Marco Antonio iba tras ella y al verla así tan intranquila, se preocupó. No le gustaba verla así. No era feliz, si ella no lo era. —¿Estás bien amor? . Preguntó Marco Antonio sentándose a orilla de la cama, muy cerca de ella. Tomo su mano y la acarició con dulzura. María Elena seguía mirando al techo y antes de responderle, pensó mil veces, por miedo a contar más de lo que debía —La verdad, no. No me esperaba que se presentara. Respondió reprimiendo las ganas de llorar. —Creo que deberías hablar con él. Dijo él consiguiendo al fin que lo mirara. María Elena lo miró extrañada, como si lo que había dicho era algo que no tenía que hacer, algo que en realidad no quería hacer. ¿Cómo podría hablar tranquilamente con el hombre que la abandonó, que la dejó tirada en los peores momentos de s