VI. Frente a frente

1794 Words
El amor de su padre le estaba ayudando a continuar con su vida. Nathalya había empezado a tomar terapia, con lo cual sus miedos acerca de la maternidad se habían ido por completo, pero al no saber sobre el paradero de su atacante, vivía intranquila, con el temor a que un día él regresara a hacerle daño o a quitarle a su hijo. Su padre la había convencido de entrar a la universidad, sabía que ello le serviría de distracción, además creía que su hija sería una gran arquitecta, ya que desde muy pequeña mostró tener mucho talento. Los meses transcurrían y las dos embarazadas pronto darían a luz. Alex estaba emocionado por el nacimiento de su hijo, pero seguía pensando lo peor de Nathalya, aún no podía perdonarle que hubiera abortado a su hijo, con esta decepción, había decidido luchar por ser feliz al lado de su esposa y olvidarse de esa mala mujer. Natasha no daba crédito a todas las habladurías, sabía que su amiga siempre había sido víctima de ello y que nunca había sido cierto nada de lo que decían, pero estaba muy desconcertada por no saber nada de ella y no entendía por qué su esposo estaba tan enfurecido con Nathalya, tanto que en cuanto tocaban el tema, él la agredía verbalmente explicando que no creía en el aborto como una opción. Con un mes de diferencia nacieron los bebés, ambos varoncitos. El pequeño Alexander, hijo de Natasha y Alex, y el pequeño Emmanuel, Nathalya había decidido que su hijo llevara el nombre de su amado padre. Don Emmanuel no podía estar más feliz con la llegada de su nieto y era un abuelo ejemplar, se encargaba de él para que su hija pudiera estudiar tranquila y ella parecía desenvolverse bien, era una alumna modelo. Natasha continuaba estudiando para ser maestra, la maternidad no le había afectado pues, tenía un excelente marido que siempre le ayudaba en todo, Alex adoraba a su hijo y lo llevaba con él al negocio y a veces, imaginaba que él también sería un gran cantante, como él. Los años pasaron y las chicas lograron graduarse con un año de diferencia, recordando que Nathalya entró a la universidad después. Natasha era maestra en una escuela primaria en su ciudad y Nathalya acababa de empezar a trabajar con su padre, él no era arquitecto, pero tenía una constructora que pasaría a manos de su hija algún día. Nathalya le había estado dando vueltas a un proyecto pequeño, quería remodelar la casa de su madre, aunque no sabía si estaba preparada para regresar a Loma Dorada, tenía la ilusión de ver esa casa convertida en lo que su madre siempre soñó. Don Emmanuel la apoyaba en todo lo que ella decidiera e igual que siempre, la ayudó. Le pidió a su chofer personal que acompañara a su hija a la pequeña ciudad, ya que su hija no quería que nadie supiera de la existencia de su hijo, cuatro años habían pasado y aún no se sabía nada de Ángel, temía que al regresar él se enterara y decidiera seguir haciéndole daño, quitándole a su hijo, por ello, era mejor que su padre se quedara en la capital con el pequeño Emmanuel, de todas maneras, sería un viaje corto de fin semana solamente. Llegaron a Loma Dorada el viernes al atardecer, por precaución se hospedaron en un hotel, ya en la mañana siguiente acudieron a la casa donde había vivido tantos tormentos por tantos años, doña Jose estaba muy contenta de volver a ver a Nathalya, verla tan cambiada y ahora con dinero. Ella le contó todo lo ocurrido y lo que planeaba hacer con la casa y doña Jose le advirtió que sus amigos, refiriéndose a Natasha y a Alex, le habían pedido que se les avisara en caso de saber de ella, que los vecinos les habían llenado la cabeza con chismes y que ellos en su ignorancia, lo habían creído todo. Se sintió poco decepcionada de saber ésto último, pero tomó la decisión de mantenerlos con todas esas ideas que ya creían para evitar que Ángel supiera de la existencia de su hijo, no imaginaba que Alex creyera que su hijo era producto de la noche de amor que habían vivido. Nathalya no pretendía visitar a sus amigos, pues no sabía cómo reaccionarían, ni siquiera lograba descifrar cómo sería la reacción propia. Después de un largo día de resolver pendientes, Nathalya, aunque no se había atrevido a entrar a la que fue su casa, se dispuso a regresar al hotel para recoger sus cosas y volver a la capital, pero en el trayecto, el chofer se percata que hay un pequeño niño en la mitad de la calle, entonces Nathalya baja del auto para tratar de averiguar sobre sus padres. — Hola, corazón, ¿cómo te llamas? — preguntó con voz dulce dirigiéndose al niño — Me llamo Alex, como mi papá — contestó el infante — Tienes un nombre muy bonito, pero ¿sabías que jugar en la calle es muy peligroso? Podrían lastimarte — Sí, a mi mami no le gusta que venga a jugar aquí — ¿Y dónde está tu mami? — Por allá — indicando una linda casa cerca de donde estaban — Te llevaré con tus padres, deben estar muy preocupados por ti, amigo — Está bien... ¿y tú cómo te llamas? — Preguntó el pequeño, mientras caminaba de la mano de Nathalya — Yo soy Nathalya — Eres muy bonita En ese momento Alex y Natasha llegan corriendo buscando a su hijo — ¡Alex! ¿Dónde estabas? — Nathalya los miró sorprendida — Allá mamá — indicando hacia la calle — Te dije que no jugaras en la calle, es muy peligroso, tendré que castigarte por desobedecer — Perdón que me meta, pero no creo que sea conveniente castigar al pequeño Alex, él me acaba de prometer que jamás volverá a jugar en la calle, ¿verdad amiguito? — Intervino Nathalya para ayudar al pequeño — Sí — contestó él sin dudarlo — Nathalya, ¿eres tú? — Preguntó Natasha con asombro al verla tan cambiada — Sí, Natasha, soy yo — regalándole un gran abrazo a su amiga Alex la miró con asombró también, pero su mirada se llenó de rencor y sin saludar siquiera se llevó al pequeño a casa para alejarlo de ella. Natasha la invitó a su casa para platicar, ella no pudo negarse y pidió al chofer que la esperara afuera. Ya en la sala de la casa, comenzaron una conversación, nuevamente. — Tienen un hijo hermoso y se parece tanto a ti — le dijo a Natasha con gran emoción — Gracias amiga. Yo sabía que volverías, y como siempre dije que tú serías la madrina pues, te he estado esperando para bautizarlo — ¿Cómo crees? Ya debe tener unos cuatro años, no debiste esperarme tanto — Yo se lo dije, pero ya la conoces — interrumpió Alex — Me da mucho gusto verlos tan bien — Por favor, cuéntanos de ti — Pidió Natasha, pero Nathalya no tenía intenciones de desmentir todo lo que ellos ya sabían — Pues, yo me fui a vivir a la capital — Con tu suggar daddy, por lo que supimos — injirió Alex con sarcasmo — Sí, un hombre millonario me ayudó — Y sigues con él, por lo visto — siguió Alex atacando a Nathalya — Así es. Pero no entiendo por qué te molesta tanto — Eso no me molesta — Entonces, ¿qué es lo que sí te molesta de mí, Alexander? — Ya lo sabes — Cuando regresamos de Europa fuimos a tu casa, vimos un folleto tirado... - explicó Natasha — Ah, eso. — Sí, eso — continuó Alex demostrando su furia — trataste a nuestro hijo con dulzura, pero te deshiciste del tuyo, no creo que puedas ser una buena madrina — En ese momento no estaba preparada para ser madre — ¿Y ahora? — Alex, no todos nacimos en cuna de oro como tú, estaba sola y pasando muchas dificultades, pero tampoco tengo por qué darte explicaciones. Será mejor que me vaya. — Siento mucho lo de tu mamá — dijo Natasha antes de que Nathalya saliera de su casa. — Yo más — contestó ella con frialdad El chofer caballerosamente abrió la puerta del auto a Nathalya y condujo hacia el hotel para continuar con los planes de regresar a la capital. Natasha, consternada por la actitud de su esposo, comenzó a discutir con él por el mal trato hacia su amiga. Él no quiso escucharla y ella no lograba entenderlo, también estaba angustiada por todo lo que vivió Nathalya sin su apoyo, recordó que, en el velorio de su padre, ella nunca la dejó sola y ella no había podido siquiera abrazarla para consolarla. Nathalya lloraba durante el regreso a casa, su chofer trataba de calmarla distrayéndola con una conversación. — Es muy bonita su ciudad natal, señorita. — Gracias, Francisco, sí lo es — Su padre me llamó hace unos momentos — ¿Ocurrió algo? — preguntó preocupada — Al contrario, él y su hijo estaban muy contentos en el cine — ¿En verdad? — Preguntó ella limpiándose las lágrimas — Su padre es un hombre admirable, no entiendo cómo sigue soltero — Tienes razón, mi padre debería volver a enamorarse y casarse de nuevo — Pero usted también debería ser feliz — No es necesario, mi hijo es mi todo — Usted es muy joven, si usted fuera mi hija, me gustaría que encontrara un buen hombre — No es fácil — Su padre debe estar preocupado por usted, en ese aspecto — Nunca me lo ha dicho — No creo que lo haga, señorita — Lo conoces muy bien — Sí, el patrón es mi amigo y conversamos mucho — Te agradezco tus palabras. Deberíamos cenar algo por aquí — ¿Usted cree? — Claro, debes tener hambre — Puedo esperar hasta llegar, no se preocupe — De ninguna manera. Sé que por aquí había un lugar donde cocinaban muy rico, supongo que todavía existe porque era muy exitoso. Nathalya y Francisco se dispusieron a cenar, una gran tormenta amenazaba la ciudad, entonces decidieron esperar para viajar y regresaron al hotel. Nathalya estaba más tranquila, su miedo a estar frente a frente con Natasha y con el amor de su vida ya había concluido y de Ángel seguía sin saberse nada, así que, sentía que ya no debía huir, no por el momento. Su padre había vuelto a llamar, preocupado por la tormenta sugirió que no viajaran en esas condiciones, Nathalya le aseguró que estaban a salvo en el hotel y él se quedó tranquilo al escucharla.
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