CAPITULO XLIV. Confundida

1235 Words
Después del beso entre Aldo y Natasha, ella quedó más aturdida de lo que ya estaba — Esto no debió pasar Aldo, por favor discúlpeme y dígale a Alex que lo espero en el auto — ¡Natasha! Ella se fue sin que Aldo pudiera decir algo, la verdad sería mucho más fácil para ella en este momento y él no buscaba confundirla más, pero ni siquiera tuvo tiempo de explicarle. Cuando él volvió por Ivania, Alex y ella ya estaban despidiéndose, a cara de felicidad de éstos dos lo decía todo, al menos alguien podía tener unos minutos de felicidad entre tanta amargura. A Alex le pareció extraño que Natasha no regresara para despedirse de Ivania, cuando llegó al auto la encontró llorando desconsolada — ¿Quieres contarme qué pasó? — preguntó él — Una tontería, olvídalo — No, Natasha, nadie llora por una tontería, dime — No vale la pena — Bien, pero no nos iremos de aquí hasta que me cuentes — Besé a Aldo y te juro por Dios que por unos minutos sentí que era Max, me estoy volviendo loca, lo extraño tanto que ya ni sé lo que siento — No estás loca, Natasha, te juro que encontraremos una explicación — No, yo no quiero volver a saber nada de ésto — No deberías cerrarte a la posibilidad de ser feliz, quizá Aldo no es quien tú crees — En eso también se parece a Max, debajo de ese cascarón rudo y frío se esconde un gran corazón, un hombre bueno. No es mi intención compararlos, pero — Entiendo. Sólo te diré que tienes todo el derecho a ser feliz, nuestros hijos nos necesitan bien, si tú eres feliz, Alexito también lo será, ¿no lo crees? — Tienes razón, pero no creo que sea conveniente enamorarme de una copia de Max — ¿No es una copia!... Digo, todos somos diferentes por mucho parecido que haya entre nosotros, quizá deberías darte la oportunidad de conocerlo bien — No lo sé — Al menos, no lo taches de tu lista todavía — Seguiré tu consejo Alex, gracias por escucharme y no juzgarme — Nunca lo haría — ¿Así que tú y Nathalya fueron felices por unos minutos? — Es increíble que de ser el esposo, pasé a ser el amante, ¿no? — Me alegra mucho por tí y por ella, de verdad — Gracias, la verdad, Nathalya es la mujer de mi vida y su nueva personalidad también me tiene loco, es como si me volviera a enamorar de ella — Y si lo piensas bien, ella se enamoró de tí por segunda vez — No lo había visto de esa manera — Deberías terminar de reconquistarla — ¡Me acabas de dar la mejor de las ideas! E cuanto Ivania regresó a su vida con Ángel, él se percató que ella lucía diferente, tenía un extraño brillo en su mirada, el brillo del amor y comenzó a sospechar de un amante. Aldo pudo notar cómo Ángel miraba a Ivania, con desconfianza, y actuó de inmediato. — Señor — Dime, Aldo — Tengo que hablar con usted en privado — Acompáñame al despacho — Hoy su esposa no fue a ningún spa — ¿Y me lo dices tan tranquilo? — Lo siento, señor, quise avisarle antes, pero no pude apartarme de su señora — Habla claro porque no te estoy entendiendo — La señora fue a un hospital — ¿Está enferma? — No lo sé, señor — ¿Pues no que no te apartaste de su lado? — Así es, señor, la acompañe a consulta fingiendo ser su hermano, le hicieron estudios, pero los resultados se los darán otro día — Por favor, avísame cuando los vaya a recoger para acompañarla — La señora no quiere que usted lo sepa, señor, y yo no quisiera que ella me perdiera la confianza — Tienes razón, no es conveniente que sepa que me lo dijiste. Pero, por favor, Aldo, en cuanto sepas algo me informas — Claro que sí, señor. Ella estuvo llorando hoy — ¿Por su visita al médico? — Sí, patrón, no me lo dijo, pero me di cuenta que tiene miedo — Gracias por decírmelo, ella me ha apoyado mucho y encontraré la manera de regresarle la atención — Antes de entrar, se limpió las lágrimas y sacó su mejor sonrisa, si no la hubiera visto con mis propios ojos, hasta yo hubiera sospechado que tiene a otro, pero de verdad que no, patrón — Eso era todo lo que necesitaba saber Con esta conversación, Aldo se aseguró de que Ángel dejara de desconfiar en su mujer, no podía perder la confianza que ya le tenía. Enseguida, Ángel subió a la recámara para acompañar a su esposa, ella se estaba bañando cuando él entró a la habitación, ella no se había dado cuenta de que Ángel estaba allí y cuando salió envuelta en su bata se asustó al verlo allí en el silencio. — Cariño, no te sentí entrar — Nany, no quise asustarte. ¿Estás bien? — Sí, amor, sólo estoy un poco nerviosa y cansada — Comprendo, ¿quieres que te suban la comida? — No es necesario, no te preocupes, te acompaño a cenar en el comedor — Te espero entonces Ángel besó la frente de Ivania, sintió un poco de miedo al pensar que podía perderla para siempre, la muerte era lo único que podría arrebatársela y no tenía manera de resolver ese problema. A Ivania le causó un poco de ternura la actitud Ángel, nunca se hubiera esperado algo así de él, como no recordaba nada de su pasado, pensaba que quizá su relación podría salvarse, tal vez si no hubiera conocido a Alex no se hubiera llenado de dudas y su vida con su esposo sería plena. Había pasado tiempo desde la última vez que estuvo con su esposo en la intimidad, ya había estado con Alex ese día, pero la ternura con la que Ángel la trataba la derretía el corazón, y él estaban tan temeroso de perderla, que la noche se hizo de día entre besos y caricias, todo el plan de venganza de Ivania se le había olvidado por esa noche. A la mañana siguiente, antes de salir Ángel le subió el desayuno y le dejó una hermosa rosa roja para alegrar su día, ella se sintió feliz, pero no plena, de nuevo esa sensación de vacío torturaba su alma. En la primera oportunidad, Aldo le hizo saber a Ivania lo ocurrido y puso al tanto a don Emmanuel, quien le aseguró ayudarlos a conseguir esos resultados con un médico de su entera confianza, ahora Ivania comprendía porqué su esposo se había comportado de esa manera tan linda, se sintió mal de pensar que quizá le estaba haciendo daño a alguien que realmente la amaba, pero Aldo le suplicó que tratara de recordar su pasado para que pudiera entender todo, pero por más que ella lo intentaba no lo lograba, sólo obtenía una terrible migraña. Ivania había decidido mantener esa mentira de que estaba enferma, quería sentir de nuevo la ternura del hombre con quien estaba compartiendo su vida, no quería aferrarse a una idea, pero quería conseguir la felicidad, y su corazón se había llenado de dicha la noche anterior, así que no le parecía mala idea reavivar la chispa en su matrimonio.
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