Calisto se despertó agitado, bastante nervioso contempló su habitación y con las piernas temblorosas se asomó al balcón. Observó Wenderas que dormía tranquila en el silencio absoluto que sólo era interrumpido de cuando en cuando por el gélido viento que silbaba a su paso. Observó que debajo de la barbacana los soldados se acercaban al fuego de las fogatas para lograr calentarse un poco. Se recargó sobre un pilar y se quedó así durante largo rato. Fastidiado y aburrido decidió regresar a la cama, sin embargo un repentino ruido en el corredor le hizo detenerse poco antes de llegar. Optó por asomarse un poco abriendo la puerta unos centímetros y vió a alguien doblar por la izquierda. Cómo no vió guardias custodiando las afueras de su habitación decidió salir. Descendió escaleras abajo