Capitulo 2

2608 Words
Estoy todo el día en la nada como cada día porque no tengo a la mujer que amo a mi lado que es lo que mas deseo desde que puse mi ojos en Anya hace ya cuatro estaciones de verano atrás, siento como que de toda mi vida la deseo, nunca me había interesado otra mujer, solo ella, era un chicuelo admirando a una mujer adulta, que deseaba que un buen hombre la despose, y yo deseando que no suceda, que mi juventud quede atrás rápidamente así podía ser ese hombre que la tenga porque me moriría si la veo con otro, ¿Pero qué conseguí por desearle que ningún hombre la mire?, una esposa que aborresco y solo me acosté con ella una vez y ya nunca en la vida deseo volver hacerlo, todo el acto fue repugnante, deseando morirme en ese mismo instante. Vuelvo cansado al pueblo, mi trabajo es el mas duro y debo hacerlo, aprendo la lengua de los blancos para hacer los tratados y no tengo un maldito plato de comida cuando llego de trabajar todo el día como un perro, nadie me recibe, mi casa sucia desde la entrada hasta las camas, y realmente me generan ganas de prenderla fuego cada vez vuelvo a dormir, porque solo eso hago, venir a dormir. —Mmmm que olor. —sigo comiendo carne asada que me dio Ayen, no digo nada o vamos a discutir una vez mas y ya estoy cansado de las peleas—. Eres un sucio... ¿Mira cómo estas? me das terrible asco, no entiendo como es que me acosté contigo y encima voy a parir a tu hijo. —alzo las cejas mirándola porque es su hijo también—. Cada vez que vuelvas bañate o no entras. —¿Sabes lo que vamos a empezar a hacer? Tu vas a salir a trabajar al medio del campo con este calor y después vuelve a la noche donde no tienes para comer ni agua para bañarte y dime si no vas a preferir juntar fuerza y luego hacer lo que debes. —Son tus obligaciones, debes hacerlas te guste o no, o hablo con tu hermano y se termina el problema y las amenazas que me haces. —¿Y tus obligaciones donde están que no las veo?. —Pues estoy embarazada y no puedo hacer muchas cosas. —Nada puedes hacer por lo que veo. —recorro la tienda viendo el asco que es este lugar—. Te haces la limpia y pulcra y duermes en mantas que nunca lavaste, la sucia eres tu Quene, a mi no me puedes mentir, menos a mi olfato. —se pone roja ya que hablo sobre su intimidad, no debería pero lo dijo primero como forma de herirme pero lo mío es por trabajo no por estar todo el día sin hacer nada, agarro mis cosas de higiene porque soy un hombre que le gusta estar limpio pero primero quería comer algo—. Deberías implementar mas esto. —le muestro el jabón que le compro a los blancos—. Pobre de mi hijo cuando nazca. —Te odio mal nacido. —Al fin nos ponemos de acuerdo en una cosa ya que siento lo mismo por ti. —salgo aspirando el aire limpio de la noche tranquila, voy hacia el rio así me doy un baño y espero a que se duerma para poder volver, en el rio me desnudo dejando mi cuchillo en la orilla por si debo salir apurado. —¡Oh por los dioses, disculpas!. —me giro viendo una silueta. —Ya casi termino, no te preocupes. —¿Yerimen?. —me fuerzo a ver hasta que la reconozco, ese cuerpo que he espiado muchas veces está delante mío iluminado por la luna. —¿Anya?. —el enojo que tenía se me va pasando a felicidad de solo saber que es ella—. ¿Vienes a bañarte?. —Si, pero en otro momento vengo no te preocupes, —estoy en la orilla del río, me paro con calma así no la asusto—. Termina tranquilo. —No, espera. —corro resbalándome pero la alcanzo a agarrar desde atrás envolviéndola mis brazos—. No te vayas. —¿Dime que lo que siento no es lo que creo?. —me alejo pero sin soltarla y rodeándola así me paro de frente, mis manos van a sus brazos sintiendo su piel, subo con calma hacia los hombros comprobando la suavidad de mujer cosa que me pone loco haciendo que la suelte o voy a cometer una locura—. Puedes bañarte, te dejo tranquilo. —No, espera un poco. —me muevo delante de ella cuando se quiere ir—. Hablemos un poco Anya. —No podemos hablar de nada. —Si, podemos. —Cualquier cosa que decimos sales con lo mismo de porque no acepto ser tu segunda esposa. —así que ahí viene en realidad, ser la segunda—. No quiero hablar de eso porque no respetas mis decisiones, y sé que puedes ir con el jefe y casarnos sin que te importe que yo no quiera aceptarte, pero no insistas mas Yerimen. —Es que nunca voy a dejar de pelear por ti Anya, —me acerco mas a ella sintiendo que si me dice que me clave mi puñal en mi corazón lo hago, pero dejar de amarla jamás—. ¿No lo entiendes?. —Es que tu... —la hago callar con un beso, rodeo su cara con mis manos, nuestro primer beso porque estoy seguro que no va a ser el último—. Yerimen. —No pude contenerme. —vuelvo a besarla, son besitos mas bien porque ella esta totalmente quieta—. Te deseo tanto Anya. —Lo sé, lo estoy sintiendo. —sonriendo bajo a su cuello dándole unos besos suaves sintiendo como se estremece. —¿Que nos impide disfrutar?. —Solo eres un niño Yerimen. —ya cansado de eso me inclino agarrándola de las nalgas y la alzo—. AAAGGG. —Shhh no grites. —voy hacia donde dejé mis mantas con ella en mis brazos. —Ya bájame, podemos caer. —¿Un niño podría alzarte en brazos?, —me siento con ella encima que hace un mal intento de salir de arriba mío, le agarro una mano llevando a mi polla—. ¿Un niño tiene esto?. —¡Yerimen, por los dioses!. —¿Un niño te puede hacer temblar de placer?. —le suelto la mano llevándola a su intimidad, pega un saltito jadeando—. Mis dedos no son los de un niño y lo sientes. —Eso ya lo sé, basta de decir eso. —No quiero que lo vuelvas a decir. —no dejo de mover los dedos por su intimidad buscando que se corra, con mi otra mano la agarro de los pelos por la nuca acercándola a mi boca—. Soy un hombre, ya te lo dije muchas veces Anya y nunca escuchas lo que digo. —meto un dedo con suavidad por su canal buscando su llegada mas rápido pero al sentir su estreches me pongo mas loco. —Mmmjjj. —me envuelve por el cuello besándome, lo hace con torpeza pero enseguida me sigue el ritmo, le suelto el pelo envolviendo el brazo por su torso mientras cambio mi dedo por mi polla. —¿Paro?. —mis caderas solas se impulsan hacia arriba buscando el alojamiento soñado por años—. ¿Anya?. —¿Qué? . —me hago para atrás porque no deja de besarme. —¿Sigo?. —entro un poco sintiendo que eso la incómoda o le duele—. Lo que me digas lo hago pero dímelo de inmediato porque no puedo mas. —Sigue. —¿Segura?. —Si, y si me lo vuelves a preguntar digo que no. Me sale una risita porque no quiero dejarla, y por como sigue insistiendo en besarme se nota que no me iba a decir que no, me acomodo así se le hace mas fácil y ajusto sus piernas a mis lados, con todo el cuidado y ternura que no poseo ingreso en ella, despacio, sin apuros, es mía, en estos momentos es mía, no quiero apurar nada, quiero que sea dulce, que se entregue a mi, que no me tema, que sepa que soy un buen hombre, un hombre que la respeta, un hombre que no le va a hacer faltar nada, que le voy a dar todo lo que poseo, quiero que lo sepa en este momento así deja de temer nuestra diferencia de edad de una vez por todas. Cuando llego a la muestra de que ningún hombre estuvo en su interior siento un fuego en mi espalda que va hacia mis nalgas, mis piernas y ahí a mi pene que esta dentro de ella en la mar de satisfacción, apretado, calentito, sintiendo que no hay nada mejor que este momento, podrían estar gritando, podrían estar atacando la aldea pero ni eso sería capas de hacer que la suelte y dejar lo que hacemos; la aprieto con fuerza porque ella también lo siente, se sacude a la vez que me vacío en su interior porque solo hizo falta meterla un poco y ya, solo eso, y como no quiero dejar de besarla y ella me lo sigue debo aprovechar el momento de penetrarla del todo tomando su inocencia como mia, para marcarla como mi mujer, mi amor. —Mmmjjj. —se aleja de mi boca apoyándose en mi pecho con la cabeza en mi hombro derecho. —Calma. —con mis dos brazos la envuelvo con fuerza así no se sacude tanto mientras la tengo clavada en mi polla—. Calma Anya, ya pasa, respira hondo. —Duele, duele mucho. —le beso el hombro ya que nada mas puedo hacer que esperar a que se adapte. —Respira hondo. —subo una mano a sus pechos, ahora me doy cuenta que los dejé sin atención, le pellizco los pezones con suavidad sonriendo cuando se encorva porque es un punto de placer grande para ella que voy a disfrutar despertar—. Olvídalo, siente mis dedos en tus pechos. —con la otra mano voy a su intimidad, falta poco para que de un grito de alegría al sentir como sus labios intimos están estirados al máximo alojando mi hombría, busco con suavidad el botón de placer acariciándolo con mucho cuidado—. ¿Lo sientes?. —Mmmjjj, Yerimen. —sonrío viendo como tira la cabeza hacia atrás comenzando a mover las caderas porque el dolor esta pasando gracias a los dioses. —Eso, así, despacio. —la ayudo a montarme con mis manos en sus caderas, no es que se mueve con fuerza, mas bien es un balanceo suave que me pone loco, mi segunda vez teniendo sexo y es con la mujer que me vuelve loco—. ¡Oh carajo, no puedo mas!. —me agarra de la cara besándome cuando comienzo a sentir que su interior me aprieta con fuerza, casi no puedo moverme dentro de ella haciendo que me vacíe por segunda vez en su interior con fuerza—. Por los dioses, fue mejor de lo que podía imaginar. —descarga todo su peso sobre mi cosa que me gusta porque puedo sentir que es mía aun mas de lo imaginado—. ¿Estás bien?. —Si. —¿Te arrepientes por lo hicimos?. —paso las manos por su espalda con suavidad—. Puedes ser sincera conmigo, voy a soportar todo lo que me digas sin responder a nada. —¿Como soportaste todos estos años mis negativas?. —¿Qué significa eso?. —Que aunque te decía que no seguías insistiendo. —Y voy a seguir insistiendo porque no eres un capricho, eso es lo que no entiendes, no entiendes que lo que siento es real. —la envuelvo cuando se quiere alejar. —No quiero ser una segunda esposa, prefiero seguir siendo soltera. —No puedes, si se enteran te van a tomar como una ramera. —¿Y no quieres responder por mi?. —Por supuesto que si, ahora mismo iría donde mi hermano a decirle que nos case pero te respeto, voy a darte a tus tiempos. —¿Nos vestimos? Me esta dando frio y no miento. —A mi igual, sin decir que tengo las piedras clavadas en mis nalgas. —se rie negando mientras se para cargándose en mis hombros, me paro de inmediato maldiciendo la noche por no poder verla bien, pero no pierdo las esperanzas de tenerla para mi y algún día muy cercano poder verla en todo su esplendor. —Debo irme de inmediato, se supone que venia a darme una baño y ya tardé demasiado. —Yo igual, aunque no me importa para nada. —nos vestimos mirándonos, bueno, mas bien yo la miro sin parar, ella esta vergonzosa en gran manera—. ¿Anya?. —¿Mmm?. —¿Vamos a volver a vernos?. —con mis manos en sus caderas la acerco mas a mi, me envuelve por el cuello haciendo que una sonrisa tonta aparezca en mis labios—. Por favor, dime que si. —Eso debemos verlo con el correr de los días, si podemos si. —Yo puedo, cuando me digas puedo, dejo lo que sea por verte. —Bien, yo te hago saber cuando nos veamos. —nos damos un beso que me sabe amargo porque es de despedida hasta no sé cuando que pueda volver a tenerla para mi solo. —Andando, voy a controlar que llegues bien a tu tienda. —No podemos ir juntos. —Si podemos. Con mi bolso con las cosas de higiene camino por detrás de las tiendas mirándola que va por medio de la aldea buscando la luz de la luna para que la proteja, camina apuradita, con el pelo larguísimo que carga moviéndose por la brisa, pero lo corre apretándose toda cosa que me hace sonreir sin parar, esa mujer hermosa hace unos instantes fue mía, nuestras carnes se unieron de forma antigua, una danza que nos hizo perder la cordura totalmente, es mía, nadie puede negarlo, ni siquiera ella puede hacerlo. Una vez en su tienda me voy a la mía, a raga dientes porque deseo estar en cualquier lado menos ahí con la sucia de Quene que cada día la aborrezco aun mas, pero mi hermano me la designó y no podía negarme, antes que mi hermano es mi jefe, no puedo desobedecerlo, aunque si replicarle y es lo que le hago, le replico cada cosa que dice con tal de fastidiarlo por casarme con la rata de mujer que me dió, y sinceramente vuelvo para no darle el gusto de irme de mi propia tienda, ella ya me dijo muchas veces que si no le gustaba como vivíamos que me vaya, pero ella es la que debe irse no yo. —Me había puesto contenta creyendo que el rio te había llevado. —no respondo nada, voy a mi lugar de mi tienda que es del otro lado del de ella donde mis cosas si están limpias y huelen bien no como las cosas de su lado—. ¿No vas a decir nada?. —Diría que ojala te duermas y nunca despiertes pero lamentablemente cargas a mi hijo y no puedo hacerlo pagar por la arpía de madre que tiene. —Estúpido. . .
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