La llamada que entraba era de mi madre ya que en la mañana me había mandado un mensaje, explicando que el día anterior no había alcanzado a contestar porqué habían llegado cansados de la playa y estaban dormidos. Cosa que me había dejado un poco tranquila definitivamente no me hubiera gustado que contestará en un momento como ese y escuchado algo del encuentro nocturno que tuve con Ivo. —¡Mami! —la vocecita de Alana, tan risueña como de costumbre, comentaba con alegría—. Adivina, ¡¿qué?! hemos visto una sirena gigante, tan enorme como la casa del novio de la abuela. —¡Qué no era sirena! —ese era Benny, que con fastidio le contestaba a la fantasía de su hermana—, te dije hace rato que era un tiburón, no le digas mentiras a mamá. Me reí ante sus ocurrencias, los extrañaba mucho y aquella l