Ivania estaba complacida con su nueva amistad, pero no esperaba volver a ver a esa tal Romina, le parecía falsa y bastante hueca, su verdadero yo comenzaba a salir a la luz y algo le decía que ese tipo de personas no eran de su agrado.
Natasha estaba muy emocionada por el tiempo que pasó al lado de Nathalya, o mejor dicho, Ivania, de inmediato les contó lo ocurrido a todos en casa, estaba muy impresionada por el guardaespaldas de Nathalya y don Emmanuel le aconsejaba que tuviera mucho cuidado, no le preocupaba que descubriera a Max, si no que al hacerlo podría arriesgar su vida y la de su amado si Ángel se daba cuenta de todo ello.
Alex estaba decidido a recuperar a su mujer y ahora que sabía donde encontrarla, comenzaría a frecuentar esos lugares. Al día siguiente acompañó a Natasha a las tiendas donde había encontrado a Ivania sin obtener el éxito esperado y desde ese día, todos los días esperaban unas horas a que Ivania regresara, llegado el día, ella fingió no verlos, Max tuvo que ayudar en esta tarea haciéndoles señas pequeñas del lugar al que se dirigía para que allí fingieran un reencuentro espontáneo, no fue difícil, sólo hubo que montar una escena de ¡ay, mira, este aparador tiene lo que busco! Ivania se sintió perseguida, pero al mirar a Alex algo en ella se movió, fue ese click lo que la hizo darle la oportunidad de acercarse.
Alex comenzó a tratarla como si la acabara de conocer, no quería perturbarla después de las mentiras de la enfermera, no sabía de qué se había valido para llevársela por su propia voluntad, pero no no podía esperar algo bueno, se disculpó por la primera mala impresión y le prometió que se ganaría su confianza, Nathalya recordó que cuando despertó ellos estaban allí, se sintió confundida y decidió irse, tenía miedo de descubrir que se había equivocado al confiar en Ángel, pero ya era tarde para lamentarse y estaba decidida a descubrir la verdad.
Mientras se trasladaban a casa, Aldo la veía llorar a través del retrovisor y se atrevió a hablarle para aconsejarla.
— Señorita, trate de calmarse
— No eres quien para hablarme
— Lo sé y le pido me disculpe, pero no puedo evitarlo, no después de ver cómo se ha puesto al ver a esas personas
— ¿Tú que sabes? Solo eres un sirviente
— Tiene razón, no soy nadie, pero si yo estuviera en su lugar, pensaría en frío cada movimiento, actuaría como si nada y averiguaría a fondo y de manera discreta lo necesario para salir de dudas
— Si tú fueras yo, que obviamente no me llegas ni a los talones... ¿por dónde empezarías?
— Yo quisiera saber con quién vivo y a qué se dedica
— Por favor, evita volver a dirigirme la palabra, ¿quieres?
Aldo asintió con la cabeza y continuó como si nada, Ivania conservó su personalidad y tal como Aldo le aconsejó, actuó como si nada, Ángel no podía estar más feliz con su gran logro y cada día perfeccionaba más su papel del marido perfecto, pero a escondidas disfrutaba de más mujeres mientras fingía tener un trabajo normal.
Ivania comenzó a observar, ¿no era raro que su casa tuviera un mayordomo, un cocinero, un par de guardaespaldas y una mujer que limpiaba con cara de matones, todos parecían provenir del bajo mundo, o quizá era demasiado prejuiciosa y clasista.
Durante las noches de intimidad, Ivania lo hacía por compromiso, aunque a veces Ángel lograba seducirla y llevarla al límite, seguía sintiendo que no era feliz con su vida, había un gran vacío y no sabía cómo llenarlo, tal vez era eso lo que le hacía comprar desmesuradamente.
A Ángel le encantaba presumir su trofeo, más bien lo hacía para molestar a Alex, por la envidia que siempre le tuvo, gozaba saber que sufría por Nathalya, mientras él la desnudaba cada noche en su cama. Cierta vez tomó fotos de Ivania y él en la intimidad, luego las imprimió y las hizo llegar a Alex para darle donde más le dolía, podría imaginar la cara que había puesto en cuanto vió la primera, para él, era una clase de venganza por haberle robado el amor de la mujer que quería para él.
Alex se llenó de rabia al ver las fotos, pero recordó que Nathalya estaba viviendo engañada, debía controlar sus impulsos por el bien de todos, sobretodo de sus hijos, quienes tenían la idea de que Nathalya se había ido por Max, para regresar juntos al fin.
Aldo estaba pensando en confesarles la verdad a Natasha y a Alex para conseguir rescatar a Nathalya, esperaba que ellos le recordaran poco a poco quién era y hasta fraguaba citas diarias para que Nathalya pudiera convivir con ellos, pero a la vez sentía que era muy arriesgado, Ángel continuaba desconfiando de él y no encontraba la manera de volver a ganar su confianza.
Los tratamientos de Matilde parecían estar funcionando, ya todos se habían dado cuenta de su enfermedad, cada vez requería más cuidados y, por suerte, su familia estaba allí para ella, se sentía afortunada, pero como le había ofrecido su vida a Dios a cambio de que Nathalya regresara, pensaba que la nueva desaparición de su niña, sólo era para darle tiempo de estar con las personas que amaba y de arreglar todo para cuando llegara el momento de su partida definitiva, no tenía mucho, pero la casa que había dejado en su pueblo y los ahorros de su vida, los dejaría a nombre de su esposo, con la condición de que se encargara de la gente que la vió crecer, buscaba mejorar la calidad de vida de su pueblo, así nadie tendría que salir de allí para lograr una vida mejor. El abogado ya había hecho el testamento, y ahora creía que pronto ocurriría lo inesperado. ¿Alguna vez has escuchado que las personas a punto de morir, mejorar repentinamente para poder despedirse de sus seres queridos? Quizá ésto le estaba sucediendo a la pobre de Matilde.
En casa de Ángel, sucedió algo extraño, las luces se apagaron repentinamente, mientras encontraban la causa, una persona extraña había robado un maletín repleto dinero que pertenecía Ángel, él tenía dos sospechosos y sabía que sólo uno era el culpable, la persona que había robado sería asesinada sin piedad, el pañuelo de Aldo yacía en la escena...