CAPITULO LIII. Acoso escolar

2065 Words
Los niños no nacen con malicia, no discriminan, no se burlan y no humillan hasta que un adulto les enseña. Nuestros niños, Alex y Emmanuel, estaban siendo víctimas del acoso escolar, como el problema era reciente, habían decidido ocultarlo, como habían hecho tiempo atrás, para no causar más problemas en casa. Aunado al dolor de que, por ahora, ninguno de los dos tenía mamá, era una gran batalla prepararse cada día para soportar la discriminación por parte de sus compañeros durante el recreo. — ¿Y si hoy no vamos a la escuela, papá? — sugirió Alex hijo — Tenemos que cumplir con las responsabilidades — respondió Alex padre — Ay, ándale — insistió el pequeño Emmanuel — ¿Están enfermos? — preguntó Alex padre — No, pero me podría enfermar en cualquier momento, esas cosas no se saben — injirió el pequeño Emmanuel — Pues cuando eso suceda te llevaré al médico para que él nos diga qué hacer — respondió Alex padre — Al menos lo intentamos — dijo el pequeño Alex Ya en la escuela, los problemas se hacían presentes. —Ustedes no deberían estar aquí con nosotros — dijo uno de los compañeros — ¿Y entonces, dónde deberíamos estar? — cuestionó Alex muy enojado — Pues en la cárcel, como tu mamá — respondió otro niño — ¡Pero si no hicimos nada malo! — replicó Emmanuel — ¡Tu mamá mató a una persona! — acusó una niña — Y mi mamá dice que eso se lleva en la sangre — dijo otra de las niñas — ¡Pues tu mamá no sabe nada! — exclamó Alex Después de este episodio, Alex y Emmanuel se fueron a los golpes con todos los niños que los acosaban, por lo que fue necesario mandar a llamar a los padres de los pequeños, Max y Alex llegaron lo más pronto posible para tratar este asunto cuanto antes. La maestra no sabía el problema real, así que solamente acusó a los niños de haber golpeado a sus compañeritos, sus padres se preocuparon, ya que nunca antes habían tenido un episodio así, pero pensaron que era consecuencia de todas las emociones vividas anteriormente y el nuevo problema respecto a Natasha, quizá hacía detonar de esta manera. A los niños se les suspendió de clases por un par de días, en lugar de castigo, era un estupendo premio desde su punto de vista, aunque estuvieran castigados. A Alex le preocupó bastante ésta actitud de los niños, por lo que por la noche tuvo que hablar con ellos seriamente. — A ver, mis niños, ¿ya saben que son mis campeones verdad? — Sí, papá — respondió Alexito — ¿Y saben que me pueden contar cualquier cosa, verdad? — los niños se miraron fijamente, sabían que él les preguntaría sobre lo ocurrido, pero ellos ya habían tomado su decisión de callarlo — Claro, papá — confirmó Emmanuel — Entonces, creo que es justo que me cuenten lo que realmente pasó hoy en la escuela — Mmmm... pues, lo que ya sabes — ¿Y qué es lo que yo ya sé? — Pues que nos portamos mal — Pero yo quiero saber porqué se portaron mal — Pues porque sí — Ustedes nunca se habían portado mal — Pero ahora sí — Entonces, explíquenme cómo empezó la pelea — Pues es que Mariano quería jugar con nosotros, pero nosotros no quisimos — comenzó a inventar Emmanuel — Entonces, se acerco Kevin para ver si podíamos jugar los cuatro juntos a un juego, pero tampoco quisimos — dijo Alexito — Y fue cuando llegaron Susana y Andrea y dijeron que éramos muy presumidos y no sé qué cosas más — contó Emmanuel — Y yo me enojé mucho y comenzamos a pelear, y eso fue todo, porque llegó la maestra y nos llevó a la dirección — terminó de relatar Alexito — Está muy interesante la historia, pero no les creí nada, tendrán que ser más creativos — comentó Alex, algo desconcertado con las mentiras de sus hijos. Por esa noche, Alex dejó de insistir para que los niños le contaran la verdad, ya que debía regresar al hospital a cuidar a Ivania, Max pronto tendría que regresar a casa para quedar a cargo de los pequeños, pero por consejo de Alex, los dejó tranquilos y comenzaron a pensar en la manera de hacerlos confesar la verdad, sabían que debían utilizar la psicología inversa para lograrlo, pero les faltaba deducir las palabras adecuadas para esta tarea. Los días transcurrieron rápido, Ivania seguía en recuperación, y el regreso a la escuela cada día se hacía más difícil, nadie sabía porqué los niños había tomado esa actitud no querer ir a la escuela, cada mañana era una verdadera lucha para levantarlos y alistarlos, entre llantos y enfermedades imaginarias Alex, Max y don Emmanuel, no encontraban la manera de sobrellevar la situación. A pesar de todos los esfuerzos por averiguar el verdadero motivo de ésto, aún no lograban descubrir lo que estaba pasando, nadie se explicaba cómo es que de la noche a la mañana pasaron de ser alumnos ejemplares a ser los niños problemáticos de la institución. Ivania ya estaba en casa de don Emmanuel y todos la cuidaban, incluyendo los niños, quienes procuraban no llamarla mamá, tía o madrina para no forzar sus recuerdos, ella estaba muy contenta de poder compartir con esos chiquillos, cuando ellos estaban a su lado sentía que su corazón estaba en paz, una paz que nada ni nadie podía arrebatarle por muy cruda que fuera su realidad, la inocencia y el carisma de ese par le inspiraban una gran ternura que no se podía explicar. Antes, ella había sentido con sus canciones, que quizá podrían ser su hijos, lo cual le pareció muy descabellado, ya que sabía que Natasha era la madre. Desafortunadamente, el acoso escolar continuó creando problemas por algunas semanas, hasta que, cierto día, Max se atrevió a espiar a los niños en la escuela, había pasado desapercibido por un par de días, hasta que una persona alarmó a todos en la comunidad estudiantil, su apariencia de malhechor no le ayudaba en nada, las autoridades lo habían detenido y cuando él intentó explicar, nadie lo dejó hablar. Ya en el ministerio público, don Emmanuel y Alex lograron comprobar que él era el padre de Alexito, pudiendo obtener su libertad. Al día siguiente los tres se presentaron en la escuela para hablar con la directora de la escuela, pues Max había presenciado cómo los otros alumnos acosaban a Alex y a Emmanuel, por lo que estaban muy indignados al respecto. La maestra de los niños se presentó ante los cuatro para hablar del tema, ella explicó que no se había dado cuenta, entonces se vieron en la necesidad de citar a todos los padres de familia de los implicados para tratar el asunto, pero nada salió como esperaban. — Mi hijo no tiene porqué convivir con el hijo de una asesina — dijo uno de los padres — Ustedes no saben cómo sucedieron las cosas — exclamó Max — Si está en la cárcel es porque es una delincuente — dijo otro de los presentes — ¡Ella fue acusada injustamente! — replicó Max — ¡El juez no opinó lo mismo! — indicó otro padre de familia — Ahora entiendo porqué sus hijos son tan crueles, ¡ustedes les enseñaron! — comentó don Emmanuel molesto — Señora directora, exigimos que esos niños sean expulsados, tenemos miedo que la maldad sea hereditaria y esos niños terminen por lastimar a nuestros hijos — exclamó otro de los padres — No señora, la maldad no se hereda, se aprende y sus hijos tienen excelente escuela en casa — mencionó Alex — ¿Acaso no ve al papá de Alex? Desde lejos se nota que también es un delincuente — dijo otro de los padres — ¡Usted no conoce mi historia, por favor, no me ofenda! — se defendió Max — Déjalos hermano, ellos no van a entender por más que les expliquemos, así es la gente ignorante — ¡Señores, por favor! Estamos aquí para encontrar soluciones — explicó la directora — No se preocupe, directora, nosotros nos llavaremos a los niños de aqui, pero recuerde que este problema de acoso escolar no se va a terminar, hoy son mis nietos y mañana serán otros niños, entonces, ustedes sabrán quiénes eran realmente los equivocados. Lamento mucho que no tengan empatía ni sean personas comprensivas, con permiso — injirió don Emmanuel Luego de este comentario, todos regresaron a casa, derrotados, sin poder lograr que los pequeños regresaran a clases como cualquier niño de su edad, ahora deberían encontrar otra escuela para ellos. Ivania no lograba entender cómo había gente tan mala, esos niños eran una angelitos que no merecían nada de eso, ella se empeñó en ayudarles a estudiar para que siguieran aprendiendo algo mientras encontraban otra escuela, su pie y su brazo debían continuar en recuperación, pero ella podía aprovechar el tiempo mientras reposaba y con ayuda de todos, evitaría hacer cualquier esfuerzo. Las cosas parecían avanzar bien en la casa, Alex estaba reconquistando el amor de su musa, Max podía estar con su hijo y cada día de visitas iba a ver a Natasha, don Emmanuel continuaba el proyecto con ayuda de Alex, quien tenía excelentes ideas y a veces, Ivania sentía gran curiosidad por ese proyecto, sabía que era a beneficencia de un pueblito, lo cual le había llamado la atención, y siempre buscaba empaparse de información al respecto, no recordaba que ella había estudiado arquitectura, pero la pasión por esa carrera la llevaba en sus venas y poco a poco, ese talento se desarrollaba cada vez mejor, hasta el punto de sorprenderlos a todos con una version extramejorada del proyecto inicial. Don Emmanuel ya tenía a su hija de regreso en casa y bajo su protección, pero debía seguir guardando las apariencias delante de los socios, por su propio bien, debía evitar que se supiera que Ivania en realidad era su hija Nathalya, ya que el haberle brindado tanto apoyo, podía hacerles pensar que se trataba de un plan para quedarse con todo el negocio, lo cual, pondría en peligro sus vidas. La noticia de los padres asesinados apenas tenía difusión, ya que Luis Roberto se había encargado de ocultar la muerte de sus padres dentro de su propia casa, era una casa enorme donde podía esconder bien los cuerpos sin que nadie se diera cuenta, salvo la servidumbre que detectó el olor y dió aviso a las autoridades. — Señorita, soy el agente Rodríguez, ¿puede decirme qué pasó exactamente? — cuestionó el policía a la empleada — Yo regresé de mis vacaciones y la casa olía muy feo, entonces, me puse a buscar qué era pensando que se trataba de algún animal muerto, pero cuando me acerqué a la recámara del fondo, el olor se hizo más insoportable, entonces, pedí ayuda al jardinero para abrir la puerta, ya que no encontré la llave por ningún lado, ¡y allí estaban los señores! — ella balbuceaba y lloraba — ¿Los señores vivían solos? — No, señor, su hijo Luis Roberto también vive aquí, pero no lo he visto desde que llegué — ¿Sabe si ellos tenían problemas con alguien? — No, señor, los señores eran unas personas muy nobles — ¿Sabe si falta algo de valor en la casa? — Por lo que alcancé a ver, creo que no, todo se ve normal, pero si quiere me asomo al despacho del señor, allí es donde tiene la caja fuerte — La acompaño — Por favor No faltaba nada en la casa, un robo estaba descartado y Luis Roberto estaba desaparecido, nadie lo había visto y nadie lograba deducir que él era el asesino. Desde la distancia, Luis Roberto se enteraba de la noticia por los medios de comunicación, afortunadamente no había nada que lo incriminara, la escena del crimen había sido borrada y el arma homicida él la había escondido, ahora debía buscar dónde quedarse, ya que por obvias razones no podía regresar a su casa. Mientras tanto, los familiares estaban siendo informados de los acontecimientos, un tío de Luis Roberto llegaría pronto a la ciudad para hacerse cargo de los bienes y de exigir justicia, además le preocupaba que Luis Roberto hubiera sido secuestrado.

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