Caminaron hasta la puerta de la casa y Marco Antonio la esperó para que ella pasara primero. Pasó por su lado, y, lo pasó realmente mal al sentir su mano en su espalda, Marco Antonio sonrió y ahí perdió el sentido común, porque eso era lo que le pasaba cuando él ponía su sonrisa matadora, esa que vio la primera vez que lo vio. Tantos recuerdos inundaron la mente de ella. Tantos momentos en tan poco tiempo. Tanto amor que se había dado y prometido. Y todo se fue a la basura por una mentira. Cuando por fin entraron, Sofía miró a su alrededor y la casa estaba tal y como la recordada, preciosa. Ella estaba enamorada de esa casa desde que la vio por primera vez. Salieron al jardín y recordó que tenía que avisar a su madre que pasaría más tarde por su hijo Frank. —Tengo que hacer una llamada.