La sensación de caída libre me hace sobresaltar de la cama, con la respiración entrecortada, jadeando y con la boca seca. Mis manos van hacia mi cabeza por acto reflejo, como si mi cuerpo intentara responder alguna pregunta que no me he hecho.
Me siento en la orilla de la cama, un escalofrío me recorre el cuerpo; me pongo la bata y camino hacia la cocina para buscar un vaso de agua.
Me acerco a uno de los ventanales del departamento para observar el mar en calma, con una luna resplandeciente reflejada en él. Abro completamente las persianas y me siento en el sofá, contemplando el hermoso paisaje.
Recuerdos de la cena que tuve con Isaac vuelven a mi memoria, y trato de pensar en qué es lo que quiero con mi vida. Jamás he tenido una relación, ya que sentía que eran una perdida de tiempo, el cual dedico exclusivamente a estudiar.
«¿Y ahora qué? ¿Qué es lo que quiero en mi vida?» me pregunto y sé la respuesta, pero estas preguntas tienen una doble intención.
Mi prioridad era estudiar Neurología y especializarme en cirugías complejas y así lo hice, fui la mejor de mi generación, me gradué con honores y con muchas ofertas laborales.
Hice mi residencia en Two Pines Hospital, donde me ofrecieron el cargo de neuróloga y hace poco me hice cargo del departamento, por lo que me hago un “check” en este punto de mi vida.
Buscaba ser reconocida y poco a poco lo he conseguido, con mis ensayos y todos los proyectos que tengo en mente… «Pero y mi vida ¿Qué?» me pregunto y de pronto ese vacío de sentirme sola, me recorre el cuerpo, por lo que abrazo mis piernas sin despegar la mirada del mar, tan calmo, tan magnífico.
«¿Estoy preparada para una relación? ¿Podría intentar algo con Isaac?» me vuelvo a preguntar. Conozco hace más de dos años a Isaac, fue uno de los primeros que se acercó a mi cuando llegó a trabajar al hospital, ya que yo aún era residente y estaba haciendo mi especialización. Tuvimos química desde el primer instante, por lo que no nos costó mucho pasar de los besos, a lo s****l, pero nunca llegamos a un acuerdo, ni nos dijimos nada serio, sólo se dio y así seguimos hasta ahora.
**Flashback
Después de la cena, paseamos por la playa, sin decirnos mucho en realidad, más bien nos mantuvimos en silencio.
—Ya es tarde… —digo un tanto extrañada por la situación.
—Si, tienes razón… —dice entre suspiros y se pone frente a mí, tomándome la mano que tengo libre, ya que en la otra llevo mis zapatos— Gracias por acceder a venir a cenar conmigo esta noche Amber, sé que lo nuestro ha sido de otra forma desde un comienzo, y espero de corazón que pienses en lo que te propuse. —pide con sus ojos brillosos, sin perder el contacto visual conmigo.
—Lo pensaré. —rebato y tuerce una sonrisa. Sin soltar mi mano, caminamos hacia la terraza, donde nos calzamos los zapatos y caminamos al estacionamiento.
Llega el muchacho de valet parking e Isaac me abre la puerta para subir, rodea el auto y salimos rumbo a mi departamento. Minutos después, llegamos al edificio, Isaac se baja, rodea nuevamente el auto y me abre la puerta, como el caballero que es.
—¿Quieres pasar por un café? —pregunto con doble intención, mirándolo provocativamente, pero niega.
—No sabes cómo me gustaría subir a tu apartamento, pero para hacerte el amor, Amber… no para tener una noche de sexo, como ha sido nuestra tónica desde hace un tiempo. —espeta y asiento, ya que entiendo su punto de vista.
—Entiendo. —digo y me siento incómoda en este momento.
—No tienes idea de todo lo que provocas en mí Amber… pero tendré paciencia y esperaré por tu respuesta. —dice con seguridad.
—Nos vemos mañana Isaac. —Lo persuado— Gracias por la cena. —espeto, mientras nos miramos a los ojos.
—Gracias a ti. —dice y le beso la mejilla.
—Buenas noches. —Me despido y camino hacia la entrada del edificio, sin mirar atrás.
**Fin del flashback
La verdad es que no sé lo que quiero para mi vida, pero sé que con Isaac, no es, no lo quiero lastimar intentando algo que, por ahora, no tiene pies ni cabeza.
『 Al otro día 』
Dejo en mi casillero un nuevo outfit de “emergencia” por si acontece algo importante. Me cambio de ropa y me pongo mi traje palo de rosa y mis zapatos cómodos para comenzar el día.
Camino por los pasillos, saludando al personal y colegas, encontrándome con Penélope poco antes de llegar a mi oficina.
—¡Amiga! —dice con esa energía que la caracteriza.
—¿Cómo estás Penny? —pregunto y esta se sonríe coqueta, por lo que alzo una ceja y la miro con cara de pregunta— ¿Cómo se llama? —inquiero y ella se vuelve a reír.
—¡Fabián! —exclama emocionada y sonrío.
—Te tomaré el tiempo de cuánto te dure éste. —digo entre risas, por lo que sonríe.
—Ja,ja qué simpática. —dice haciéndose la ofendida, pero se ríe y me tira un beso.
—Nos vemos al almuerzo. —digo y asiente, por lo que camino hacia mi oficina nuevamente, mientras ella entra a la oficina de las enfermeras.
Entro a mi oficina y veo sobre mi escritorio un pequeño sobre sellado. Lo miro por todas partes y no tiene remitente, está completamente en blanco; lo abro y tomo la nota que hay escrita dentro, con una hermosa letra
“Un día menos.
¿Ansiosa?”
Lo observo por todos lados y no hay un ápice de saber quién la escribió y qué significa.
«¿Será Isaac tratando de convencerme?» me cuestiono y niego, no creo que sea él, dijo que no insistiría y me daría mi espacio, aunque, creo que no tengo mucho que pensar, y realmente, no sé si deba ilusionarlo haciéndolo esperar.
Me pongo mi bata, el estetoscopio detrás del cuello y camino al área de kinesiología. Creo que lo más prudente es que acabe con esta espera para Isaac, y apague esa luz que cree que hay al final del túnel, porque realmente no la hay.
A penas abro la puerta, lo veo poniéndose la bata, saliendo de la oficina, por lo que me acerco y lo saludo.
—Doctor Frederick, buenos días. —saludo formal, ya que hay más colegas y enfermeras al rededor.
—Amber… Doctora Miller, buen día. —dice y sus ojos brillan emocionados. Le hago un gesto para que me siga y salimos hacia uno de los pasillos.
—Quería hablar contigo, ya que anoche no pegué un ojo analizando lo que me dijiste. —espeto y en su cara veo incertidumbre e ilusión, por lo que maldigo internamente, ya que no quiero herirlo.
—¿T-tan pronto? —pregunta nervioso y asiento.
—Siento que no es prudente mantenerte ansioso esperando una respuesta… No quiero herirte, de ninguna forma. —digo y puedo notar la desilusión en su mirada— Creo que lo nuestro no podrá ser. —espeto finalmente y me mira con sus ojos brillosos, pero tristes.
—Creí que te tomarías un tiempo para pensarlo mejor… —rebate y niego.
—No quería que la ilusión de una respuesta positiva, te hiciera más daño Isaac… Si bien nos conocemos hace unos años, nunca pusimos límites, reglas, nada a lo que teníamos, y eso llevó a que tu desarrollaras sentimientos por mí, que no sé si pueda corresponder. —confieso, Isaac baja su mirada y asiente en silencio.
—Al menos lo intenté. —dice abatido, forzando una sonrisa torcida, que más parece mueca— ¿Y ahora qué? —pregunta y alzo una ceja sin comprender a qué se refiere.
—No entiendo… ¿A qué te refieres? —cuestiono.
—A nosotros. —dice y vuelvo a buscar su mirada.
—No lo sé Isaac, creo que eso debes responderlo tú… Creo que si seguimos como estábamos, te haré más daño… —confieso y vuelve a asentir.
—Me tomaré mi tiempo… para digerirlo. —rebate y asiento.
—Me parece perfecto. De verdad lo siento Isaac. —digo triste, porque valoro su amistad.
—No te preocupes, estaré bien… Si me permites, tengo cosas qué hacer. —dice y asiento.
—Claro, que tengas un buen día. —digo con una sonrisa torcida y salgo de Kinesiología para volver a mi oficina.
Al llegar a mi oficina, me pongo a revisar las carpetas con los proyectos que he propuesto al hospital. Los desarrollo y explico mejor, en un lenguaje menos técnico, para estar preparada el viernes en la cena con el señor De la Croix. Aunque hay uno en el que quiero intentar convencerlo especialmente, ya que es demasiado útil para el crecimiento del área de Neurología del hospital.