Capítulo 4

1950 Words
[KEIRA]   Había olvidado todo lo que tenía planeado para mi boda y cada detalle que había mencionado el maestro de ceremonia, pero como un boomerang, todas esas conversaciones regresan a mi cuando las voy viendo reflejadas en esta fiesta de la que por momentos siento ganas de huir, pero sé que no puedo si lo que quiero es cumplir mi objetivo. —Mi amor, ¿bailamos? — escucho la voz de Dane y al voltear a verlo, está de pie a mi lado ofreciéndome su mano. De reojo puedo darme cuenta como la mirada de los otros invitados que aun están sentados alrededor de la mesa se fijan en nosotros dos y yo fingiendo mi mejor sonrisa de mujer enamorada, llevo mi mano a la de Dane y me levanto de la silla —claro que si nene— le respondo y como la buena actriz que puedo llegar a ser, le doy mi mejor sonrisa haciendo que seamos la envidia de todos mientras caminamos hacia la pista de baile. —¿Nene? — me pregunta bajito una vez que llegamos al centro de la pista y de un movimiento me hace pegar a su cuerpo como si fuera un experto en esta materia. —¿No te gusta el apodo que te puse? — le pregunto llevando mi mano a su hombro mientras que una de las suyas se ubica en el centro de mi espalda de una manera que podría dar a entender que somos una pareja con una química increíble. Entrelazamos nuestras manos para comenzar a movernos al ritmo de la música y él me sonríe sin dejar de mirarme a los ojos —suena muy bien dicho en tus labios— responde finalmente con esa voz tan ronca y provocativa que en otra etapa de mi vida probablemente se hubiera convertido en mi debilidad, pero ya es tarde. —Debemos convertirnos en la envidia de ellos dos, tienen que ver lo que perdieron— digo intentando no mirar hacia donde ellos están bailando ellos dos.   —Mírame a los ojos— los escucho decirme tal y como si fuera una orden y al encontrarme con el mar azul de sus ojos, me veo reflejada en ellos a pesar del juego de luces que nos envuelve. —¿Qué? — pregunto cuando no dice ninguna otra palabra. La manera en la que me observa ahora podría detener el tiempo, es como si estuviera intentando encontrar las palabras correctas que decirme, o como si no se atreviera a decirme lo que pasa por su mente —si queremos que esto funcione, debemos ser más que convincentes, ¿confías en mí? — me pregunta y, a decir verdad, la respuesta es muy difícil, después de todo nos estamos tratando recién hoy, ¿no? Sonrió —debería decirte que no, pero no lo hare… confió en ti— sentencio y ahora es él quien sonríe. —Entonces, permíteme hacer algo que hará que ellos estallen de celos— me dice y de alguna manera consigue que nos movamos por la pista de baile hasta quedar un poco más cerca de los flamantes novios y yo solo me dejo llevar por él hasta que siento como suelta mi mano para llevarla hacia mi cuello e intento no reaccionar equivocadamente ya que podría arruinarlo todo, pero la manera que se acerca a mis labios es algo que no esperaba —sígueme la corriente— me pide en un susurro y me mira a los ojos para después fijar sus ojos grises en mis labios y besarme como si se tratara de un beso de película de esos que pasan en cámara lenta para hacer más provocativo el momento. Su manera de besarme me lleva a cerrar mis ojos a causa de lo que provoca y mis manos se van deslizando hasta su nuca enredando mis dedos con el final de su cabello y me dejo llevar por su perfecta manera de besarme digna de un Oscar. Su mano en mi espalda me aprieta más contra él y en el preciso instante que creo que su lengua se inmiscuirá en mi boca, Dane se detiene respirando un tanto agitado a milímetros de mis labios —¿Qué fue esto? — pregunto en un intento por comprender que sucedió aquí y él sonríe. —La mejor manera de convencerlos— murmura y me aprieta un poco más fuerte contra su cuerpo —muévete conmigo como si quisieras irte de aquí a pasar la mejor noche de tu vida en una misma habitación— me dice bajito y sin dudarlo, enredo un poco más mis dedos en su cabello y hago exactamente eso que sé que tanto le fascinaba a Mauricio que hiciera cuando las ganas nos consumían —eso…— susurra y siento sus dedos moviéndose estratégicamente por mi espalda haciendo que mi respiración se agite. —Dane…— advierto y sonríe de lado. —No dejes que el juego te gane— me pide y sé que tiene razón… La música sigue sonando a todo volumen mientras que él y yo nos vemos en este juego que por momentos siento que se sale de control —Keira— escucho su voz interrumpiéndonos y Dane sonríe de manera cómplice para que luego nos separemos un poco y pueda mirar a Mauricio a la cara —¿bailamos? — me pregunta y esto era algo que definitivamente no esperaba. —¿Y tu esposa? — cuestiono confundida y de repente ella aparece también. —Estamos bailando con todos los invitados, faltan ustedes— explica y Dane y yo nos miramos de manera cómplice. —Seguimos después mi amor— me dice y sin que me lo espere, vuelve a colocar su mano en mi cuello para acercarme a él y una vez más besarme haciendo que lo nuestro parezca sumamente real. —Está bien nene, no me extrañes— le contesto siguiendo su propuesta y Mauricio me toma de la mano para acercarme a él. Tener a Mauricio frente a mí ya no es como antes, mi piel no se altera con su cercanía, mi corazón no se vuelve idiota y mis labios no tienen ganas de besarlo… lo único que queda en mi es estas ganas de hacerlo sufrir por lo que me hizo. Le di tres años de mi vida para que ahora él este disfrutando de todo esto con ella… —Vaya casualidad, ¿no? — me pregunta mientras que hace que nuestros cuerpos se muevan al son de la canción que suena de fondo. Lo miro un poco extrañada y me sorprendo al mi misma al no convertirme en victima perfecta d esos ojos cafés que tantas noches me miraron cuando hacíamos el amor —¿de que hablas? — cuestiono haciéndome la desentendida. —Tú y Dane… el ex de Salma— explica. —Querrás decir al hombre que tu y Salma engañaron, además, cuando le dije que viniera a esta boda conmigo, él no sabia que ella era la novia, fue toda una gran casualidad tal y como lo explicamos antes— digo con mi faceta de empresaria siendo quien gobierne en esta conversación con su carácter frio y de que nada le afecta. —Ya hemos tenido esta conversación antes— rebate y se que se refiere a su engaño y nuestra ruptura, pero no de porque ella y mucho menos de como consiguió que dejara a Dane. —Si tu lo dices… además, no vale la pena hablar del pasado— digo y con toda la intención del mundo volteo a ver a Dane quien baila con Salma, pero con una cara que dice “sácame de aquí” y quiero suponer que las cosas no están yendo tan bien como él creía en ese baile. —¿Por qué él? — me pregunta de la nada y vuelvo a mirarlo. —¿Perdón? — cuestiono intentando comprender que es lo que quiere averiguar exactamente. —¿Qué porque él?, si tu puedes tener al hombre que tú quieras — se atreve a preguntar y sonrió. —Por eso mismo, porque lo quiero a él, ¿acaso no ves lo guapo que es? Además, es inteligente, caballeroso, sensual… y mejor me detengo ahí y me guardo el resto para mí— sentencio de una manera que sé que lo llenara de rabia y con toda la intención del mundo miro a Dane quien también cruza su mirada conmigo y sabiendo que este es el momento de una jugada fríamente calculada, suelto a Mauricio —discúlpame— le digo y camino firmemente hacia Dane que entiende a la perfección lo que voy a hacer y suelta a Salma —¿nos vamos de aquí nene? — le pregunto tomándolo del cuello y me acerco a su boca. —Vámonos mi amor, muero por estar contigo— sentencia y acorta toda la distancia entre nuestros labios para darme un beso que, de no ser fingido, me haría caer en sus brazos esta noche. Sus ojos grises se clavan en los míos mientras que su respiración agitada como parte del teatro lo hace sonreírme y me toma de la mano —que tengan una excelente luna de miel — les dice a los flamantes novios y tal y como si fuéramos nosotros los que buscamos huir de esta boda, nos echamos a correr por el salón hasta llegar a la mesa y recoger mi bolso y después continuar hasta que finalmente estamos afuera. El aire ya un poco más frio a esta hora de la noche golpea nuestros rostros mientras que reímos de manera cómplice —vaya actuación— digo entre risas y el frio me hace juntar mis brazos un poco. —Conociendo a Salma, debe estar que se muere de los celos— me dice mientras que se quita el saco de su esmoquin. —¿Qué haces? — cuestiono. —Para que no te mueras de frio— explica colocándome su saco sobre mis hombros y sonrió. —Gracias Dane— murmuro y acomoda mi cabello fuera del saco. —Un placer, entonces, ¿Cómo sigue todo esto? — me pregunta con gran interés y sonrió triunfal. —¿Estás dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias? — indago y él sin dudarlo ni un solo segundo, asiente. —Definitivamente, después de escuchar que Mauricio era un mejor partido que yo y que por eso se casó con él, estoy dispuesto a todo para hacerle ver su error, pero no porque quiera regresar con ella, sino porque al igual que tu quiero que aprenda su lección. —  me confiesa dejándome sin palabras. —¿Eso te dijo? — pregunto totalmente sorprendida. —Sí, no sé si lo hizo para herir mi orgullo o si es verdad, pero lo dijo y duele— explica. No sé porque este instinto me lleva a acariciar su mejilla suavemente —no le hagas caso, definitivamente no sabe quién es Mauricio… en cuanto al plan, tengo una reunión pactada con él en un par de semanas después de su luna de miel, haremos un plan para que tu también estés ahí y ten por seguro que recibirás una buena recompensa por todo esto que haces— explico y niega de inmediato con su cabeza. —Keira, no quiero dinero— sentencia. —¿Y que quieres? — cuestiono sorprendida. —Lo mismo que tú, que ellos terminen— dice firme y no hay nadie que pueda entenderlo mejor que yo. —Está bien, será nuestro trato… eso sí, debemos poner reglas— explico y sonríe. —¿Mucha improvisación esta noche? — cuestiona divertido. —Un poco, y aunque funciono, soy una mujer de negocios— explico. —¿Y eso que significa? — me pregunta confundido. —Que todo debe regirse bajo un contrato— sentencio y su mirada refleja todas les preguntas que lleva por dentro. —¿Haras un contrato para este engaño? — me cuestiona como si no lo pudiera creer. —Exactamente, reglas claras y nadie saldrá mal de esta situación, si te parece, te espero mañana en la misma habitación donde me recogiste esta noche— le propongo. —Claro, pero ¿no quieres que te acompañe hasta allí para que no vayas sola? — me ofrece y niego. —El chofer me espera, creo que aquí nos separamos esta noche— digo y asiente. —La veo mañana entonces señorita Olavarria, ¿alguna hora especifica? — cuestiona. —¿10am? — propongo y asiente. —10 am entonces, que descanse— me dice y se despide de mi dándome un beso en la mejilla para después darse la vuelta y caminar hacia la dirección opuesta a la que yo me dirijo.
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