– 6 –

1506 Words
    Sorprendentemente no dormí para nada de mal, aunque también estaba cansada por la caminata al pueblo cayendo rendida a los pies de Morfeo apenas puse mi cabeza en la almohada.     Convencí a Isabella a que pasáramos el día en el río junto a nuestros amigos del pueblo, pero apenas pude convencerla, ya que había hecho planes de juntarse con Nacho e ir a escalar el cerro, aunque sabía que solo iba a terminar en una sesión de coqueteos, pero sacando la carta de; prima por favor, me quiero alejar de este idiota, aceptó a regañadientes jurándome que le debía una. Llegamos al anochecer, sin vestigios de Nacho, Chace o nadie, gracias al cielo.     Al día siguiente, sabiendo que tenía que compartir con mi familia, y por ende con la familia de los invitados, salimos de la carpa con nuestros trajes de baño listas para lanzarnos a la piscina y despertar de una buena vez. Al llegar vimos como las dos familias incluyendo mis padres y hermanos se encontraban ahí. Mis hermanos y Nacho se encontraban en el pasto lanzando un balón de rugby, su madre y los padres de todos se encontraban charlando en las reposeras.      —¿Dónde está Chace? —mi prima se adelantó a mi pregunta.     —No lo sé, y no me importa —mentí. Isabella me miró despreocupada y levantó los hombros.     Nos tiramos a la piscina, seguidos por mis hermanos y Nacho, y jugamos a water polo con un balón apto para ello. Mientras intentaba poner toda mi atención a un juego que claramente no era indicado para una persona de baja estatura como yo, noté como una persona caminaba a lo lejos, en los cerros. Se notaba como un pequeño punto detrás de la casa, desapercibido por los álamos gigantes que lo cubrían. Intenté agudizar la vista y vi como Chace se paseaba con una cámara fotográfica. Se me escapó una sonrisa y me odié al instante, convenciéndome de que mi sonrisa, aunque más pequeña que fuera, era porque apreciaba a toda persona que le gustara la fotografía y las artes visuales en general.     No por él.     No por Chace.      Estaba tomando sol cuando siento que mi prima se sienta a mi lado.     —Ya era hora que llegaras con esa maldita cerveza, ya parece ridículo lo mucho que pasas con Nacho, Isabella —dije sin mirarla.     —¿Es ridículo que tu prima sea atractiva y que Nacho quiera pasar todo el tiempo que pueda con ella?     ¿Qué mierda?      Abrí los ojos y vi como Chace se encontraba sentado en la reposera de al lado. Su comentario hizo que algo en mi rostro hirviera con furor.     ¿O era su torso desnudo?     Moví la cabeza disimuladamente para espantar ese abdomen, esos brazos, esos hombros de mis pensamientos.     —Hay siete otras reposeras y suficiente terreno para que puedas sentarse —dije drásticamente.     —No es muy amable tratar a tus invitados así. —Me miraba con sus ojos azules burlones y su maldita sonrisa.     —Tú no eres mi invitado, así que técnicamente te puedo tratar como se me dé la gana     Mi prima llegó al fin con dos vasos de cerveza en sus manos.     —Lo siento, me retrasé. —Dirigió sus ojos hacia Chace y puso su mirada de; Si interrumpo algo, mejor me voy, pero antes de que pudiera escaparse le quité el vaso de su mano y tomé un buen sorbo—. Me voy, Nacho me espera.     Chace se quedó mirando a mi prima mientras se alejaba, y no sé por qué decidí tomar un sorbo más.     —Tu prima sí que es algo —dijo sin desviar su mirada, aunque sabía que ya había desaparecido.     —Si tanto te gusta, pues lamento decirte que tienes competencia y muy buena por decirlo, Nacho sí que algo. Pero ve, están en el quincho conversando y no pierdas más mi tiempo haciéndome rabiar. —No sabía de donde había salido eso, culpé a la cerveza.     —¿Quieres que me vaya? —Sus ojos ya no tenían ese tono sarcástico, era más bien divertido, casi asombrado. Tomé un ruidoso suspiro, cansada, junto con otro sorbo de cerveza. —No —dije con calma. Se sorprendió aún más por mi respuesta y levantó las cejas esperando algo más—. Tengo la habilidad de ignorar a la gente con facilidad, y de seguro tú no serás ningún desafío.     Podía notar como su sonrisa aumentaba mientras volvía a mi posición de bronceado y bajaba mis lentes de sol hasta mis ojos. Después de un momento sentí como su cámara sonó, no había notado que se encontraba entre sus manos. Lo miré de reojo y la vi; esa cámara que solo había visto en revistas y suspiraba por tenerla. Mi plan se fue a la mierda.     —¿Esa es una Canon 5D con lente 85-300, 2,8 fijo? —soné más sorprendida de lo que hubiese querido. Chace me miró sorprendido, tratando de descifrar como era que sabía sobre su cámara. Vi como su rostro sintió algo de asombro y pude jurar que vi algo de compañerismo.     —Ahá —respondió al fin, cauteloso.     —¿Puedo verla? —Tenté a mi suerte, tragándome toda la rabia que sentía y rezando para que, por ese momento sintiera que al menos eso podría unirnos y dejar todo ese ajetreo atrás—. Solo quiero sostenerla, sin mentirte he soñado con tenerla entre mis manos. —Traté de poner la voz más amigable que pude.     —No, no puedes.      ¿Qué mierda había dicho?     —¿Me estás tomando el pelo? —Levanté mis anteojos hasta mi cabeza para mirarlo mejor, mi rabia estaba saliendo por los poros.     —No —dijo despreocupado. Dejó su cámara colgando de su hombro y se paró solo para acercarse a mí y apoyar las manos en los apoyabrazos de mi reposera—. ¿Y sabes qué, Carolina? Estás equivocada. —Su rostro estaba muy cerca y pude ver como los músculos de sus brazos se tensaban por el agarre. Sus ojos se posesionaron en los míos, hundiéndome en su oscuridad. Se acercó unos centímetros más—. Sí seré un desafío.     Se levantó y se fue dejándome ahí sentada con las ganas de tener esa magnífica cámara entre mis manos.     ¿Qué mierda le pasaba?     ¿Tan egoísta era?     Maldita sea.     Mi rostro se enrojeció por la rabia, y sentía como mis uñas se encarnaban en mis palmas. No sabía por qué dejaba que ese tipo se metiera bajo mi piel, era un idiota y lo sabía, él mismo me dijo que no lo conociera y ahí estaba yo, intentando aparentar mi mejor disfraz de chica simpática para que me prestara su cámara, debería saber mejor que eso, debería saber que alguien como él no era ni siquiera capaz de ver eso.     ¿Y si no quiere que lo conozca por qué sigue escabulléndose?     ¿Tan aburrido está que tiene que arruinar mis vacaciones?      Tenía que alejarme de él y decidí que una vez por todas no volver a tragarme mis palabras. Lo ignoraría, era la única solución que tenía para que mis vacaciones no fueran una reverenda mierda como lo estaba pintando con él en el cuadro.      No me costó mucho alejarme de Chace después de lo que paso ese día, pues había pasado un día completo y lo más cerca que habíamos estado era cuando él salía de la piscina y yo cuidadosamente me sumergía para que no supiera que había esperado su salida para hacerlo.     Una tarde, mientras ya había analizado sus horarios impuntuales de piscina para no topármelo, decidí lanzarme para un chapuzón y poder aliviar el calor del verano. Me encontraba sola cuando apareció Chace al otro extremo de la piscina. Podía sentir como mi rostro ardía por el disgusto, pues conscientemente había planeado mi horario para no toparnos con la esperanza de que él también lo tuviese claro, pero ahí estaba, con sus ojos penetrantes en mí. Cuando me fijé que no me miraba me di permiso para mirarlo a él; se estaba sacando la ropa para lanzarse a la piscina. Sentí lástima por las mujeres en Punta Arenas al ver a ese hombre tan bien formado, obligado a mantener su figura bajo muchas capas de ropa por culpa de las bajas temperaturas del sur.     Al menos aún tiene su rostro.     Su mandíbula cuadrada.     Sus labios.     Me enojé conmigo y culpé a la tregua que habíamos tenido estos días por mi desliz.     Sigues siendo mujer, Carolina, y sigues encontrándolo atractivo, además, alejarte de él no significa que no puedas mirar y reconocer la verdad     Me señaló una voz en mi interior.     No puedo encontrar atractivo a una persona tan petulante como él.     Le contesté de vuelta, dejando sin respuesta a esa voz fastidiosa que salía a ratos. Pero esa voz estaba tan presente que no pude ganar la discusión. Lo volví a mirar y me encontré con sus ojos azules penetrantes y serios, los esquivé al instante. Sentí como se paraba de donde estaba sentado y comenzaba a dirigirse hacia mí sin quitarme los ojos de encima. Disimuladamente me paré de la orilla de la piscina y me alejé de él caminado hacia el lado contrario, dando la espalda, y tuve que luchar para no voltear y ver su reacción.      Era mejor así.     No dejaré que este tipo me vuelva a sacar de mis casillas, y para eso debo mantener mi distancia.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD