abiertos. No iba a dejar que nadie le hiciera daño a su familia, primero tendrían que matarla a ella. Miró a Marco Antonio, este se dio cuenta de su rostro blanquecino que miraba a todos lados, buscando a alguien en los alrededores, pues si la vio con la familia, era porque realmente estaba cerca. Sus ojos se clavaron en unos arbustos que daban al lateral de la casa y si no se equivocaba, había alguien; un hombre alto. ¿Tal vez? Cuando se percató de que lo estábamos mirando, salió corriendo y su corazón se paralizó en ese momento. —¿Juan?
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