Había despertado de madrugada, precisamente no se caracterizaba por dormir demasiado. Después de estar por una hora mirando a su amor a su lado, mil ideas se cruzaban por su mente. En cada una de ellas se veía solo, no había un nosotros. No podía arriesgarse a perderle para siempre, no podría soportar la culpa de que la lastimaran, no quería alejarse, su corazón se lo impedía. Pero su mente fue más fuerte y armándose de valor, se vistió, escribió la carta de despedida mientras la veía dormir, tomo sus cosas y se marcho.
Recién empezaba a amanecer, comenzó a caminar por la ruta con un destino incierto. ¿A dónde iría? ¿Podría soportar estar lejos de MC? ¿Qué pasaría cuando conozca a alguien más? ¿MC le haría caso en no buscarlo o terminaría por encontrarlo? Miles de preguntas pasaban en su cabeza, pero ninguna tenía respuesta. Se alejo los kilómetros suficientes como para que MC no lo encontrara con facilidad, en caso de que lo buscara. Rento una habitación en un hotel de mala muerte.
Una vez en su cuarto abrió su laptop y comenzó a mirar una y otra vez sus charlas, mientras por sus mejillas se derramaban sus lágrimas. Apoyando su cabeza en sus brazos solo pudo llorar y llorar hasta quedarse dormido. Se despertó pasado el mediodía y su ordenador seguía encendido con sus viejas charlas con MC. Decidido comenzó a teclear sobre él, definitivamente iba a hacer lo mismo que ya había hecho anteriormente. Si, hackear su micrófono y su cámara, la de su móvil y la de su ordenador. Si no podía tenerla en su vida, al menos, podría verla a diario, oír su voz y no extrañarla tanto.