Cuando el amor nace, es difícil de ocultarlo, no se puede callar al corazón, los latidos traicionan y la cordura sale sobrando cuando los impulsos dejan al descubierto los sentimientos.
El silencio se volvía incómodo y trataban de evitarlo hablando cualquier cosa, cosas que les hacían reír, en momentos chocaban sus miradas y en ellas se podía ver el alma, sus almas que escondían tanto amor, amor que trataban de ocultar a costa de todo, pero que cada vez les costaba más y más.
Nathalya no se había percatado de que su ropa estaba trozada a causa de la manera violenta en que Ángel la había tratado en el intento de arrancarla, justo cuando habían decidido ir a casa de ella, Alex pudo ver su ropa y le ofreció un suéter para que se cubriera, él era un caballero y la respetaba. Nathalya se sintió avergonzada y bajó la mirada frente a él mientras se disculpaba.
— Lo siento.
— No tienes porqué disculparte
— Te lo devolveré pronto — refiriéndose al suéter
— No importa, se te ve bien.
— Gracias.
— Eres una reina, así que nunca bajes la mirada ante nadie — dijo esto mientras acariciaba su mejilla para acomodar su rostro y poderla mirar a los ojos.
— Yo… te agradez... — Él estaba tan cerca de ella que no podía resistir más.
En ese momento todo intento por mantener la cordura se perdió, los enamorados se dejaron llevar por sus sentimientos y se perdieron en un beso lento y largo.
Era tanto el sentimiento reprimido que el beso fue bastante intenso, por lo que sus cuerpos comenzaron a pedir más, la emoción del momento los llevó a desnudar no sólo los cuerpos, sino también las almas, dos almas que se entregaban al amor, al deseo, a la pasión. Sucedió lo que no tenía que pasar, Nathalya había entregado su virginidad al hombre que amaba, Alex había notado que ella sólo había sido víctima de los chismes mal intencionados de la gente, cuánto se arrepintió de haber pensado que ella era una chica de cascos ligeros, aquí tenía la mejor prueba de todas, la prueba de amor que Ángel no había podido arrebatarle.
Cuando el momento pasó, sus consciencias quedaron intranquilas, habían traicionado la confianza y la lealtad de Natasha. Así que, por mutuo acuerdo, optaron por callar lo sucedido para siempre y continuar con sus vidas como lo habían hecho hasta antes de lo ocurrido.
— Ésto debe quedar en secreto, en el olvido por el bien de Natasha — Pidió Nathalya a Alex
— Lo sé, ella es una buena mujer
— Debes seguir como hasta ahora, por favor, no cambies con ella, ella no tiene la culpa de nada
— No sé si pueda hacerlo
— Por favor, Alex, tienes que jurarme que lo harás
— Sólo quiero saber algo, ¿me has amado en secreto todo este tiempo?
— Sí, pero eso no importa
— Y yo a ti. ¿Cómo podremos continuar ahora?
— Normal, como siempre
— Pero lo que acaba de pasar entre nosotros...
— Yo estaré bien, yo siempre estoy bien, ¿lo ves?
Alex la llevó a casa, estaba consternado por tantas emociones en tan poco tiempo, ahora sabía que Nathalya, a quien tanto había juzgado, lo había amado en secreto desde hace mucho tiempo y que él era el causante de muchas malas decisiones, ella no se lo había dicho como tal, pero para él eso era obvio. Él era un hombre honesto y callar le provocaba conflictos internos, pero no podía decirle la verdad a su prometida, era incapaz de dañar una amistad tan bella como la de Natasha y Nathalya.
Nathalya también era una persona leal, por lo que había decidido alejarse de su amiga, por el bien de ella.
Natasha estaba muy emocionada por su boda, siempre hablando de los preparativos, pero había notado algo diferente, sabía que Alex le ocultaba algo y pronto se lo comentó a Nathalya para que la aconsejara. Nathalya se sintió mal por la incertidumbre de su amiga y decidió contarle parte de lo sucedido. Explicó que había terminado con Ángel para siempre y le contó lo que él había tratado de hacer, luego le dijo que Alex la había rescatado, pero por vergüenza no quería que nadie lo supiera que, de hecho, tenía que devolverle el suéter que le prestó para cubrirse cuando el canalla le destrozó la ropa.
— Estaré muy agradecida si le regresas su suéter por mí, la verdad me da mucha pena con él y no me atrevo ni a mirarlo a los ojos.
— Amiga, ¡no puedo creer lo que me has contado! No cabe duda que es un patán
— Perdón por no haberte contado antes, pero me moría de la vergüenza, además, tengo el corazón destrozado y no tenía ganas de salir ni de hablar con nadie.
— Debió ser muy difícil para ti y te entiendo.
Así, las dudas de Natasha quedaron en el olvido y todo continuó como debía, o al menos, eso parecía. Alex no podía dejar de pensar en Nathalya, ahora él sabía que ella lo había amado en secreto todo este tiempo y no podía evitar pensar en que su vida sería muy diferente si en lugar de Natasha, fuera Nathalya su prometida, no quería lastimarla, pero no podía continuar con esta farsa, ¿cómo le juraría amor a alguien a quien realmente no amaba? Lamentaba haberse dado cuenta a estas alturas de la vida, pero estaba decidido a terminar con Natasha.
Alex debía esperar, ya que era un mal momento para romperle el corazón, en la mina había ocurrido un accidente y el padre de Natasha había perdido la vida. Ella estaba inconsolable, tan cerca de la boda y ahora él no estaría a su lado para llevarla del brazo y entregarla a quien sería su marido. Alex decidió esperar a que pasara este momento tan difícil, le brindó todo su apoyo al igual que Nathalya. Todas las amistades estaban allí para tratar de mitigar el dolor de la familia. La familia había decidido no postergar la boda, pues la vida debía continuar de todas maneras, aunque las despedidas de solteros faltantes sí habían sido canceladas.
Las semanas transcurrían y Nathalya empezó a notar diferente la actitud de Alex hacia Natasha y su amiga sufría, ella trataba de aconsejarla para que fuera paciente alegando que eran los nervios prematrimoniales para tratar de calmarla. Entonces decidió hablar con él seriamente.
— ¿Por qué te estás portando así con Natasha?
— Entiéndeme, te amo y desde que pasó lo que pasó, no puedo seguir con ella, voy a cancelar nuestro compromiso
— No puedes hacer ésto, Natasha te necesita
— Pero no la amo, yo te amo a ti
— Jamás podría ser feliz a tu lado, ¿no lo entiendes?
— Me amas tanto como yo a ti y nos merecemos una oportunidad
— Sabes que jamás le haría daño a Natasha, es como mi hermana
— Lo sé y también me duele tener que hacer ésto, pero es lo mejor.
— No, no lo hagas o te arrepentirás toda tu vida
— Entiéndeme, por favor, no puedo jurarle amor a alguien que no amo.
— ¡Ya no es una opción!
— Sí lo es
— ¡No! Porque...
— ¿Por qué? Termina de decirlo
— No me corresponde a mí decirlo
— Bien, en este momento terminaré con esta farsa
— ¡Está embarazada!
— ¿Qué?
— Está esperando un hijo tuyo, por eso no puedes renunciar a todo por mí
— Ésto no puede ser
— Pues sí lo es, ahora ve con ella y finge que no sabes nada aún, es la sorpresa que te tiene preparada para hoy, no la arruines.
— Pero...
— Debes sonreír y estar muy feliz por la noticia.
— Yo... no sé qué decir
— Debes disculparte por tu actitud, dirás que la boda te tiene nervioso, que no has dormido bien por la emoción, tienes que ser convincente y mostrar tu mejor sonrisa, ¿me escuchaste?
— No puedo
— ¡Finge! ¡Te lo ruego!
Alex hizo todo lo que Nathalya le pidió. Natasha le dio la noticia y él fue muy asertivo con su reacción, estaba feliz pero triste a la vez, le emocionaba la idea de tener un hijo, aunque desearía que el hijo fuera de Nathalya y él. No tuvo más opción que continuar con la boda tal y como estaba planeado.
El gran día llegó y pasó lo que tenía que pasar, Alex y Natasha unieron al fin sus vidas para formar una familia. Alex se prometió a sí mismo hacerla feliz por los tres, y llenar a su hijo de amor. Todo era felicidad para Natasha, ella era el orgullo de su familia.