Aldo llevó a Nathalya a su habitación con un toque de violencia, ella no intentaba defenderse ni mucho menos obtener más información, ni siquiera intentaba dirigirse a él para no exponerlo a quedar mal frente a los súbditos de Ángel. Ya en su habitación, nuevamente intentaba comunicarse con él del modo que ya sabían, pero Aldo no prestó atención alejándose de ella, pues había personas cerca. Entonces, Nathalya se dispuso a ponerse la pijama para irse a dormir, mientras intentaba vestirse llegó Ángel, él entró sin siquiera tocar la puerta por lo que la encontró en paños menores, ella se tapó con lo primero que tuvo a su alcance, la sobrecama, pero aún así sintió cómo su mirada libidinosa traspasaba la tela que la cubría y tuvo miedo, pues conocía sus alcances. Él se acercó sigilosamente sin emitir palabra alguna, continuaba mirándola casi sin parpadear y la tomó de la mano delicadamente, cerró los ojos y respiró profundo para compenetrarse de su perfume, ese perfume dulce y suave que emitía Nathalya naturalmente, luego colocó en su mano derecha el libro que había mandado solicitar con la empleada para leerlo allí , en su habitación y así, sin mencionar palabra alguna, se fue. Nathalya temblaba de miedo, rápido corrió a cerrar la puerta con seguro, aunque sabía que sería inútil pues, él tenía llave, entonces arrastró el pequeño sillón que tenía a su lado para evitar que entrara sin previo aviso, al menos eso le daría tiempo de encerrarse en el baño o de buscar con qué defenderse, le aterrorizaba pensar que Ángel volvería a tocarla sin su consentimiento y pensaba en múltiples posibilidades de escapar de él, como golpearlo en la cabeza con una de las lámparas, utilizar su cepillo dental para producirle una herida un tanto profunda, quebrar el espejo y con uno de los pedazos lastimarlo, etc. Luego terminó de vestirse y apagó la luz, estaba tan nerviosa que no pudo dormir, se la pasó llorando recordando sus desgracias y la ansiedad le estaba generando muchas ideas en la cabeza, en la madrugada se levantó de la cama para estar cerca de la puerta y observaba hacia afuera para buscar a Max, o mejor dicho, a Aldo, pero él no estaba, supuso que él había ido a dormir y se quedó allí esperando a que él regresara a vigilarla para poder dormir, de alguna manera sabía que él la protegería en caso de que Ángel quisiera abusarla de nuevo y pensar en ello le daba un poco de tranquilidad.
Pero Aldo no llegó ese día, ¿será hoy su día libre? Se preguntaba, pero no había manera de averiguarlo, entonces, se resignó a ir a la cama a tratar de descansar un poco, pues necesitaba toda su energía y su cordura para seguir adelante con su plan. La empleada había llevado el desayuno, pero no podía entrar debido al sillón atravesado, Nathalya, que aún no conseguía dormir, tuvo que levantarse a recibirla y se disculpó con ella por lo ocurrido, le comentó que durante la noche había escuchado ruidos extraños que le causaron mucho miedo, para tratar de explicar lo del sillón, la empleada, que solamente la escuchaba se fue rápidamente para evitar cualquier conversación con ella, pues tenía prohibido hablarle y escucharle.
El desayuno estaba en la mesita de siempre, fruta picada, pan tostado con mantequilla y café que se enfriaba con el pasar de los minutos pues, Nathalya no quería comer. De pronto, una serie de recuerdos llegaron a su cabeza: el día que tuvo a su hijo en sus brazos por primera vez y él tomó uno de sus dedos con su pequeña manita, su padre amoroso que la protegía de todo y contra todo, su noche de bodas con el amor de su vida, su larga amistad con Natasha y todos los momentos felices que habían vivido juntas, no podía darse por vencida así tan fácil y así frío, se bebió el café y comió el pan y la fruta lentamente.
Poco tiempo después la empleada regresó para recoger los trastes y limpiar, Nathalya se metió a bañar mientras ella hacía todo eso, se vistió y se arregló un poco, luego se quedó sola. Ángel la esperaba afuera, era hora de su salida al patio como cada mañana, las ojeras debajo de sus ojos revelaban el insomnio que había sufrido, Ángel le preguntó al respecto, pero ella no quiso hablar del tema. Estuvo muy callada esa mañana, él sólo la miraba sin poder olvidar lo que vio, pero había decidido ser muy paciente, pues percibía la inquietud de Nathalya y no quería aterrorizarla de nuevo puesto que, debía casarse con ella y temía que al intentar algo, ella se negara a seguirle ayudando frente a su padre.
Fue un día muy largo para Nathalya, su corazón seguía latiendo muy fuerte y su mente la traicionaba con recuerdos dolorosos, esos recuerdos que dejó Ángel cuando la violó, la muerte de su madre, la depresión, el miedo, el embarazo, la incertidumbre, la impotencia y la desesperación, todas esas noches en que despertaba gritando, todo aquello la atormentaba de nuevo. Tenía tanto miedo que su sistema estaba en estado de alerta, cada ruido por más pequeño e insignificante que este fuera, le arrebataba la calma, el tic tac del reloj, el zumbido del viento, todo a su alrededor, su nerviosismo era tanto que posiblemente pasaría otra noche sin poder conciliar el sueño.
Justo cuando al fin logró quedarse dormida, su respiración agitada y el palpitar de su corazón se intensificaban, una pesadilla volvía para arrebatarle el sueño, esa pesadilla que se repetía constantemente en la que Ángel volvía para hacerle daño, cuando pudo abrir sus ojos las lágrimas resbalaron por sus mejillas, una tras otra sin poder contenerse, sentía ese gran vacío que siente cuando fallas, se repetía a sí misma que se había fallado, tantos sueños le advirtieron por tantas noches, durante cuatro años, que ésto pasaría y no pudo evitarlo, no pudo protegerse a sí misma, no pudo evitar que Ángel le hiciera daño de nuevo y ahora estaba a su merced sin la posibilidad de volver a ver a los suyos. Pensaba en su pequeño hijo que tanto la necesitaba y que probablemente, ahora estaba sufriendo por su ausencia, pensaba también en el daño que había ocasionado a la empresa de su padre y en la manera en que se fue de casa sin poder gritarle a Alex que nunca le había sido infiel y que lo amaba tanto o más que el primer día, quizá el seguía pensando lo peor de ella y la odiaba por ello, no tenía la certeza de que se hubiere quedado a proteger al pequeño Emmanuel pues, lo había herido profundamente, aunque le gustaba conservar la esperanza ya que, conocía el gran corazón que él tenía y el amor que le profesaba a su hijo.