La tormenta duró toda la noche, a la mañana siguiente el sol resplandecía. Nathalya volvió a la que había sido su casa para llevarse cosas que echaba de menos, como su álbum de fotos, Natasha esperaba en su auto afuera de esa casa, sabía que en cualquier momento su amiga volvería, la vió entrar y la siguió.
Nathalya se desplomó al entrar a casa, tantos recuerdos le vinieron a la mente, recordar a su madre tirada en el suelo mal herida y el dolor de saber que no la pudo ayudar a causa del ataque que sufrió, le hacían sentirse culpable, lloraba y se torturaba con la culpa, suplicaba al retrato de su madre, que yacía en la sala, que la perdonara por haber causado su muerte. Natasha alcanzó a escucharla y entró para brindarle todo su apoyo, no sabía cómo había ocurrido todo eso, pero sabía que su amiga no lo había superado aún y trató de tranquilizarla.
Alex no estaba de acuerdo con la visita de Natasha a Nathalya y la siguió para llevársela, al niño lo había encargado con su padre y llegó sólo, se encontró con el chofer afuera y le preguntó por su esposa, a lo cual él le confirmó que sí la había visto entrar. Entró también a la casa y alcanzó a escuchar la conversación de las dos amigas.
— Hacía tanto que no venía, no me sentía con valor para volver, por eso no lo hice antes
— Amiga, siento mucho lo que has sufrido
— No, no lo entiendes — dijo llorando — ¡Yo tuve la culpa de su muerte! — Dirigiéndose al retrato de su madre
— Ella estaba enferma de cáncer
— Pero todo iba bien
— La enfermedad es así, uno nunca sabe
— ¡No, yo la maté!
— Tú la amabas, no creo que hayas sido la culpable
— Si se siente culpable es porque debe serlo — Interrumpió Alex
— ¡Cállate Alex! ¡Tú no sabes nada! — Se defendió Nathalya
— Por favor, Alex, vete — pidió Natasha
— No, no me iré sin ti
— Yo me quedaré con Nathalya
— Ya no quiero que seas su amiga — dijo comportándose como un niño caprichoso
— Jamás dejaré de ser su amiga y lo sabes, así que vete
— Ve con él, ya es hora que yo regrese a la capital — injirió Nathalya tratando de evitar una discusión entre ellos.
— Nathalya, no estás bien todavía — advirtió Natasha
— Claro que sí — se limpió las lágrimas y se dispuso a irse — yo siempre estoy bien — aladió
A Alex se le partió el corazón al escuchar estas palabras, pues recordó que ella siempre repetía eso y cuando descubrió que ella también lo amaba, notó que ella sabía fingir muy bien que estaba feliz, incluso esas fueron las últimas palabras que escuchó de ella antes de saber del embarazo de Natasha. Pero de igual manera, no podía consolarla ni preguntarle lo que quería saber y se recordó a sí mismo su promesa de ser feliz al lado de su esposa, ahora su furia se volvía contra sí mismo.
Nathalya regresó a casa al lado de su padre y su pequeño hijo, Natasha y Alex a sus rutinas, pero evitando hablarse por el gran desacuerdo en el que estaban. Natasha no sabía cómo hacer para que él recapacitara y le diera la oportunidad a Nathalya de explicar todo lo ocurrido, pero él tenía miedo de escuchar, miedo a descubrir que la mujer que amaba había estado sufriendo todo este tiempo y él juzgándola indebidamente y sin poder ayudarla, sin poder estar a su lado, sin poder gritarle al mundo que se amaban.
Su pensamiento empezaba a atacarlo, ella dijo que no estaba lista para ser madre, que no había nacido en cuna de oro, ¿cómo pretendía que tuviera un hijo que le traería dolor a su mejor amiga? Si todo el tiempo ella se había sacrificado por ella ¿Acaso él hubiera dejado todo por darle un lugar en su vida a Nathalya y al hijo que esperaba? Empezaba a comprender, apenas, la gravedad de la situación a la que se hubiera tenido que enfrentar si Nathalya no hubiera hecho lo que hizo, según él.
Por otro lado, Natasha recibía la llamada de su hermana informándole que su madre estaba hospitalizada, enferma de gravedad, su reacción no fue la esperada pues, se rehusaba a visitarla. Alex no había notado que su esposa se había alejado de su familia desde que se casaron, pero recordando el tiempo que llevaban juntos, comprendió que sus actitudes hacia ellas no estaban bien.
Natasha se sentía culpable por alguna razón y se encerraba en el baño a llorar, Alex no lograba entender y prefirió esperar a que se calmara para preguntarle. La espera fue en vano pues, ella no quiso contarle nada, pero su mirada ocultaba algo, no era difícil de notarlo. Desafortunadamente la madre de Natasha falleció, ella no quiso despedirse de la mujer que le había dado la vida y en el velorio se mostró muy serena, la serenidad que no tuvo en el velorio de su padre.
Nathalya se enteró de la mala noticia y regresó a la ciudad para acompañar a su amiga del alma. Alex no quería ni mirarla, sentía un gran coraje todavía, y la actitud de Natasha había cambiado rotundamente con ambos, al punto que cuando estuvieron los tres a solas hizo un reclamo inesperado.
— ¡Dile porqué la odias, Alex, yo también quiero saber!
— La odio porque me parece una persona falsa
— ¿Es eso? ¿O es acaso que el hijo que abortó era tuyo?
— No, Natasha ¿de qué estás hablando? — preguntó Nathalya
— ¡Anda! dime la verdad, porque ya me cansé de todo ésto, ¡ya me harté de que me estén viendo la cara de idiota!
— Natasha, yo... — dijo Alex sin poder mirarla a los ojos
— ¿Lo ves Nathalya?, él lo cree, ¿será porque te metiste con él estando comprometido conmigo?
— ¡Te juro que...! — Nathalya trató de explicar, pero Natasha la interrumpió abofeteándola
— Deja de mentirme más, eres una mujerzuela
— ¡Eso no es verdad! Yo no me embaracé de tu marido y lamento mucho que ni siquiera me des la oportunidad de explicarte. ¡Sí! ¡Hace mucho que me enamoré de él! Pero lo callé por ti, porque tú también te enamoraste de él y él de ti y yo siempre he querido tu felicidad. No es mi culpa que hasta hoy no seas feliz, porque si yo me fui fue para no entorpecer tu vida.
— Nathalya, yo... — dirigió Alex unas palabras hacia ella, pero no le fue permitido hablar
— ¡¿Tú qué?, ¿Tú la amas, Alex?! — Preguntó Natasha
— ¡Sí y ya estoy cansado de fingir que no! — Contestó Alex
— ¡No! — injirió Nathalya — él nunca me ha amado
— Sí, Nathalya y tú lo sabes — respondió Alex
— ¡Te mientes a ti mismo, pero basta con ver cómo me has tratado todo el tiempo desde el día en que te conocí!, para saber que no me amas
— He estado equivocado en mi manera de actuar, pero yo te amo
— ¡No! Yo no entiendo tu manera de amar. Yo siempre he visto por la felicidad tuya y de Natasha y nunca he sentido que me trates con respeto, como mínimo, siempre con desprecio y creyendo todo lo que se dice de mí. ¡Sinceramente ya no me interesa que me crean o no! No puedo seguir al lado de personas que no me conocen realmente, ¡que ni siquiera se dan la oportunidad de saber cómo es mi vida! Adiós.
Nathalya subió al auto con su chofer y se fue de la ciudad ofendida y desconsolada. Su padre la llamaba por teléfono pidiéndole que regresara de inmediato, se escuchaba angustiado.
— ¿Qué pasa, papá?
— Nada, hija, es sólo que... hoy durante el día me maree un poco, sólo eso
— ¿Papá, porqué no me lo dijiste antes?
— No quería preocuparte, hija.
— Ya vamos de regreso, en poco tiempo estaremos por allí. Por favor, si te sientes mal, de nuevo, avísame de inmediato.
Mientras tanto, Natasha y Alex tenían mucho de qué hablar y lo hicieron, saliendo a relucir muchas cosas, cosas que cambiarían el rumbo de sus vidas, pues nada era como parecía.